Con un área de 2.765 hectáreas, el departamento se continúa consolidando como el primer productor de esta fruta en 35 municipios. Expertos explican los retos del sector y se defienden frente a los señalamientos por el uso de plaguicidas.
Diario del Huila, economía
Por: Gloria Camargo
Con un liderazgo desde el centro del departamento, el Huila viene consolidando su participación nacional como mayor productor de lulo. Según el portal Ceres Agroecología, la región cuenta con 2.765 hectáreas sembradas para esta fruta en 35 de sus 37 municipios.
Donde se destacan los municipios de Colombia, Acevedo, Garzón, Pitalito y La Plata, con el 53% de esta área total sembrada.
Según Juan Pablo Penagos, ingeniero agrónomo y quien se ha dedicado a la agricultura y en especifico al cultivo de lulo desde hace casi 20 años, indicó que “el departamento del Huila, desde hace al menos 30 años, ha sido reconocido como líder en el cultivo de la planta de lulo”.
Y explicó que “los grandes agricultores de lulo, en su mayoría, provienen del centro del Huila, especialmente de la zona de Gigante y Zuluaga en Garzón.
Fue en esta área donde se desarrolló un liderazgo hace aproximadamente 20 años, con agricultores que impulsaron la tecnificación del cultivo de lulo, logrando las mayores producciones y aplicando las últimas tecnologías”.
Zona de cultivo
En el Huila, la zona de cultivo de lulo ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Hace unos 20 años, la producción principal se concentraba en las áreas mencionadas anteriormente, en Zuluaga, Garzón y La Vega de Gigante.
Sin embargo, debido al aumento de la densidad de cultivo y el consiguiente incremento de plagas, la actividad se ha desplazado hacia la Vereda Belén, en el municipio de La Argentina, desde hace aproximadamente 10 años.
No obstante Penagos señala que desde “hace unos cinco o años años, la zona de cultivo de lulo se desplazó hacia el sur del Huila, específicamente al municipio de Pitalito. Durante ese tiempo, se estima que había alrededor de 2 millones de plantas de lulo en esta área”.
Sin embargo, cabe destacar que esta cifra es aproximada, ya que no existe un registro oficial o estadística precisa debido a la falta de una agrupación formal de agricultores y al constante cambio de áreas de cultivo mes a mes.
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Uso de plaguicidas
Frente a este aspecto, el ingeniero agregó que si bien los productores de esta fruta, son señalados de ser los mayores contaminantes debido al uso de los plaguicidas.
“Parte de eso es cierto y parte no. El cultivo de lulo, una planta perteneciente a la familia de los tomates de árbol y uchuva, es susceptible a plagas y enfermedades, como insectos, bacterias, hongos y virus”.
Esto a diferencia de otras plantas, como las gramíneas o los cultivos de café, que requieren menos insumos, el lulo demanda una aplicación rigurosa, constante y preventiva de agroquímicos para su protección.
Por lo cual se implica el uso frecuente de fungicidas e insecticidas, algunos de los cuales también se utilizan en otros cultivos en Colombia, como café, arroz, tomate, frijol, arveja, entre otros. “Por lo tanto, el lulo no es el único cultivo que requiere la aplicación de plaguicidas, aunque pueda ser más intensiva debido a la necesidad de aplicaciones más frecuentes”, señaló.
Por lo cual añadió que los insecticidas forman un grupo específico y su uso debe ser regulado de manera responsable, al tiempo que indicó que no se puede atribuir la responsabilidad exclusivamente a los agricultores o a los cultivos sería simplificar el problema.
“En realidad, la responsabilidad también recae en las casas productoras de estos productos, que no se encuentran necesariamente en Colombia, y en el Estado colombiano, que autoriza la comercialización y aplicación de los insecticidas a través del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA)”.
¿Y la rentabilidad?
Con respecto a si es rentable por hoy invertir en este cultivo, Penagos señaló que en primera medida “todos los cultivos agrícolas experimentan épocas de bonanza y escasez.
Desde los tomates, el café, el cilantro, la yuca, la papa, el lulo y hasta el frijol y la caña de azúcar, cada uno tiene su temporada y sus años de precios altos y regulares”.
Y puntualizó que “en los 20 años que llevo en este campo, he experimentado de todo: años con precios muy favorables y otros con caídas drásticas. Como agricultores, debemos aprender a convivir con esta fluctuación de precios y gestionar nuestros cultivos entendiendo que los precios son volátiles, al igual que un ascensor que sube y baja”.
Por lo cual añade que “no existen cultivos o precios malos, lo que necesitamos es aprender a adaptarnos a este constante cambio de precios y ser eficientes en nuestra producción. Debemos ser rigurosos en la verificación y trabajar arduamente para obtener mejores resultados. No debemos culpar a nadie, ni al Estado, ni al Presidente, ni al Congreso de la República por los precios”.
Y explicó que los productores, no solo del Huila si no de todo el país, deben ser conscientes del campo, “responsables en nuestra administración, gastos y producción, tanto en el momento de sembrar como en nuestras labores. Debemos ser coherentes con los precios y entender cómo funciona el mercado”.
Mercados internacionales
Colombia, según los datos del DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística), ocupa el noveno lugar como exportador de frutas exóticas a nivel mundial, pero aunque para Colombia estas frutas no sean exóticas, sí lo son para países como Estados Unidos, Canadá y varias naciones europeas, quienes las adquieren por sus sabores inusuales, colores y formas distintivas.
De acuerdo con la información proporcionada por Procolombia, la gulupa es la fruta exótica colombiana con mayor demanda en el extranjero. Sin embargo, el lulo también muestra un gran potencial, siendo los Países Bajos, Estados Unidos, Canadá y Alemania los principales destinos de exportación para estos productos.
Álvaro Palacio, de la Asociación Hortifrutícola de Colombia, destaca que las frutas exóticas colombianas son especialmente apreciadas por los consumidores europeos debido a su alto contenido de azúcar (medido por el grado brix), así como por sus llamativos colores, aromas y formas.
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En cuanto a la cosecha de estas frutas, es importante tener en cuenta la altitud. Según Álvaro Palacio, a una altitud de 1.300 metros sobre el nivel del mar, en Pitalito, es posible cultivar una variedad de lulo llamada «planchulita» y obtener la primera cosecha en 9 meses.
Sin embargo, si la altitud se eleva a unos 1500 metros, en una vereda o lote, el tiempo de maduración se extiende a 10 meses. En caso de ascender a 2000 metros, el proceso de maduración puede llevar aproximadamente 14 meses.
En el caso específico de Pitalito, después de la primera cosecha, es posible recolectar frutas cada 15 días durante 9 meses, siempre y cuando se lleve a cabo una buena gestión. Esto significa que se puede mantener la recolección de frutas durante un ciclo total de aproximadamente 12 a 13 meses, desde la siembra hasta la última cosecha, lo que equivale a unos dos años en total, según las indicaciones del experto.