La ley del más fuerte, la ley de la fuerza impera en donde no hay ley. Un pueblo llega a la anarquía cuando no hay gobierno que gobierne. El indefenso se siente absolutamente inerme ante un desgobierno, sus derechos resultan pisoteados por el más fuerte. Por favor, señor gobernante, si a usted lo nombran o eligen para gobernar, gobierne, si no, renuncie; no haga mal a las instituciones, a las empresas, al país. En una curva de análisis del desarrollo social, el factor humano y el factor productividad deben ir paralelos. La ley es para aplicarse; obviamente, cuando entra en conflicto la ley y la justicia, prima la justicia. Tengan esto en cuenta señores jueces: la ley es para interpretarse, claro no subjetivamente, pero nunca se puede deslindar el factor humano. Cuando los grupos armados se toman la ley por la fuerza, aparecen las más crueles injusticias. ¡Ah, en nombre de causas e ideologías, cuánta sangre ha corrido por el planeta! Por favor, incluso en nombre de Dios, ¡cuántos atropellos a la persona humana! Nuestro escudo nacional expresa la más madura democracia: LIBERTAD Y ORDEN. Claro que sí, ¡qué hermosa libertad! Sí, pero cuando hay orden. Por favor, mi derecho termina cuando empieza el derecho del otro. En los países en donde la democracia ha llegado a buen nivel de madurez, el respeto a la ley es sagrado: allí no hay privilegios, el que las hace, las paga; allí no hay padrinos políticos; el infractor paga la pena. Por favor, esto educa. Cuando reina la ley de la jungla, gobierna el más poderoso. La autoridad debe ser inflexible frente al delito; la impunidad es la fuente de la corrupción y la injusticia. Un gobierno complaciente con el ruido de las pancartas, incendios y arbitrariedades, es un gobierno que favorece la anarquía. El gobernante que quiera complacer a todos, termina abandonado por todos. No se trata de ser autárquico, se trata de cumplir la ley. Un gerente que tiene como línea de administración, “toquémonos pasito”, lleva a la quiebra a la empresa. Con compresas no se extirpan los tumores, es necesario el bisturí. Un secreto del buen gobierno es la aplicación imparcial de la ley; los favoritismos le quitan autoridad al gobernante y llevan al caos al país o a la empresa. Cuando la autoridad es débil, aprovechan los vándalos y agiotistas. Los países que van a la vanguardia de la prosperidad social, están marcados por el orden y el respeto a la ley. Una empresa con una dirección que consulte y haga trabajar en equipo, genera resultados positivos. La permisividad ante los delitos y faltas, acelera la delincuencia. Cuando el bandido no es castigado, sufre la sociedad y padece el flagelo de la inseguridad. Si el Estado, como reza nuestra Constitución, no garantiza el respeto a la honra y al respeto a cada persona, ¿entonces de qué es garante el Estado?; ¡cuántas demandas vendrían contra el Estado por su ineficiencia! Entonces, ¿qué garantiza el Estado? Por favor, ¿en qué se invierten los impuestos que pagamos los colombianos que trabajos de sol a sol? Necesitamos seguridad para poder trabajar.
