Hemos venido afirmando desde esta tribuna de opinión, que los permanentes bloqueos que están presentando las principales vías del país, están ocasionando una profunda crisis económica que se profundiza al interior de los hogares, por el desabasteciendo y especulación de los precios de alimentos, bienes y servicios. Gracias a la intermediación de algunas autoridades, se han logrado implementar algunos corredores humanitarios para que se permita la entrada de alimentos y algunos bienes esenciales, para no debilitar la dinámica productiva de los municipios. Pero estos bienes se han convertido en la bonanza de algunos distribuidores que sobrepasan los precios de mercado tradicionales, a través de incrementos que en muchas ocasiones sobrepasan el 1000% de sus normales precios.
Además, las largas y tortuosas colas para adquirirlos reflejan la escasez de éstos y la necesidad imperiosa de las familias para adquirirlos al precio que sea. No existen controles de las autoridades gubernamentales para contrarrestar este fenómeno económico que va en contra vía de la satisfacción de las necesidades básicas de las familias. Esta misma tragedia la han venido padeciendo los hogares venezolanos, desde hace dos décadas, producto de la errada ideología impuesta por el dictador Nicolás Maduro. Además, es el sueño de algunos líderes políticos de la izquierda que quieren imponer este modelo socialista, a partir del 2022.
Igualmente, la pérdida de empleos es visible. Todos los establecimientos comerciales que han sido saqueados y destruidos miserablemente por el vandalismo han generado un temor a los demás propietarios de los locales, cerrándolos y estableciendo más horarios cortos para evitar que sean sujetos de estos desadaptados sociales que no respetan el orden jurídico del país. Además, las medidas gubernamentales para evitar alteraciones de orden público y un aumento de la pandemia, han provocado la afectación de más del 60% de las actividades económicas.
Paralelo a lo anterior, se han roto todos los protocolos de bioseguridad para contrarrestar el Covid. Los manifestantes no les interesan esta pandemia, ni tienen en cuenta estas recomendaciones que a gritos emanan el personal de salud, que diariamente ven saturados las camas UCI y que en muchos centros hospitalarios, se empieza a notar la falta de oxígeno y de los medicamentos esenciales para atender a los enfermos por este mortal virus, que avanza silenciosamente en todo el territorio nacional.
Hay que hacer de esta crisis una oportunidad, que quizá sea un nuevo amanecer. La gente está cansada del encierro, la incertidumbre, la crisis sanitaria, la demora en las vacunas, pero sobre todo de la falta de liderazgo nacional, factores que sumado siembran la desesperanza que se respira en estos momentos. Nunca es tarde para volver a comenzar y barajar de nuevo el juego.