Terminada la semana santa, empiezan los diferentes sectores de la economía a realizar balances, los cuales son muy preocupantes los resultados que tuvieron y que son inferiores a los años anteriores, y que colocan en entredicho el futuro de este importante renglón de la economía colombiana. Sobre todo, que es un importante generador de empleo y de ingresos para los operadores turísticos, empresas de transporte, gastrobares, restaurantes, hotelería y turismo entre otras actividades
económicas que contribuyen a fortalecer el PIB del país. En nuestro departamento, la situación climática contribuyó ostensiblemente a la afectación de este sector, por las dificultades temporales provocados por la crisis vial en el sector de Pericongo, lo cual desestimuló el tránsito vehicular de los visitantes hacia los atractivos turísticos del surcolombiano.
Los pasos por Naranjal y por Acevedo, se han convertido en un verdadero viacrucis para el tránsito vehicular. Igualmente, para otros sitios del país, también se presentaron dificultades. La eventual explosión del Nevado del Ruiz generó un desestimulo para los turistas hacia el eje cafetero y viceversa. El aumento de la sismicidad en el cráter, han provocado un temor generalizado para visitar dichos atractivos en este sector del país. Paralelo a lo anterior, el turismo se disminuyó en más de un 50%, de acuerdo con los reportes preliminares de los operadores de las Islas de San Andrés y Providencia.
El distinguido columnista de El Tiempo, Germán Vargas Lleras el día anterior publicó en su escrito, una radiografía cruda que soportaron miles de pasajeros. Producto de las cancelaciones de vuelos y la ausencia de planes de contingencia, ante la quiebra sorpresiva de las aerolíneas Air Viva y Ultra Air. Desafortunadamente la falta de oferta suficiente y competitiva de
tiquetes y la mala calidad de los servicios ofrecidos, generaron una profunda crisis social y económica en los destinos turísticos del país.
El país carece de una verdadera política para el sector turístico. La falta de una infraestructura aeroportuaria, la urgencia de avanzar en una regulación más moderna y competitiva, que junto con una política de cielos abiertos, libertades y plena liberalización del transporte aéreo. El turismo vive la peor crisis de la última década. Pero el Gobierno no ha hecho más que equivocarse. Comenzando con el aumento del IVA a los tiquetes aéreos del 5 al 19 %, y a los servicios turísticos y hoteleros del 0 al 19 %. Nada ha hecho en materia de planes de mitigación de efectos de la inflación, devaluación y aumento de precio de los combustibles, que representan para la industria costos adicionales de 101 %. Y, por supuesto, ausencia total de la Aeronáutica Civil, la SIC y la Super transporte en cuanto a supervisión financiera, comercial, logística, operativa y administrativa.
