Para que exista una verdadera democracia, debe existir una libertad de prensa, sin presiones, ni condicionamientos. No se puede someter a los comunicadores a un yugo judicial, ni estatal. Los colombianos tenemos el derecho de ser bien informados de las marrullerías y de los torcidos que se gestan en las altas esferas del Estado, incluyendo la ejercida por los grupos ilegales. Son antecedentes nefastos e imperdonables que se cometen. Además, la libertad de prensa se encuentra seriamente amenazada por fuerzas ilegales, que buscan subyugar a la profesión del periodismo a sus oscuros intereses. En muchas regiones se ha vuelto un peligro en Colombia, por las permanentes amenazas a que se encuentran sometidos, por algunos actores sociales de presión.
En muchas ocasiones han sido denunciados por algunos medios de comunicación hablados y escritos por sus actuaciones irregulares de corrupción administrativa en el desempeño de sus funciones o por sus abusos de autoridad, que han puesto en entredicho sus responsabilidades, como servidores públicos o que afectan sus intereses económicos y políticos y el predominio, ante a una sociedad que se encuentra vigilante y ejerciendo el control social en defensa del patrimonio público. Hay que reconocer el papel que desempeñan los comunicadores, porque nos permiten conocer al instante los acontecimientos y los sucesos acaecidos en el diario acontecer ciudadano. El periodismo no es culpable de la penetración de los dineros del narcotráfico a la campaña presidencial de Gustavo Petro, al fracaso de las políticas públicas que ha planteado, al aumento desbordado de la inseguridad y del narcoterrorismo en el país, y que estén provocando el control del 30% del territorio, por parte de la criminalidad, lo cual está afectando la dinámica productiva y el bienestar de las familias colombianas. La incapacidad y la ineptitud para manejar y dirigir el Estado, se vuelto real y palpable en la mente de los colombianos.
Por este motivo, es inaudito que el primer mandatario de los colombianos esté generando de manera reiterativa, epítetos ofensivos y ataques verbales, cuando se dirige a las personas afectivas de su gobierno, utilizando expresiones que riñen con la decencia y la altura intelectual de un presidente colombiano. Es indispensable que no se sigan creando esos ambientes de hostilidad contra los comunicadores sociales, que diariamente están difundiendo las noticias sobre el diario acontecer oficial y de la opinión pública en general. Estos ilustres periodistas, no tienen la culpa de las irregularidades que se están presentando al interior del ejecutivo, los cuales están siendo investigados por los organismos de control y por las altas cortes. Pero la importancia de las noticias se da, porque son generadas por seres humanos, que son los que contribuyen a través a través de la libertad de expresión a difundirlas y que contribuyen decididamente al fortalecimiento de las instituciones democráticas de un país. Los periodistas merecen respeto.
