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La mantis orquídea: una belleza letal

Dic 1, 2023

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En muchas ocasiones, la realidad supera a la ficción. Este es el caso de la mantis orquídea Hymenopus coronatus, una depredadora experta en el camuflaje de morfología sorprendente.

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El mundo natural siempre se las arregla para sorprendernos. La mímesis y la cripsis son fenómenos comunes entre especies depredadoras, pues engañar a las presas de forma eficaz puede ser la diferencia entre una comida o un largo periodo sin obtención de energía.

Esto lo sabe muy bien la mantis orquídea, un insecto inusual por su capacidad críptica. Este animal imita a la perfección a las flores en las que se camufla, esperando a que se acerquen a ellas ingenuos invertebrados polinizadores. Si quieres saber más acerca de este fascinante depredador, te animamos a seguir leyendo.

Este grácil insecto puede confundirse con un elemento más de la flor en la que se posa hasta por el ojo más experto.

Un insecto de apariencia irreal

La mantis orquídea Hymenopus coronatus es un insecto del orden Mantodea, el mismo grupo que acoge a la mantis típica por todos conocida, la especie Mantis religiosa.

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Es una de las múltiples depredadoras dentro de este orden que se asemejan a las flores, pues otros mántidos han adoptado la misma estrategia críptica a lo largo de su historia evolutiva. Entre otras especies de bello y sofisticado porte encontramos a Creobroter gemmatus, Pseudocreobotra wahlbergii o Idolomantis diabolica, todas ellas con un aspecto que parece sacado de una novela de ciencia ficción.

Volviendo a la especie que aquí nos atañe, te presentamos algunas características que definen a la mantis orquídea:

Presenta un dimorfismo sexual muy marcado, pues las hembras pueden duplicar en tamaño a los machos (6 centímetros de largo para ellas y 2.5 centímetros para ellos).

Su color, sobre una base blanca, varía de tonalidades rosáceas a marrones claros, dependiendo del ambiente en el que se encuentre.

Tal es el nivel de cripsis de este animal que cada una de las extremidades ha adoptado la forma de un pétalo de orquídea, modificación morfológica que hace que este insecto sea prácticamente indistinguible del medio al que se ha adaptado.

Como podemos ver, estamos ante un refinado depredador de bellas características. Resulta impresionante pensar que un ser vivo así sea producto de la selección natural y no de la mente de un artista.

¿Cripsis o mímesis?

Un concepto que puede haber confundido a más de un lector en este punto es el de cripsis. Hemos evitado la utilización de la palabra «mimetismo» a conciencia, pues este término hace referencia a una estrategia evolutiva en la que un animal se parece a otro.

El camuflaje puro corresponde al fenómeno críptico, pues la cripsis comprende a las estrategias que siguen los seres vivos para pasar inadvertidos ante otros animales en el medio ambiente. Esto puede conseguirse a base de rasgos tanto morfológicos (forma y color) como comportamentales (por ejemplo, balancearse tal y como lo haría una hoja por el viento).

Un depredador armado para matar

Una vez realizada esta apreciación, es necesario recalcar que este insecto ha evolucionado con un único fin: la depredación. La mantis orquídea es un animal insectívoro, pues se alimenta principalmente de moscas y otros invertebrados voladores que acuden a polinizar las flores en las que se camufla.

Sus presas predilectas son los lepidópteros, es decir, mariposas y afines, pero desde luego no hace ascos a otros insectos tales como grillos, avispas y escarabajos. Este letal depredador se sirve de sus extremidades anteriores, modificadas en forma de garfio, para sujetar a su comida, que es devorada viva.

Por desgracia para las presas, las mantis religiosas no presentan glándulas productoras de veneno, por lo que su método de caza se basa en acechar, lanzar un ataque rápido y comerse vivos a los insectos incautos que pasen por su terreno.

Diversos estudios sostienen que la capacidad críptica de esta mantis va más allá, pues no solo parece camuflarse en el entorno, sino que con su forma y colores también atrae a los polinizadores lo suficiente para poder darles muerte.

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