Son muchas las suposiciones que trae el tener un perro o un gato a casa y obligarlo literalmente a convivir el uno con el otro. Descubrir cómo hacerlo y cómo saber si es posible es parte de nuestra obligación para tener la fiesta en paz.
Incorporar un nuevo miembro gato o perro habiendo ya otros de cualquiera de estas especies puede ser algo complicado por múltiples razones. Por ejemplo, cuando ni el perro ni el gato han experimentado una buena socialización desde su etapa de cachorros y se le suma el rechazo y la angustia que puede provocar un cambio tan drástico explica porque se habla de llevarse como perro y gato y como consecuencia amerita tomar medidas al respecto.
Sin embargo, no se trata de una misión imposible. Existe la posibilidad de que tu gato logre aceptar a tu perro y viceversa, consiguiendo una convivencia armoniosa y por supuesto teniendo en cuenta una serie de pautas y consejos.
Es importante recompensar a ambos cuando estén tranquilos al vincularse, reforzando este comportamiento. Este acercamiento deberá ser progresivo y paulatino, ya que cualquier falla puede retrasar o hacer imposible en un futuro el acercamiento.
El último paso es la interacción. En esta etapa tendremos que dejar que se presenten, se huelan e interactúen, reforzando el buen comportamiento con recompensas y manteniendo el bozal y la correa en el caso del perro para evitar contratiempos.
Si durante la presentación ha quedado muy claro que se llevan bien, es el momento de dejarlos sueltos en el mismo espacio, pero sobre todo en el primer tiempo bajo supervisión y con sus espacios de comida separados para evitar posibles conflictos.