En el complejo entramado del mundo laboral, un factor crucial, pero a menudo subestimado es el impacto de los líderes tercos y del mal liderazgo dentro de las organizaciones. Si bien es fácil medir el rendimiento de un equipo en términos de resultados tangibles, como las cifras de ventas o producción, hay efectos más sutiles, pero igualmente perjudiciales que no se reflejan en esas métricas, como el estrés de los empleados o su deseo de renunciar.
Según Milton Beck, director general de LinkedIn para América Latina, los jefes difíciles suelen actuar con motivaciones egoístas que no están alineadas con los valores o propósito de la empresa. Aunque algunos de estos líderes pueden ser competentes en sus roles, su estilo de comunicación y enfoque de trabajo pueden chocar con las expectativas del equipo.
«El mejor consejo para enfrentar esta situación es buscar un mejor jefe», sugiere Beck, quien ofrece tres recomendaciones: plantear el problema ante recursos humanos, buscar un mentor o intermediario para gestionar las tensiones, y en última instancia, considerar cambiar de empleo.
Sin embargo, el impacto de un mal liderazgo no se limita al bienestar individual de los empleados; también tiene consecuencias a nivel empresarial. Según una encuesta de Gallup sobre mal liderazgo, el 70% de los casos de falta de compromiso del equipo se atribuyen a estas situaciones.
Latinoamérica, según el estudio, es una de las regiones con menor búsqueda activa de empleo, a pesar de reportar menos incidentes de mal genio en comparación con otras partes del mundo. Esto sugiere que la presión ejercida por el mal liderazgo puede desalentar a los trabajadores a buscar mejores oportunidades laborales.
«El estrés de los trabajadores se mantiene en niveles históricamente altos, lo que puede atribuirse a la recuperación económica post-pandémica y a la lucha contra la inflación en muchas regiones del mundo», señala el informe de Gallup.
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Además de aumentar el estrés y las intenciones de renunciar, el mal liderazgo mina la confianza dentro del equipo de trabajo, lo que a su vez puede afectar la productividad de la empresa.
Claudia Dulce Romero, directora de extensión y egresados de la Universidad del Rosario, advierte que la terquedad de un líder puede generar desconfianza dentro del equipo, obstaculizando la innovación, la comunicación y la motivación.
«Los jefes tercos pueden frenar la capacidad de la empresa para adaptarse y evolucionar, lo que puede conducir a una crisis por falta de personal o bajo rendimiento», concluye Romero. En última instancia, el impacto del liderazgo terco y del mal liderazgo trasciende los números y puede poner en riesgo la salud y el éxito a largo plazo de una organización.
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