Diario del Huila

Política y amistad entre idiotas útiles

Jun 14, 2022

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Carlos Yepes A.

cyepes@hotmail.co

La decisión de votar por uno u otro candidato no debe apartarse de las propias convicciones y reflexiones de cada elector. Tratar de influir sobre un amigo o colectivo de personas se ha convertido en una práctica diaria a través de los medios al alcance de cada uno como whatsapp o Facebook principalmente. Lo que estamos logrando es facilitar la manipulación del elector, de nuestro círculo familiar y de amistades, con la consecuente puesta en riesgo de la sana convivencia a causa de la polarización.

Las convicciones y los principios filosóficos de cada uno pueden ser sujetos de debates respetuosos entre amigos, pero hemos llegado a límites absurdos donde incluso amistades y lazos familiares se han visto afectados. Han logrado convertir a muchas personas en transmisores de noticias falsas que enlodan dignidades y confunden al electorado, pareciera que las ideas y propuestas de los candidatos sobran a la hora de hacer análisis y esta justa democrática ha terminado en manos de las perversidades de algunos “expertos” en marketing político.

Considero que el pensamiento crítico, las convicciones y vivencias propias, el arraigo filosófico a uno u otro partido atraídos por sus ideales y la experiencia de cada uno en nuestro actuar político deben ser suficientes para poder tomar la decisión a la hora de votar. No podemos seguir debatiendo entre amigos y familia quien es mejor o peor, cuando ni siquiera los conocemos en persona; quien es corrupto y quien no, cuando sobre ninguno pesa decisión judicial alguna; quien ha sido mejor o peor administrador, cuando no nos hemos tomado la tarea de hacer un análisis comparativo por cuenta propia; en fin, las fuentes secundarias han dominado nuestro intelecto permitiendo razonar en función de éstas.

Las noticias falsas o “fake news” vienen provocando un peligroso círculo de desinformación. Las redes sociales hacen muy bien su trabajo, permiten que nos convirtamos en productores y consumidores de contenidos que en su mayoría resultan  engañosos, falsos o fabricados. Nos han convertido en cómplices de un circuito vicioso – una noticia falsa resulta exitosamente replicada miles de veces en pocos segundos – todo esto en un contexto de la posverdad, término definido por el diccionario de Oxford como la palabra del año en 2016 y se refiere a las circunstancias en que los hechos objetivos son menos importantes a la hora de modelar la opinión pública que las apelaciones a la emoción o a las creencias personales.

En La microfísica de la Posverdad, ensayo publicado en Digitalisimo por Hugo Pardo Kulinski se afirma que la comunicación política sabe desde siempre que, entre racionalidad y emoción, predomina la emoción, y que la manipulación, las medias verdades o directamente las mentiras estratégicas hacen su juego para construir una base electoral o, peor aún, consolidar una idea política.

El uso de las redes sociales por la campaña de Trump para destruir la imagen pública de su oponente Hilary Clinton a partir de información falsa fue una de sus estrategias principales. A pesar de que luego se desmintiera, la información circulaba de una manera veloz, generando efectos negativos en la percepción social de la candidata.

Estamos entonces bajo una nueva forma de hacer política donde las ideas y los programas de gobierno pasaron a la historia, ya no son relevantes en el proceso de toma de decisión de por quién votar. Los asesores de la nueva era nos llevan a movernos bajo emociones, nos llevan a pensar en el día a día sacando noticias tendenciosas de cada uno y, el análisis serio, el debate, el pensamiento crítico, la verdadera y necesaria reflexión acerca del país pasa a un segundo plano cuando debiera ser el centro, el motivador de cualquier decisión a la hora de ir a las urnas.

Y lo peor, la convivencia, los lazos familiares, las relaciones laborales y las amistades se han convertido en muchos casos en tortuosas situaciones que salidas de control y de todo contexto solo nos explican que han logrado manipularnos y hacer de nosotros tristemente lo que en política llaman “idiotas útililes”

Sólo los tontos se apresuran siempre a tomar partido. No se comprometa con ninguna posición o causa, salvo con la suya propia. El hecho de mantener su independencia, lo convierte en el amo de los demás. Obtenga beneficios oponiendo a las personas entre sí.”  Robert Green en las 48 Leyes del Poder.

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