Estamos en una cultura cada vez más narcisista y la recompensa constante por el logro, ya sea en el campo de juego, el escenario musical o la prueba de matemáticas, crea lo que yo llamo el desequilibrio vital en los niños y niñas; un niño que siente que su valor se basa en la capacidad y el logro, y no está preparado espiritualmente para afrontarlo.
DIARIO DEL HUILA, SALUD MENTAL
Escrito por: Mg. Silvana Velásquez
Psicóloga clínica y de la Salud
Fundadora Fundación ANDA
https://silvanavelasquez.org/ https://fundacionanda.com/
El déficit mundial de inversión en salud mental está cobrando día a día muchas vidas, y en esta ocasión no hablo específicamente del suicidio, sino de las atroces acciones que llevan un cerebro desequilibrado y enfermo. El mundo entero fue testigo hace dos semanas de una de las tragedias más devastadoras que haya vivido los Estados Unidos en los últimos años. La masacre de 19 niños y niñas y dos docentes de la escuela de Primaria de Uvalde en Texas, deja al descubierto que la sociedad está enferma, y no solo del cerebro y la mente, sino del espíritu. Más allá de hablar del cerebro enfermo y desequilibrado de un adolescente psicópata que arremetió en una escuela de primaria contra 19 niños y niñas que no superaban los 11 años, hablaré sobre una epidemia que están viviendo actualmente ellos; la ausencia de salud espiritual.
En un estudio recién publicado en el Journal of Religion and Health por la Universidad de Columbia muestra que la felicidad y los rasgos de carácter de la determinación y la persistencia van de la mano (Odmman, 2017) con un activo interno más profundo en los niños, niñas y adolescentes: la espiritualidad.
Hoy día, los padres se preocupan que sus hijos tengan determinación para persistir y ganar, el optimismo de que tendrán más éxito que los demás, pero ¿a dónde conduce esto? Los niños llegan a creer que no son mejores que su último éxito y sufren una sensación de inutilidad cuando hay pérdida o incluso un fracaso moderado. Y, ¿Se han preocupado los padres en preparar a sus hijos en fortalecer su espíritu? Donde el amor está condicionado al rendimiento, los niños sufren.
Un nuevo y fuerte cuerpo de ciencia, desarrollado durante la última década hasta lo que ahora consideramos un nivel de certeza, demuestra, primero, que cualquier tipo de espiritualidad se convierte en una fuente de salud y prosperidad para los niños y, segundo, que la falta de espiritualidad en las familias y la cultura juvenil puede ser una gran fuente de sufrimiento. En este artículo, hablo de espiritualidad, en la creencia y relación con Dios.
Lo que hemos aprendido es que los niños nacen con una capacidad innata para la espiritualidad, al igual que nacen con la capacidad de aprender un idioma, leer y pensar. Pero, así como se necesita tiempo y esfuerzo para desarrollar la capacidad de hablar o leer, también se necesita tiempo y esfuerzo para desarrollar el sentido innato de lo espiritual. Y en la infancia un acompañamiento con relación a este aprendizaje. Ya no se enseña acerca de Dios y la importancia que tiene en las vidas, lo han expulsado de los hogares y de los colegios, y tenemos niños, niñas y adolescentes que ni siquiera tienen conocimiento de quien es Dios y dicen No creer en ÉL.
El 75% de los pacientes adolescentes que ingresan a mi consulta, no creen en Dios, y esto hace parte de un trabajo que NO realizaron los padres de familia, no construyeron en ellos lazos afectivos espirituales y vínculos internos propios de superación. No creen en Dios, no realizan oración. Y quizás, caen en la frase cliché que “La oración no sirve para nada” “Creer en Dios no sirve” (Relatos de algunos pacientes) pero si me toca evidenciar la depresión, la ansiedad y la perdida de sentido de vida con la que llegan a buscar ayuda profesional.
En los últimos años, varios libros y decenas de artículos de las más prestigiosas revistas de neurociencia relatan descubrimientos sobre el impacto de la oración en el cerebro. Cientos de investigaciones concluyen: que la oración, la meditación y la contemplación nos hacen bien (Leiro,2012). En el libro “Cómo Dios cambia tu cerebro”, el profesor Andrew Newberg relata decenas de investigaciones en las que él y su equipo de la Universidad de Pensilvania han estudiado el cerebro de personas mientras realizan oración y han encontrado que, hay una disminución en los niveles de las hormonas que producen estrés, mejorando la capacidad de atención, y aumentando los neurotransmisores que generan la sensación de serenidad y gozo.
Estamos en una cultura cada vez más narcisista y la recompensa constante por el logro, ya sea en el campo de juego, el escenario musical o la prueba de matemáticas, crea lo que yo llamo el desequilibrio vital en los niños y niñas; un niño que siente que su valor se basa en la capacidad y el logro, y no está preparado espiritualmente para afrontarlo.
Los niños de familias de clase media y media alta, son niños que parecen tener todo a su favor, pero he identificado en consulta que son aquellos quienes tienen tasas mucho más altas de depresión, ansiedad, abuso de sustancias y tendencias suicidas que sus compañeros menos privilegiados.
En términos más generales, cuando tenemos una relación fuerte con lo espiritual, nuestros cerebros se renuevan y hasta se hacen más fuertes y grandes. También se ha encontrado que la corteza cerebral de las personas que meditan u oran con frecuencia es más gruesa que la de las que no lo hacen (Leiro, 2012). La ausencia de la salud espiritual en la infancia y la adolescencia, está llevando a que este mundo exista niños inseguros, con miedo, vacíos y resentidos, y no se les ha enseñado que, para el desarrollo de su vida interior y la protección más poderosa contra la depresión, el sufrimiento y todo malestar humano, es el yo espiritual.
Tips para esta semana:
1. HABLA DE DIOS CON TU HIJO (A): Pregúntale que representa Dios en su vida.
2. EJEMPLO: No puedes hablar de Dios y espiritualidad sin que ellos te vean practicarla.
3. ORACIÓN: No es lo mismo orar, que rezar. La práctica de orar es una actividad contemplativa conectándose con un Dios amoroso que reduce los pensamientos y sentimientos negativos, puede favorecer el alivio de los síntomas de depresión, reduce los síntomas de ansiedad y mejora la sensación subjetiva de seguridad y compasión.
4. CONTEMPLACIÓN: Realizar contemplación alrededor de 15 minutos en el día reduce, al menos en cierto grado, el proceso de envejecimiento y deterioro neuronal.
5. REFLEXIÓN: Identifica como ha sido tu trabajo en el fortalecimiento de la relación de Dios con tu hijo, e identifica como está la salud espiritual en él. ¡Sí identificas que tu trabajo no ha sido el mejor, comienza desde ya!
(Este artículo es una reflexión que surge a partir de lo que identifico en mi experiencia clínica y los hechos acontecidos en el tiempo presente, donde sus mayores protagonistas son niños, niñas y adolescentes. Es posible que mi reflexión no la compartan muchos compañeros del área de la psicología y la psiquiatría. No obstante, esta reflexión la siento como un deber espiritual, moral y profesional).