Por: Gerardo Aldana García
En la reciente elección de senado y cámara, los gamonales políticos del Huila, cual hombre que ve cómo su potencia sexual se extingue, asistieron al sepelio anticipado de su feudo político. Los azules como los rojos, resignaron en las urnas su anhelo de mantener la hegemonía partidista sobre la clientela de sufragantes que por décadas les ha granjeado su voto, de forma ilusa y vanamente esperanzada en promesas que, a los pocos meses de haber sido electos, se pierden como las espumas tragadas por el caudal y el viento. Por supuesto que también es justo reconocer que algunos pocos líderes tradicionales han hecho cosas de beneficio por el Huila; sin embargo, son contados con los dedos de las manos y sobran. Cómo entender que el partido liberal con toda la trayectoria en la región, no haya podido cultivar durante los últimos veinte años, al menos una mujer o un hombre que pudiese tomar las banderas del liberalismo, al punto de carecer de un candidato propio para el senado de la república. De hecho, los dos hombres más importantes de esta tolda política, no obstante que Carlos Julio González Villa sea hoy de Cambio Radical, se hayan unido y ni aún así las fuerzas en sinergia hayan podido aprobar el examen popular que avalara su elección a la cámara alta del congreso. Y si se mira en la tolda conservadora, la fuerza de los seguidores de Andrade e Integración Conservadora, unida en un matrimonio improvisado, tampoco pudo refrendar la credencial de Esperanza Andrade de Oso. Como en el otro caso, los dirigentes no pudieron erigir nuevas imágenes que reemplazaran a los tradicionales dueños del partido. Claro está que un joven en la Cámara de Representantes, Pipe Losada, se percibe como una especie de frustración para la juventud, pues se podría decir que él hubiese podido ser el adalid de un movimiento en el que los jóvenes se hacen valorar por sus capacidades, por su espíritu libertario y creador, por el vigor de argumentos traducidos en acciones reformadoras. Este es un sin sabor que queda para las nuevas generaciones de políticos del Huila.
Ciertamente se puede advertir como una de las causas de la frustración de los partidos tradicionales que no gustan de impulsar el relevo generacional, el hecho de manejar la colectividad como un patrimonio personal al servicio de unas contadas familias. Los duros de la política huilense no ven en las mujeres jóvenes el potencial que ellas encarnan para hacer crecer tanto al partido, pero más al departamento y al país. La llave González -Villalba que debería entregar ahora un senador y en menos de dos años un gobernador, nació con defectos en su diseño y no pudo abrir la cerradura que guardaba la pretendida curul para Carlos Julio; y seguramente tampoco logrará iluminar la pretensión del Palacio del Mosaico, nuevamente para Rodrigo.
Es por ello que, como dijera José Acevedo y Gómez, los jóvenes no deberían desaprovechar esta ocasión única y feliz para incursionar y descollar en la política regional y luego gobernar. Ojalá que un partido que se vislumbra tan prospero en el Huila como el Pacto Histórico, brinde a los jóvenes huilenses esa oportunidad; empoderándolos y acompañándolos hacia este escenario de tanto valor social, económico y cultural. Ojalá no caigan en la misma carencia de los líderes tradicionales de pretender saciar sus apetitos personales, sin importarles nada el bienestar de la región y sus moradores. Veamos en los jóvenes la opción para la gestión de proyectos regionales de alto impacto; capaces de unirse como un colectivo de región en senado y cámara que pueda exigir del presidente y sus ministros, las obras transformadoras de la realidad de pobreza y atraso huilense, que aún no se hace consciente de los retos de la modernidad, la economía, la identidad y la competitividad del siglo XXI.
