DIARIO DEL HUILA, SALUD
Así lo reveló un estudio publicado en la revista académica Alzheimer’s and Dementia.
Dormir. Nuestro cuerpo lo necesita. No dormir lo suficiente puede reflejarse con problemas de salud, todos somos conscientes de eso. Pero, tomar siestas con frecuencia o hacerlo de manera regular durante largos periodos del día podría ser un signo de demencia temprana en los adultos mayores, según revela una investigación reciente.
Lo que uno naturalmente puede pensar es que las siestas diurnas en las personas mayores sirven simplemente para compensar la falta de sueño nocturno, y probablemente sea cierto. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de California en San Francisco y la Escuela de Medicina de Harvard junto con el Brigham and Women’s Hospital, decidieron echar un vistazo más a fondo a las siestas y sugieren que la demencia puede afectar las neuronas que promueven la vigilia en áreas clave del cerebro, que da lugar a alteraciones del sueño y la vigilia y a una mayor propensión a la siesta diurna.
«Descubrimos que la asociación entre el exceso de siestas diurnas y la demencia se mantenía tras ajustar la cantidad y la calidad del sueño nocturno», dijo en un comunicado el coautor principal, el doctor Yue Leng, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF.
El estudio tomó los datos de 1.401 personas (adultos mayores con una edad media de 81 años), a los que el Proyecto Rush de Memoria y Envejecimiento del Centro de la Enfermedad de Alzheimer de Rush, en Chicago, había hecho un seguimiento de hasta 14 años. Los participantes llevaban un dispositivo similar a un reloj que registraba la movilidad. Cada período prolongado de inactividad. De acuerdo con el comunicado, el dispositivo se llevaba cada año de forma continua durante un máximo de 14 días, y una vez al año cada participante se sometía a una batería de pruebas neuropsicológicas para evaluar la cognición. Al inicio del estudio, el 75,7% de los participantes no tenía deterioro cognitivo, mientras que el 19,5% tenía un deterioro cognitivo leve y el 4,1% padecía la enfermedad de Alzheimer.
Los resultados mostraron que en general los adultos mayores tendían a dormir siestas más largas y con mayor frecuencia con la edad, un aumento promedio de 11 minutos al año, mientras que la tasa de aumento se duplicó, después de un diagnóstico de deterioro cognitivo leve, a un total de 24 minutos y casi se triplicó a un total de 68 minutos después de un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer.
«Esto sugiere que el papel de la siesta diurna es importante en sí mismo y es independiente del sueño nocturno», dijo Leng, que se asoció con Kun Hu, PhD, de la Escuela de Medicina de Harvard, en la autoría principal del trabajo.
Los participantes que dormían la siesta más de una hora al día tenían un 40% más de riesgo de desarrollar Alzheimer que los que dormían la siesta menos de una hora al día; y los participantes que dormían la siesta al menos una vez al día tenían un 40% más de riesgo de desarrollar Alzheimer que os que dormían la siesta menos de una vez al día.
La investigación confirma los resultados de un estudio de 2019, y los autores creen que finalmente puede resolver el debate sobre si la siesta y la demencia están relacionadas, también sugieren que los dos pueden compartir mecanismos similares dentro del cerebro.
¿Qué hacer?
Preferiblemente, los adultos deberían limitar las siestas diurnas a entre 15 y 20 minutos antes de las 3 de la tarde para obtener los mayores beneficios de la siesta y no perjudicar el sueño nocturno, dijo Leng.
Además, los adultos mayores y los cuidadores de personas con la enfermedad de Alzhéimer deben prestar más atención a los comportamientos de siesta diurna y estar atentos a los signos de un número excesivo o creciente de siestas, dijo.
Cualquier aumento significativo de la siesta debe ser discutido con un médico, dijo Isaacson. «Creo que nunca es demasiado tarde para que alguien pueda hacer un cambio de estilo de vida saludable para el cerebro o prestar más atención a su salud cerebral», dijo Isaacson. «Hacer del sueño una prioridad, prestar atención a la calidad del sueño y hablar con el médico sobre el sueño: todas estas cosas son fundamentales».