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Sí hubo sistematicidad de falsos positivos en el Huila

Ago 9, 2024

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Sí hubo sistematicidad de falsos positivos en el Huila. Así lo señaló ayer el Magistrado de la JEP Carlos Parra. En el inicio de la Audiencia de reconocimiento, se escucharon a las víctimas y los comparecientes. Estos últimos reconocieron su responsabilidad en las planificación, ejecución y encubrimiento de los homicidios.

DIARIO DEL HUILA, INVESTIGACIÓN

Por: Gustavo Patiño

Uno de los primeros recuerdos que tiene Omar Ortiz Sepúlveda de su hermano menor Ovidio, son las jornadas en las que juntos acompañaban a su padre, al ser los hermanos mayores en una familia numerosa, a llevar desde la vereda La Gran Vía en Gigante hasta la galería del centro de Neiva los productos del campo que cosechaban para la venta. Llegaban a las cuatro de la mañana y entregaban a los vendedores lo que traían desde el centro del departamento.

“Nosotros traíamos a las cuatro de la mañana a vender acá guayaba, naranja, banano, aguacate, plátanos, yuca, todos los productos alimenticios y se los entregamos a los vendedores, y a las 10 de la mañana estábamos recogiendo el empaque y pasando por cada puesto, cobrando los productos y así lo hacíamos permanentemente. Mi hermano siguió en la parte agrícola y siguió también en la conducción”, señaló Omar, quien le llevaba un año de más a Ovidio.

Los hechos

La numerosa familia, de tres hermanos hombres y seis mujeres, obtenía el sustento de lo que producía en el campo, camino que en la vida adulta Ovidio continuó, sin salir de su comunidad. Cuando murió su señor padre en el 2006, Ovidio seguía dedicado a las labores del campo, además de transportar personas en el vehículo de su progenitor, vendía leche que compraba y llevaba hasta el pueblo. Se hacía cargo de su madre, además de sus cuatro hijos.

“Él venía de llevar la leche que se la compraba al señor Arnulfo, al lado de abajo de la Gran Vía y en ese momento las fuerzas militares, los soldados llegaron y lo pararon, le cogieron la moto, uno le atravesó adelante en medio de las piernas le cogió la llanta delantera y el otro en la parte de atrás, lo hicieron bajar de la moto a la fuerza, lo subieron a un cafetal del señor Misael Quintero, un sitio llamado la balastrera, en ese sitio lo subieron, serían por ahí unos 20 metros a ese cafetal, lo masacraron, le quitaron la vida y le pusieron un arma y le pusieron vestimenta, haciéndolo pasar como un miliciano”, narró a Diario del Huila Omar Ortiz.

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Las víctimas hablaron

Ovidio, quien tenía 41 años cuando fue asesinado por soldados del Batallón Número 26 Cacique Pigoanza, es tan solo una de las 208 víctimas mortales que, desde el día de ayer y hasta mañana en el Centro de Convenciones de Neiva, serán el centro de la Audiencia de Reconocimiento y Aceptación de Responsabilidad, en el marco del subcaso Huila del caso 03 «Asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado».

En la instalación de la primera sesión de esta audiencia, fueron escuchadas las víctimas acreditadas, quienes confrontaron a los militares comparecientes ante la Justicia Especial para la Paz sobre los atroces crímenes cometidos contra pobladores de varios municipios del Huila. Entre estas víctimas acreditadas estuvo Amparo Ortiz Sepúlveda hermana menor de Omar y Ovidio, quien en su intervención les preguntó a los militares las motivaciones para cometer el homicidio, no solo de su hermano, sino de los otros 199 mal llamados ‘falsos positivos’.

¿Sintieron compasión?

“Yo quiero comparecientes preguntarles a ustedes ¿ustedes sintieron compasión alguna vez al quitarle la vida a nuestros familiares? ¿ustedes sintieron, antes de actuar, sintieron algo? ¿no analizaron los daños que nos iban a hacer a todas las víctimas al quitarnos los seres queridos? ¿Por qué los señalan a ellos como guerrilleros, delincuentes, comunicativos de la guerrilla?, cuando ustedes los volvieron en eso en los momentos en que los mataron, en el ejemplo de mi hermano Ovidio Ortiz, poniéndole un revolver y una granada en su bolsillo, para poder demostrar que era guerrillero, cuando él era un campesino nacido y criado ahí, un buen hijo, un buen hermano».

«Todos los hijos víctimas, estas personas que estamos hoy presentes ¿por qué los disfrazaron de guerrilleros cuando ellos ni un arma tenían? Las armas de ellos eran sus manos para poder defender y sacar a sus familias adelante ¿por qué lo hicieron? ¿por qué no tuvieron compasión de toda esta gente a la que le han dejado un dolor grande?”, cuestionó Amparo en su intervención.

Informantes eran reclutadores

Posterior a las intervenciones de las víctimas acreditadas, los comparecientes iniciaron sus reconocimientos de verdad, el primer turno fue el del coronel retirado Carlos Yair Salamanca, quien para la época de los hechos tenía el rango de Teniente Coronel y era el comandante del Batallón Cacique Pigoanza, con sede en Garzón, que tiene como jurisdicción los municipios del centro del Huila.

“Cuando llegué a esta unidad militar mi misión era salvaguardar la vida de todos los pobladores del centro del Huila. Se iniciaron a desarrollar operaciones hacia las áreas campamentarias de las diferentes estructuras, hacia los departamentos del Caquetá, del Cauca y el Tolima, pero los resultados eran mínimos, no eran los esperados, entonces me reuní con el oficial de inteligencia señor Capitán Luis Carlos Aguilera, para la época de los hechos y yo como comandante le ordené que tomara contacto con algunos grupos al margen de la ley, con informantes, con la finalidad de que tuvieran algún acercamiento y llevar a estas víctimas donde se encontraban los diferentes pelotones, con el fin de segarles la vida”, señaló.

‘Firmé la legalidad’

El militar reconoció que, por sus instrucciones, los informantes se convirtieron en reclutadores, a los que se les pagaba por las muertes, las armas y las municiones, “ellos llegaban con la información a la sección de inteligencia, al comando del batallón, manifestaban que sabían quiénes eran las personas que tenían algún vínculo con estas organizaciones al margen de la ley, entonces esos reclutadores empezaron a ver esto como un ingreso económico. Usé como respaldo la directiva 029 del año 2005, según la cual una muerte, las armas y las municiones tenían un valor cada una».

«El oficial de inteligencia elaboraba su anexo de acuerdo a las últimas informaciones que llegaban de los diferentes puntos de la jurisdicción, el oficial de operaciones, el señor Arias para la fecha de los hechos, elaboraba su orden de operaciones y plasmaba la ubicación de los diferentes pelotones en la jurisdicción del batallón, después de esto yo como comandante firmaba la orden de operaciones donde se le daba el aval de legalidad”, aseguró el ahora exmilitar, quien reconoció que los vehículos del batallón eran utilizados “para transportar las víctimas, para llevarlas, estos reclutadores los entregaban directamente a los pelotones, donde esto terminaban en las muertes extrajudiciales”.

“Buscábamos resultados triunfalistas”

Por su parte, el subteniente Jairo Alberto Rico Silva, quien entre el 2006 y el 2008 fue comandante del pelotón Acorazado Tres, el que cometió el Homicidio de Ovidio Ortiz Sepúlveda en enero del 2007, asumió su responsabilidad por el asesinato del agricultor giganteño, sino de más víctimas, “asumo la responsabilidad por haber asesinado y haber encubierto el asesinato de personas inocentes, en estado de indefensión, presentándolas como guerrilleros, gente inocente, que no tenía absolutamente nada que ver con el conflicto armado, trabajábamos con informaciones que nos llegaban desde el batallón y otras que nosotros conseguíamos con personas de la región, bajo la política del pago de recompensas por informaciones».

«Esto llevó a que se convirtiera en un patrón de macrocriminalidad insostenible, muchas personas inescrupulosas, mal intencionadas, por lucrarse económicamente, daban malas informaciones dañando con esto el dolor de las familias y nosotros los comandantes de batallón, las secciones de inteligencia, las secciones de operaciones y comandantes de los pelotones que estábamos en las áreas de operaciones, por conseguir resultados operacionales, liberar presión de los mandos superiores, buscábamos resultados triunfalistas. Malos, dañinos, mentirosos, con informaciones que no eran siquiera corroboradas».

«Y aun así, actuando conscientemente, asesinábamos personas disfrazando la verdad con operaciones militares, atentando contra la humanidad de personas de la región, humildes campesinos, gente honesta, gente trabajadora, gente que salía de sus casas a vender la leche, a conseguir la comida para llevar el sustento a sus casas como es el caso del señor Ovidio Ortiz Sepúlveda, él no era un guerrillero. Ni siquiera estaba vinculado a un grupo delictivo, pero aun así fue asesinado por soldados del pelotón Acorazado Tres en enero del 2007. En la vereda La Gran Vía del municipio de Gigante, pelotón del cual yo era el comandante”, reconoció.

Así se encubrieron

Otro de los comparecientes fue José Alfredo Valderrama. Quien fue soldado profesional en el Batallón Número 27 Magdalena, en la Compañía Berlín Tres, en la época de los hechos. El exmilitar reconoció su responsabilidad no como ordenador, ni ejecutor, sino como encubridor de los homicidios presentados luego como bajas en combate. “Aunque nunca disparé en contra de las víctimas que voy a mencionar. Estoy aceptando mi responsabilidad en el encubrimiento y en la participación de estos hechos. Haberme prestado para hablar con informantes del batallón por orden del Sargento Viceprimero López y coordinar posibles homicidios».

«Haberme prestado a llevar armas a los sitios de los hechos. Haber ido al sitio siempre recibiendo órdenes del Sargento Viceprimero López, con el fin de verificar que sí se hubiera hecho el homicidio. Ir al sitio de los hechos para verificar si alguna unidad ejecutora del crimen necesitaba algo o algún arma. Haberme prestado para dar declaraciones falsas, testimonios falsos ante la fiscalía ,diciendo algo que nunca sucedió. Todo esto con el fin de encubrir los delitos y desvirtuar las declaraciones, todo este todo esto con el fin de participar en permisos. Viajes al exterior, viajes que nunca obtuve”, señaló.

No eran ‘manzanas podridas’

El magistrado Oscar Parra, al finalizar los reconocimientos en la mañana de ayer. Señaló que es importante escuchar las versiones de los exmilitares porque no se trató de ‘manzanas podridas’. “Se trató de crímenes de lesa humanidad cometidos en forma sistemática y generalizada en el Huila. Que respondían a una planeación, una ejecución y un encubrimiento que han ido relatando los comparecientes. Eso es muy importante porque rompe el negacionismo de no reconocer que estaban relacionados entre sí. En su momento se dijo que eran hechos aislados. O que por algo pasaron en el marco del conflicto armado, los reconocimientos nos muestran que no eran aislados. Que estaban reunidos en una misma estrategia de violencia”.

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