La marmota alpina destaca por sus curiosos hábitos, como su forma de comer sentada sobre sus patas traseras o por cómo guarda la entrada de la cueva donde residen sus congéneres, a los cuales avisa mediante una especie de chirrido.
DIARIO DEL HUILA, MEDIO AMBIENTE
Este roedor es uno de los más grandes de Europa y tiene parentesco con las ardillas, aunque sus costumbres y aspectos sean diferentes. En este artículo te informamos sobre las características y los hábitos de la marmota alpina, que elige su hogar a más de 800 metros de altura.
Características de la marmota alpina
Para comenzar, es bueno saber que este roedor mide unos 60 centímetros –más 15 centímetros de cola, la cual es corta en comparación con otros de su familia– y pesa como máximo ocho kilos. Puede adelgazar o engordar según la época del año; es más pesado en otoño y más delgado en primavera, después de hibernar. Tras el castor y el puercoespín, la marmota alpina es de los roedores más grandes de Europa.
Cuenta con cabeza y cuerpo robustos, patas cortas y orejas muy pequeñas que se han adaptado al frío que se registra donde viven. En cuanto a su pelaje, es pardo grisáceo en el dorso, amarillento en el vientre y negro en la punta de la cola. Existe una subespecie cuyo pelo es más claro.
Distribución de la marmota alpina
Si bien por su nombre podemos inferir que la marmota alpina se encuentra en los Alpes, también se halla en otros sistemas montañosos de la región: los montes Tatras y los Pirineos. Su hogar está situado entre los 800 y los 3 200 metros sobre el nivel del mar.
Según los registros fósiles, la marmota alpina habitó la zona que comprende las actuales Inglaterra y Rusia desde hace miles de años. Sin embargo, su población se ha visto reducida debido al avance del hombre, a los cambios climáticos y a la caza furtiva.
Aunque para inicios del siglo XIX la marmota alpina casi estaba extinta, diferentes medidas ayudaron a evitar su desaparición. Por ejemplo, desde 1869 no se la puede cazar en los Tatras, y a partir del siglo pasado se han llevado a cabo repoblaciones en Francia, las cuales se han expandido hasta los Pirineos franceses y españoles.
Esto se debe a que se trata de una especie adaptable y flexible en cuanto a su alimentación y refugio. La rápida expansión de la marmota alpina se debe a las condiciones climáticas de la región, a la cual está acostumbrada.
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Comportamiento y hábitos de la marmota alpina
Como sucede con la mayoría de sus familiares, la marmota alpina es de hábitos nocturnos y durante el día puede pasarse horas buscando comida. Cuando lo hace, se sienta sobre sus patas traseras y toma el alimento con las delanteras, en una postura muy característica.
Además, se trata de una especie muy sociable y puede formar colonias de centenares de ejemplares en una misma gran madriguera, aunque no estén emparentados. Las guaridas pueden tener varios metros de profundidad y les ayudan tanto a protegerse de las bajas temperaturas en invierno –con nevadas incluidas– como de los ataques de los carnívoros.
A veces se puede encontrar una marmota alpina en la entrada de la madriguera, bien alerta para avisar a sus compañeros sobre la aparición de algún peligro. Si esto sucede, emite un chirrido muy agudo que llega hasta el fondo de la cueva compartida.
Al ser un herbívoro que forma núcleos de congéneres, impacta sobre la flora de los prados alpinos y es un competidor destacado para otras especies, como por ejemplo la perdiz nival. Sin embargo, también ofrece sus ‘beneficios’ al ecosistema, debido a que se ha convertido en una presa fácil de capturar para depredadores como el águila real y el zorro.
En el otoño devoran una gran cantidad de hierbas y raíces, y desarrollan una gruesa capa de grasa debajo de la piel. Durante la temporada invernal, la marmota alpina hiberna: la temperatura de su cuerpo desciende más de siete grados, las pulsaciones a 10 por minuto y la respiración a tres veces cada 60 segundos.