La mala alimentación es una de las acciones en la que la población en general no suele darle la importancia que amerita. Una dieta balanceada con proteínas, vitaminas y minerales ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, una cuestión para nada menor en tiempos donde abundan virus.
En este contexto, uno de los síntomas que más se presentan -no solo en contra del sistema inmunológico- es la inflamación que, a veces, “se convierte en una llama hirviendo a fuego lento”, como dice Robin Foroutan, una reconocida dietista integradora con sede en Nueva York. “Si no se controla, puede causar fatiga, dañar el tejido sano y aumentar el riesgo de una serie de dolencias, como asma, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiacas entre otras”, confirmó.
Entre la lista de los alimentos que pueden llegar a tener importantes afectaciones en su cuerpo son: la carne en brasa, carnes procesadas, alcohol, alimentos fritos, alimentos y bebidas azucaradas, así como alimentos envasados procesados y carbohidratos altamente refinados.
La “buena” noticia es que la inflamación crónica se detecta rápidamente, porque proviene, en parte, del consumo crónico de cantidades excesivas de ciertos alimentos. Por eso, modificar la dieta ayuda desde el momento que se cambia la alimentación.