A la fecha de hoy, han pasado ya nueve días desde que comenzaron las manifestaciones y protestas en nuestro país, a raíz de la radicación de un proyecto de reforma tributaria por parte del gobierno nacional, para hacer tránsito en el Congreso de la República.
Expertos en temas sociales, políticos y económicos, han expresado en diferentes escenarios y por diferentes medios, que esta reforma se presentó en el momento menos oportuno, debido a que el país ha venido atravesando por una dura crisis, de tamaño monumental, a raíz de la pandemia, la cual ha ocasionado el cierre de centenares de empresas, la pérdida de miles de empleos y el incremento en los índices de pobreza, además de generar fuertes impactos sicológicos en la población, debido a la lamentable pérdida de familiares y amigos, por esta terrible enfermedad, entre otras razones de suma importancia.
De acuerdo a los últimos datos registrados, Colombia alcanzó en total 2.951.101 casos de COVID-19, de ese número, 2.773.220 personas ya vencieron el virus y 76.414 han perdido la batalla contra la enfermedad. El país llegó al día 426 de la pandemia con 91.703 casos activos, en medio de una campaña de vacunación que no avanza al ritmo que debiera avanzar.
Este panorama, junto con las medidas de bioseguridad y circulación, adoptadas en cada uno de los departamentos y ciudades, ha generado un escenario sumamente complejo en todo el territorio nacional y con el anuncio de una nueva reforma, más la posición vehemente de analistas económicos, jefes de partidos políticos y medios de comunicación, se generó la explosión de una bomba social que venía a punto de estallar.
Las necesidades de la población son palpables, solamente basta con recorrer los barrios de estratos uno, dos o tres, y los subnormales, de las diferentes localidades del país, para dimensionar las enormes dificultades que afronta la población, por la falta de empleo y oportunidades, por el escaso ingreso familiar y la insuficiente capacidad de compra de alimentos, pago de servicios, entre otros.
Colombia seguramente no es el único país de Latinoamérica con un panorama tan complejo, puede que se presenten situaciones similares o aún más difíciles en Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, entre otros; pero nosotros vivimos aquí y nos importan los problemas nuestros y en resolver nuestras propias dificultades, en ello es que debemos concentrarnos para poder salir avante.
Yo tengo mucha fe en que toda esta problemática va a poder solucionarse de la mejor manera, con decisiones políticas maduras, consensuadas, pacíficas, adecuadas y coherentes con la realidad de este país, ojalá que así sea por el bien de todos.
Culmino esta columna con la siguiente frase de François de La Rochefoucauld que dice: “La esperanza y el temor son inseparables, pues no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor”.