Fátima, la abuela de los niños y madre de Magdalena, una de las tres personas fallecidas en el accidente aéreo del 1 de mayo, hace el llamamiento desde el aeropuerto de Villavicencio, donde espera la llegada del cuerpo sin vida de su hija.
“Necesito a mis pequeños. Quiero que estén protegidos y vivos. Habla de los niños pasajeros del Cessna 206 que se estrelló mientras volaba del aeropuerto de Araracuara en Caquetá a la terminal aérea de San José del Guaviare: Lesly 13 años de edad, Soleiny 9, Tien 4 y Cristin 11 meses.
Usando radares de ruido, binoculares para ver de día y bengalas para enviar mensajes en la oscuridad que sus destinatarios, los niños, puedan escuchar entre los ruidos de la selva, un centenar de uniformados de las Fuerzas Armadas y líderes indígenas rastrean la selva metro a metro en busca de menores.
Hay esperanza, según el coronel Sergio Mendoza, director de la Aerocivil y vocero del Puesto de Mando Unificado que el gobierno instaló para esta misión. Esta ilusión se reforzó la tarde del jueves cuando las Fuerzas Armadas confirmaron el hallazgo de huellas en el suelo junto a un arroyo, un dato adicional a la botella, las tijeras, el moño descubiertos con la ayuda de perros de búsqueda y rescate.
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Tras las excusas por la declaración errónea del miércoles de Gustavo Petro de que los niños habían sido encontrados con vida. La versión de esa información falsa de que los niños habrían sido vistos en una lancha rumbo a un El resguardo indígena, pero el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) tampoco apoya esa teoría.
Solo es posible estar seguro de que estos cuatro menores ajustan cerca de 450 horas en la selva, donde los tigres deambulan, las frutas silvestres parecen comestibles pero pueden ser venenosas, y que los dias son insoportablemente calientes por la mañana y terriblemente fríos por la noche.
Los cuerpos de los tres adultos que fallecieron en la emergencia fueron descubiertos luego de 19 días de labores de búsqueda y rescate. La hija que Fátima esperaba en el aeropuerto se encuentra entre sus restos, que ya fueron examinados por Medicina Legal.
Todavía se escucha el altavoz de la abuela Fátima en la selva hostil, pidiéndoles a los niños pequeños que se queden quietos para que puedan ser identificados. Lesly, la nieta mayor de la abuela, es descrita como una guerrera, y el corazón de la abuela le dice que podría estar cuidando a los otros niños, que son mucho más pequeños que ella, mientras cruzan la áspera montaña en busca de algún signo de civilización.
En suma el corazón de la abuela de Fátima y su instinto de mujer indígena le dicen que todavía están vivos sus pequeños nietos y sobreviven consumiendo frutos de la selva y agua de los arroyos.
