La imagen de la Virgen de Guadalupe, en un mueble de la gerencia, fue lo único que se salvó en el incendio a la oficina, la noche que fue vandalizado el centro de Neiva.
DIARIO DEL HUILA, HISTORIA
Por: Hernán Galindo
El pasado lunes, la noche de terror por el ataque de vándalos al corazón de Neiva, fueron violentadas e incendiadas varias sedes bancarias del microcentro de la ciudad.
Una de ellas fue la oficina central de Bancolombia en pleno Parque Santander, junto al edificio de la Gobernación del Huila. Fue arrasada casi totalmente. Poco se salvó.
Al día siguiente, cuando las autoridades y directivos del Banco ingresaron para evaluar los destrozos quedaron paralizados. Sobre un mueble de la gerencia permanecía en pie, en muy buena condición, testigo mudo del repudiable hecho, una imagen de la Virgen de Guadalupe, algo afectada por el humo de las llamas.
“Es un milagro”, no dudaron en afirmar algunos de los presentes, aterrados porque la imagen religiosa estuviera en pie pese a la gravedad del atentado.
De inmediato alguien destacó que la mirada de la Virgen de Guadalupe representa la bondad y ternura que debe haber en las personas. “Está inclinada hacia abajo porque es señal de reverencia y respeto”.
Esperanza Puentes, pinta con amor y devoción
Todavía impresionados, no dudaron en llamar a Esperanza Puentes Sandino la persona que había pintado la cerámica de la ‘virgen milagrosa’ para que la restaurara y la regresara pronto al Banco, a donde la había llevado hacía 4 meses.
‘Panchita, como le dicen de cariño, confirma lo sucedido. “Todo, todo se quemó. Nada servía, solamente quedó la Virgen. Eso fue un milagro, como dicen gente que conoce lo ocurrido”.
Esperanza tiene 55 años. Cuando tenía 18, hizo un curso de pintura de cerámicas de vírgenes, pero se quedó ahí, con la enseñanza. No la desarrolló. Hasta que hace seis años asistió a un Retiro de Emaús católico y cambió su vida.
“Es la oportunidad de hacer un alto en el camino, alejarte del trabajo y las preocupaciones diarias, para pensar en tu vida, conocer nuevos amigos en el espíritu, analizar el rumbo que llevas y tomar decisiones de vida de la mano de Dios”.
Poco tiene después se entusiasmó con la idea de hacer una virgen. Cumplió y la puso en la oficina. Las amigas y conocidos que llegaban se enamoraban de la imagen y le pedían una.
Los hijos la animaron a vender y desde entonces está dedicada a matizar distintas figuras religiosas: cristos y ángeles, además de las distintas vírgenes. Su idea es ilustrar, representar, en una forma material el mensaje cristiano.
Aunque cada imagen la vende entre 25.000 y 150.000 pesos, asegura que no lo hace por negocio. No vive de ese arte. Es por placer, por espiritualidad, “por el profundo bienestar que se llevará a la vida y al hogar de las personas”.
Por eso, trabaja con devoción, amor, mucha religiosidad, respeto y llena de felicidad.
Antes de sentarse a pintar se lava las manos con agua bendita, reza con entrega, ora y pide a la virgen que al lugar que llegue lo bendiga, proteja y cuide, y a quienes lo habitan.
“Me pongo a pintar muy alegre, porque me fascina, escucho o rezo el rosario y les hablo a mis virgencitas. Le pido me regale su corazón, que me ayude a ser como ella: humilde, generosa, buena madre, me de piedad, a no hablar mal de nadie. Estoy convencida de que voy por el buen camino”.
El arte
Las piezas que tienen más pedido son la de Guadalupe, Las Mercedes, Santa Marta, Fátima y María Auxiliadora, aunque para Esperanza todas son lindas, milagrosas y conceden muchas cosas a quienes son fieles devotos.
“He conocido y sabido de muchos milagros. De toda clase. De eso no quepa duda”.
Pancha compra el molde o la cerámica en Bogotá y Neiva. Luego se pone cara a cara con la virgen y le ruega le ayude a entender o a saber cómo quiere que la pinte. Qué color, qué vestidos, las flores…
“Porque todas las pinturas son diferentes, sin extravagancias, nada de lentejuelas, colores no fuertes, que reflejen paz, luminosidad, esperanza, amor. Que le representen como es ella, llena de humidad y sencillez. Siempre con un rostro alegre”.
Esperanza confiesa que estuvo “brava” con Dios un periodo de 5 meses, hace 15 años. Aún no pintaba. Fue por la muerte de su esposo John Jairo Amaya. Le reclamaba por qué se lo había quitado.
“En esa época no era tan piadosa, pero siempre he sido amiga de los sacerdotes. Ellos me explicaron que por alguna razón había ocurrido. Que debíamos tratar de entender las decisiones de Dios. A partir de ahí me he entregado mucho a Él”.
¿Y los hijos, Juan Pablo y Camilo, son igual de piadosos y religiosos?:
“Estoy en eso. Les insisto en ir por el buen camino. En ir a misa. En rezar y orar, porque es muy importante en la vida de cada persona. Yo la pongo en manos de Dios y la Virgen y me olvido de cualquier problema”.