Diario del Huila

Sanar la herida

Jun 10, 2022

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Por: Alberto Linero

Quien perdona obtiene muchos beneficios, de hecho, perdonar es un regalo que uno se da a sí mismo. Cuando lo hacemos, recuperamos la paz pérdida, ganamos equilibrio emocional, concentramos fuerzas en lo que nos interesa y es importante, y además, sabemos con quiénes contar para hacer de la vida lo mejor.

Nunca he tenido dudas de que el perdón es una de las experiencias humanas más liberadoras que existen. Nadie puede pretender ser feliz si vive con un corazón lleno de rencor, de resentimiento y ganas de venganza. Así de fácil: sin perdón no hay felicidad. No es un tema que se pueda despreciar o del cual se pueda decir que ya se sabe lo suficiente. Todos necesitamos estar en un continuo aprendizaje sobre él. Por eso, es necesario que constantemente estemos revisando todo lo positivo que trae a la vida el atreverse a perdonar. Lo primero es tener claro que este no es un simple acto, sino una acción, un proceso constante en el que se requiere generar nuevos hábitos. No es una obra mágica, sino la conclusión de decisiones, emociones, acciones y sueños permanentes en la vida.

Quien perdona obtiene muchos beneficios, de hecho, perdonar es un regalo que uno se da a sí mismo. Cuando lo hacemos, recuperamos la paz pérdida, ganamos equilibrio emocional, concentramos fuerzas en lo que nos interesa y es importante, y además, sabemos con quiénes contar para hacer de la vida lo mejor.

Creo que en el fondo no se trata de pensar si el otro merece o no el perdón, sino de entender todo lo bueno que pasa en la vida cuando nos decidimos a iniciar este proceso de sanación. Sin duda, es necesario aprender a decir: “tomo la decisión de perdonar porque me amo y necesito recuperar el equilibrio en mi vida que me permita construir un proyecto alegre, exitoso, solidario y pleno”.

Para ello, necesitamos tener en cuenta que todo proceso de perdón tiene por lo menos  tres momentos importantes:

El primero es comprender que la herida emocional que se sufre, es consecuencia de haberse hecho expectativas que el otro no cumplió, es decir, sin invalidar la culpa de la otra persona, se debe asumir la responsabilidad propia. A veces somos muy ingenuos y creemos o esperamos de los demás algo que realmente es imposible.

El segundo es aceptar que la otra persona actúa desde su marco referencial, esto es, que es tributaria de sus valores y de sus maneras de entender el mundo. Eso no le quita su culpa, por supuesto, pero nos permite entender que él o ella hicieron lo que podían hacer desde su formación y su cosmovisión.

El tercer momento es concentrarnos en las oportunidades y posibilidades que tenemos, y en el amor que recibimos. Las heridas emocionales causadas, tienen el poder de hacernos creer que todo está mal, y eso nos lleva a perder la oportunidad de gozarnos la vida y de usar muchos de los recursos existenciales que tenemos.

Por otro lado, también es importante entender que el perdón es un regalo que el otro nos hace, esto lo digo pensando en esos casos en los que quizá fuimos nosotros quienes dañamos de alguna manera a otra persona. Eso implica aceptar lo que desde su proceso decida. No podemos pretender obligar a nadie a que nos perdone. La bondad también nos exige respetar esa decisión que, además, está en plena libertad de tomar o no. Nosotros cumplimos con nuestro arrepentimiento, con aceptar nuestra equivocación y tratar de resarcir el daño causado, pero no podemos esperar a que luego de herir a alguien, esta persona tenga alguna obligación de perdonarnos, ni de creer que todo debe seguir igual.

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