Zofia Kossak y Wanda Krahelska eran dos mujeres completamente diferentes; una era conservadora y la otra socialista. Sin embargo, la ocupación de Polonia por los nazis las unió en un objetivo común: salvar la vida de los judíos polacos condenados al exterminio. El 4 de diciembre de 1942, hace 80 años, fundaron una organización secreta que protegió a más de 50,000 perseguidos. A continuación, cómo engañaron a los nazis.
La gestapo y el misterio de konrad zegota
A principios de 1943, la Gestapo en Varsovia incluyó en su lista de buscados a Konrad Zegota, aparentemente el presidente de un Comité que llevaba su nombre y que operaba en la ciudad, brindando ayuda clandestina a los judíos polacos. No sabían nada sobre este hombre, a quien en ocasiones se le agregaba el título de «doctor» antes del nombre, convirtiéndose en una prioridad para la represión alemana de la resistencia polaca. Sin embargo, jamás lo encontraron, por una sencilla razón: Konrad Zegota no existía. Detrás de ese nombre, o más precisamente de ese apellido, se escondía una organización liderada por dos mujeres audaces con ideologías prácticamente opuestas, pero con una idea común: salvar la mayor cantidad posible de judíos polacos de su destino ineluctable, la muerte.
El contexto de la ocupación nazi
Para mediados de 1942, la ocupación nazi en Polonia ya había cobrado la vida de cerca de un millón de judíos polacos, ya sea por hambre, matanzas masivas o enfermedades provocadas por las pésimas condiciones de vida y la falta de asistencia médica. Hasta poco antes, los principales miembros de la comunidad judía y gran parte de la población polaca creían que su única esperanza residía en obedecer los edictos alemanes hasta que los aliados los liberaran. Les resultaba difícil creer que los alemanes planeaban el asesinato de toda una nación.
La propaganda alemana contribuía a esa creencia, afirmando oficialmente que los deportados solo serían «reasentados» y que una vez cumplida la cuota requerida para el reasentamiento, se detendrían las deportaciones. Sin embargo, tras tres años de ocupación, quedaban pocas dudas entre los líderes de la clandestinidad polaca y los miembros más jóvenes de la clandestinidad judía de que los alemanes planeaban el exterminio del pueblo judío.
La creación de zegota
Hasta entonces, las resistencias polaca y judía habían trabajado de manera poco coordinada. La ayuda a los judíos perseguidos o confinados en guetos surgía principalmente de iniciativas aisladas de personas o pequeños grupos que en algunos casos les proporcionaban refugio clandestino en las zonas «arias» o les proveían de lo indispensable para sobrevivir. Poco a poco, creció la conciencia de que era necesario ayudar a los judíos a escapar de los guetos y de la muerte segura que les esperaba. Sin embargo, simplemente estar del lado ario era un crimen punible con la muerte, y los szmalcowniki (mafiosos polacos) estaban preparados para explotar esta situación para obtener ganancias rápidas.
La idea de unificar esos esfuerzos surgió de dos mujeres no judías pero muy involucradas en la resistencia clandestina a la ocupación: Zofia Kossak y Wanda Krahelska-Filipowicz. Kossak era una conocida escritora católica, de ideas políticas conservadoras, miembro del Frente para el Renacimiento de Polonia, ya intensamente involucrada en ayudar a los judíos. Krahelska-Filipowicz, que también hacía esfuerzos individuales para ayudar a los perseguidos por los nazis, era una activista socialista católica bien conectada con importantes miembros del gobierno polaco en el exilio.
Formación y operación de zegota
Trabajando juntas, el 4 de diciembre de 1942 crearon Zegota, el «Consejo para Ayudar a los Judíos», una organización clandestina que salvaría la vida de decenas de miles de personas. Zegota fue la única organización clandestina gestionada conjuntamente por judíos y no judíos de una amplia gama de movimientos políticos y la única que, a pesar de los arrestos de algunos de sus miembros, fue capaz de operar durante un tiempo considerable y brindar ayuda de muchas maneras.
Los historiadores estiman que 50,000 judíos polacos, la mitad de quienes sobrevivieron al Holocausto escondiéndose, fueron ayudados de alguna forma por alguna de las cien células de Zegota, concentradas en Varsovia pero también operando en Cracovia, Vilna y Lvov.
Dos mujeres valientes
Zofia Kossak-Szczucka, de 49 años y con una prolífica carrera como escritora cuando los nazis invadieron Polonia, también trabajaba como periodista, principalmente para medios católicos, y había publicado un libro exitoso, *Conflagración*, sobre la Revolución Rusa. Hasta el inicio de la guerra, se la consideraba una nacionalista conservadora, crítica de los grupos judíos, lo que le sirvió de cobertura para su acción clandestina.
En 1939, se unió de inmediato a la resistencia y fue una de las impulsoras de la prensa clandestina opuesta a la ocupación. Fue coeditora del periódico *Polska żyje* (Polonia vive) hasta 1941 y participó en la fundación del Frente para el Renacimiento de Polonia. También en 1941 editó su ensayo *Prawda* (La verdad), con el seudónimo de «Weronika». Para ella, participar en la resistencia era un deber humanitario, moral y patriótico.
Wanda Krahelska-Filipowicz, nacida en 1886, tampoco era nueva en las actividades clandestinas de la resistencia. En 1906, cuando Polonia fue repartida entre Rusia, Alemania y Austria, participó en un atentado con explosivos contra el gobernador general de Rusia en Varsovia. Para el comienzo de la guerra, se había divorciado de su marido, un exembajador polaco en los Estados Unidos, y era editora de la revista de arte *Arkady*. Sus ideas socialistas eran bien conocidas.
El Nacimiento de Zegota
Gracias a sus vínculos políticos y personales, Krahelska-Filipowicz tenía buenos contactos con el gobierno polaco en el exilio y su brazo militar, la AK. Con esas relaciones, persuadió para que apoyaran con recursos económicos y logística a Zegota.
Por iniciativa de estas dos mujeres –con ideas políticas opuestas pero un objetivo común– la prensa clandestina polaca publicó en septiembre de 1942 un breve comunicado: “Nos han pedido que hagamos público que las iniciativas de organizaciones sociales tanto católicas como democráticas han conducido a la conformación de un Comité de Asistencia Civil que proveerá alivio a los judíos que sufren persecución. Hasta que los medios y las oportunidades lo permitan y se consideren las condiciones de vida de un país ocupado, el Comité tratará de confortar a las víctimas de las atrocidades nazis”.
Ese fue el primer paso para establecer contacto y coordinar acciones con otros grupos que operaban de manera aislada. Durante los dos meses siguientes, trabajaron sin descanso para montar la organización y el 4 de diciembre comenzaron a actuar bajo el nombre en clave de Zegota.
Organización y logros
Zofia y Wanda –o “Weronika” y “Alicja”, como se las conocía en la clandestinidad– se dividieron las tareas dentro de la organización. Aunque no eran las únicas dirigentes, sí eran dos piezas clave para su funcionamiento. Krahelska coordinaba acciones con los grupos de ayuda de los propios judíos y Kossak conseguía las casas para las mujeres y niños debido a sus cercanos lazos con los clérigos católicos y las clases altas.
El Consejo se dividió en secciones que se ocupaban de necesidades claramente identificables: Legalización, Vivienda, Finanzas, Bienestar infantil, Medicina, Vestimenta, Propaganda y actividades anti-szmalcownik (la mafia polaca que colaboraba con los nazis por dinero). Desde su base en Varsovia, se expandió para incluir organizaciones de socorro en Cracovia, Lwów, Zamość, Lublin y el campo.
Salvando Vidas
Durante los dos años siguientes, Zegota salvaría la vida de más de 50,000 judíos polacos, la mayoría de ellos mujeres y niños. Los nazis seguían desorientados buscando a su supuesto líder, Kalus Zegota, el hombre que jamás existió. Algunos altos integrantes de la red fueron capturados, pero la modalidad de funcionamiento en células hizo imposible que esas caídas aisladas destruyeran la organización.
Wanda Krahelska nunca cayó en manos de los nazis, pese a que se la buscaba intensamente por su papel en la resistencia, aunque sin sospechar su participación en Zegota. Zofia Kossak-Szczucka fue arrestada en 1943, pero los alemanes no se dieron cuenta de quién se trataba. Primero fue enviada a la prisión de Pawiak y luego a Auschwitz, donde estuvo en el campo de trabajo y no en el campo de exterminio contiguo. Finalmente, fue liberada y pudo retornar a Varsovia, donde se reencontró con Wanda, y ambas sigu ó actuando en Zegota hasta el final de la ocupación nazi.
Después de la guerra
La guerra separó los destinos de estas dos valientes mujeres. Wanda Krahelska-Filipowicz se quedó en Polonia, que quedó bajo la órbita de la Unión Soviética. Zofia Kossak-Szczucka, una anticomunista convencida, emigró a Inglaterra y se radicó en Londres.
Fue el fin de la sociedad entre dos mujeres que se unieron para salvar vidas ante la indiferencia de gran parte del mundo frente al Holocausto. En un texto vibrante y acusatorio, Zofia escribió: “Inglaterra calla, también América, inclusive el judaísmo internacional, tan sensible a la trasgresión contra su pueblo, está en silencio. Como Polonia… Aquellos que están callados frente al asesinato se convierten en cómplices del crimen”.
Legado y reconocimiento
Zofia Kossak-Szczucka y Wanda Krahelska-Filipowicz murieron de muerte natural en 1968, separadas por miles de kilómetros de distancia, pero indisolublemente unidas en su lucha codo a codo contra el Holocausto. Su valentía y determinación dejaron un legado imborrable en la historia de la resistencia polaca y en la lucha por la humanidad durante uno de los periodos más oscuros de la historia.