Escrito por: Mayerly Daza Párraga
Ps. Esp. Directora Fundación ANDA
www.fundacionanda.com
Las emociones dan lugar a una serie de cambios o respuestas en el plano subjetivo, cognitivo, fisiológico y motor expresivo; cambios que están íntimamente relacionados con el mantenimiento del equilibrio, esto es: con la adaptación de un organismo a las condiciones específicas del medio ambiente.
Hablar de Bienestar Emocional, nos compromete en el reconocimiento consciente de varios sentimientos y emociones, que determinan en gran medida nuestro estado de ánimo, podemos sentirnos bien, serenos o, por el contrario, sentir estrés, enfado y tristeza. A partir de su conjugación o la preeminencia de alguno de ellos, el bienestar emocional adquiere distintas formas de ser y con ella distintos tipos que dependen de la personalidad de cada quien, que nos llevan a percibir que dominamos nuestras emociones y somos capaces de hacer frente a los desafíos de la vida.
La literatura muestra que la salud emocional es una habilidad, algunos escritos creen que tenemos el control total sobre nuestras emociones y otros creen que no existe ninguna posibilidad de controlarlas. Sin embargo, hay investigaciones que concluyen que la forma en que interpretas tus emociones puede cambiar la forma como las vives. La forma en que reacciones frente una emoción en concreto condicionará cómo actúa sobre ti. Ser emocionalmente saludable no significa que sea feliz todo el tiempo, las emociones son una experiencia de aprendizaje personal que nos dispone a tomar y decidir por ciertas conductas y actitudes ante la vida y nos enfrenta con el universo, principalmente con nosotros mismos, llevándonos a las preguntas que siempre e inevitablemente nos hacemos: ¿quién soy?, ¿por qué me siento así?, ¿es posible tener algún control sobre las emociones o debemos resignarnos a que dominen nuestros actos?
En este sentido, hay que reconocer a las emociones como un proceso. Proceso que implica transformación, cambio, sin determinar dirección, ni profundidad, ni destino, en la que me percibo, en la que reafirmo mi existencia. Si bien tiene sentido que cuando nos sentimos triste quizás ante una mala noticia o ante alguna situación crítica, eso no significa que la única opción sea quedarte llorando (esa actitud probablemente te mantenga afligido durante más tiempo). Reconocer que estás triste a la vez que te fuerzas a ti mismo a hacer algo productivo te ayudará a sentirte mejor.
Siendo así, diré que hablar del proceso frente a la búsqueda de bienestar emocional, implica un encanto o desencanto entre contrarios. Implica un encuentro y desencuentro con la realidad “sentirme bien o sentirme mal” son procesos perceptivos, interpretativos y evaluativos, tanto conscientes como inconscientes, que realiza el sujeto acerca de su propio estado y expresión emocionales; estos procesos cognitivos que lleva a cabo el sujeto se encuentran considerablemente influenciados por sus experiencias sociales previas. Algunos podrán definirlo como emociones cósmicas o emociones sociales. No importa, porque en este sentido quiero rescatar el valor dinámico y vital del sentimiento y la experiencia de las emociones a través de su dialéctica.
La dialéctica no es otra cosa que el encuentro de dos o más elementos que se contraponen y que a la vez se complementan, no existe uno sin el otro, e independiente del carácter particular de esos elementos, se sufren transformaciones al interior y al exterior de ambos. Uno no podrá declarar su existencia o negarla sin reconocer la presencia del otro. Visto así, no se puede evitar sentir emociones. Las emociones están ahí porque tienen una función evolutiva, un sentido biológico de supervivencia; símbolo de complementariedad, pero también fuerza regeneradora y vital. Sin afán, cada etapa de vivencia con relación a las experiencias y emociones, nos llevan a la necesidad de comprender lo que éste significa para cada uno de nosotros. El comprender los estados emocionales, sentirnos vulnerables nos hacen ser consciente. Es importante reconocer y ser responsable cuando nuestro cuerpo nos habla, de donde viene ese sentir, vivir el presente, enfocarnos en el aquí y ahora; como una dialéctica de vida que empieza con un desgarramiento, un desarraigo para salir en búsqueda perpetua para encontrar a ese otro (sentirnos bien), que no es sino también la búsqueda de sí mismo.
Qué hacer ante una crisis emocional:
1. Sea consciente de sus emociones y reacciones: la emoción implica un cambio súbito en el organismo, cambio que es producido por un estímulo, sea este interno o externo. Observe la respuesta psicofísica, intente abordar o cambiar esas cosas.
2. Exprese sus sentimientos de manera apropiada. Recuerda que tus familiares y amigos querrán ayudarte, aunque no saben cómo hacerlo. Dales la oportunidad de hacerlo y diles qué es lo que necesitas.
3. Intenta recordar tus virtudes y éxitos. La reafirmación en tus virtudes y puntos fuertes es una de las mejores estrategias para gestionar tus sentimientos. Consiste en pensar en lo que te ha provocado esa emoción, pero reduciendo su significado negativo.
4. Medita habitualmente. La meditación ha demostrado científicamente su eficacia para prevenir los pensamientos negativos repetitivos y no sólo mientras meditas, sino también a largo plazo: es capaz de disminuir el nivel de activación de la amígdala de forma duradera. La meditación también tiene estudios en la reducción de la ansiedad. Intentar relajarte sólo cuando te asaltan las emociones no es muy eficaz. Sin embargo, meditar de forma regular y respirar correctamente sí que puede reducir la intensidad de las emociones negativas cuando estas aparecen.
5. Si necesitas ayuda durante el estado de alarma, puedes contactar vía telefónica con tu centro de Servicios Sociales, Centro de Salud, Policía Local.
6. Encuentre propósito y significado. Descubra qué es importante para usted en la vida y concéntrese en eso. Podría tratarse del trabajo, su familia, una acción de voluntariado, cuidado u otra cosa. Dedique tiempo a hacer lo que le parezca significativo.