DIARIO DEL HUILA, TENDENCIA
Infobae
El pelo, que cubre a los mamíferos con criterio distintivo y particular, es sin lugar a dudas un atractivo superlativo y excluyente, paradigma de belleza clásica y no tanto, para el mundo de hoy, tan sutil, superficial y cambiante. Por otra parte, siempre nos resultan llamativos los individuos diferentes.
Por eso, nos asombra la valentía, aunque inconsciente, de la raza sphinx al atreverse a llevar un conjunto de genes por esta Tierra, que le dé estructura de gremlim, ET o deidad egipcia, y que a eso se sume una aparente falta de pelo.
Pocos podrían asegurar que es bello, a lo sumo podríamos decir que es muy raro, que es extraño, sin temor a equivocar el diagnóstico de una etiqueta o definición, requisito casi imposible de evitar, para la convivencia armónica en la actualidad.
Nacido como producto de una mutación espontánea en la década del 60 en Canadá, durante muchos años, los criadores buscaron lograr la combinación genética casi alquímica de la conformación del gato “pelón o desnudo”.
El sphinx es una raza poco criada, justificación mediada por los clásicos paradigmas de la belleza.
Un gato orejón y de ojos grandes y expresivos con su cabeza aguzada y cuerpo elástico, su falta de pelo es solo aparente ya que la textura agamuzada nos delata la necesaria presencia de un lanugo protector que transforma en más cálida, su caricia.
Su piel y su pelo son coherentes en sus colores de los que se permite cualquier tono y patrón. Las arrugas cubren su cuerpo, de cachorros, sobre todo en la cabeza, donde los adultos las conservan, en la mayoría de los casos.
Requieren algunos cuidados especiales como el baño con jabones suaves y poco detersivos, el abrigo para evitar el extremo frío, en invierno, y para cubrirlo del sol directo, en verano, que lo broncea y puede afectar su piel.
La cola es parecida a la de una rata y puede llevar algunos pelos a modo de una borla rala. Sus ojos de contorno de “limón” admiten los colores relacionados con el manto.
Inteligente hasta la sorpresa, juguetón hasta la travesura, sociable hasta el hartazgo, el sphinx es especialmente amigable con otros animales, a los que disfruta sin lugar a dudas.
Elegido por unos pocos por el exotismo de sus rasgos y sus características particulares, resulta, paradójicamente, el gato indicado para aquellos alérgicos al pelo de gato o para quienes presentan debilitadas sus defensas que pueden ser agredidas por el pelambre abundante de los gatos típicos de otras razas.
Es un animal que vive o le resulta más grato hacerlo en el interior de la casa, casi exclusivamente. Por sus particularidades físicas y de comportamiento resulta una mascota singular e incomparable, sencillamente maravillosa.
Un ET entrañable, un gremlim doméstico y tierno, una deidad egipcia en el sofá del living que llegó para quedarse en el preciso centro de nuestro corazón.