Por: Aníbal Charry González
El refranero popular ha acuñado una frase sabía que dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver, que significa que es imposible convencer a alguien de aquello que no quiere aceptar, no obstante la tozuda realidad, y eso es precisamente lo que le pasa en estos momentos de pandemia e inconformidad al subpresidente Duque, que insiste en mantener su suicida ceguera ante las marchas de protesta no solo contra la regresiva e inoportuna reforma tributaria lesiva de la clase media y trabajadora, sino en general contra su desastroso Gobierno , magnificando el aislado vandalismo que no puede faltar en esta clase de eventos y que por supuesto hay que rechazar, pero subestimando la masiva y pacífica protesta de la ciudadanía que le pide el retiro de la reforma, insistiendo en mantenerla cuando la presentó de manera inconsulta y arrogante.
Es que la gente no entiende y es una de las razones de la indignación popular, que Duque después de haber prometido como candidato que en su gobierno no habría más impuestos y sí incremento de los salarios, y después que en ninguna circunstancia presentaría otra reforma tributaria en estos momentos de crisis y penurias económicas y de todo orden por la pandemia – y ya van dos en su tortuoso e incompetente gobierno-, resuelva presentar sin consultar a la misma clase política que la repudia incluido su partido -por lo menos de dientes para afuera este esperpento de reforma que pensaba gravar en forma indolente hasta los servicios funerarios en medio de la mortandad y el dolor de la ciudadanía demostrativo de la ruindad de la misma, pretendiendo recaudar además 28 billones de pesos mayoritariamente con las rentas de trabajo y con la extensión y el incremento del IVA.
Qué clase de solidaridad sostenible es esa que pretende ahorcar más a la clase trabajadora y al agobiado pueblo colombiano que tiene 21 millones de pobres, 10 de ellos en la miseria absoluta y 26 millones en la informalidad, cuando solo destinaba a este propósito 6 billones en los subsidios de siempre que por supuesto no llegan a la afectada clase media ni tampoco las exenciones de los ricos que se mantienen incólumes, sin que se incluyera ninguna norma para generar trabajo productivo, ni para gravar con más impuestos a los que verdaderamente tienen que tributar que son los más ricos como la banca y el sector financiero, que han obtenido billonarias ganancias en estos momentos de crisis en medio de la penuria de los que protestan, cansados de aguantar los abusos de la clase política que solo responde a los intereses de sus financiadores.
Es tan grave y peligrosa la ceguera de Duque en estos convulsionados momentos, constituyendo un verdadero desafío a la indignada ciudadanía que pide el retiro de la reforma insistiendo tercamente en negociar su tamaño, olvidando que ahora el expoliado pueblo soberano como nunca antes, lo que está es mandando dejando de ser borregos como decía Gaitán, para que el mandante cumpla sus ordenamientos. Ojalá lo entienda.