Un reciente estudio realizado por la Universidad de Harvard de los Estados Unidos derribó un mito sobre los adultos mayores. Los investigadores afirmaron que la actividad física a partir de la mediana edad desvía la energía de los procesos que pueden comprometer la salud (el envejecimiento) y la dirige hacia los mecanismos del cuerpo que la prolongan.
La principal conjetura de la investigación radica en que los seres humanos evolucionaron para mantenerse físicamente activos a medida que envejecen. Al hacerlo, se asigna energía a procesos fisiológicos que frenan el deterioro gradual del cuerpo con el paso de los años. Esto protege contra enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la diabetes de tipo 2 e incluso algunos cánceres.
Hacer ejercicio durante cualquier etapa de la vida siempre será una buena decisión; así lo describen varios estudios que hablan de este tema, Por su lado, la doctora Monika Katz, fundadora del Equipo de Trastornos Alimentarios del Hospital Durand y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), aseguró que a partir de los 50 el proceso de envejecimiento tiene determinadas características que incluyen la sarcopenia, que refiere a la “disminución del músculo en la cual sube la masa grasa y se reduce la masa muscular”; y la ostiopenia, en la cual “empieza a bajar densidad mineral del hueso”.
“Por eso es importante mantener un buen peso a lo largo de la vida, con un Índice de Masa Corporal (IMC) entre 18,5 y 25, y más aún después de los 50, por las enfermedades asociadas que aparecen a esa edad”, enfatizó Katz. Además, la pérdida de masa muscular y ósea elevan el riesgo de que las personas sufran caídas y fracturas. En esta línea, también es importante fortalecer el sistema inmunológico.