Diario del Huila

Un año difícil

Dic 30, 2021

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Este año que termina solo los banqueros no cargaron la cruz, año donde la economía, la salud, el comercio, el turismo, la prestación de servicios, las actividades informales de las cuales también viven millones de colombianos, se vieron afectadas por todas las implicaciones que la pandemia ha dejado a lo largo y ancho del mundo, Colombia ha sufrido y no escapo a la globalización del virus y mucho menos al daño ocasionado por su devastación económica, social y de salud mental.

El sector campesino fue uno de los más afectados; aunque si fue el sector que ayudo, ofrendo, genero solidaridad, aporte y que mantuvo la producción, la sostenibilidad y el alimento para millones de hogares.

Muchos recurrieron al campo para escapar de la contaminación, al virus y a sus catastróficas consecuencias; pero ello no permitió valorar el inmenso esfuerzo que hacen las familias campesinas en producir y generar alimento a las ciudades. Hoy cuando una gaseosa o tal vez una cerveza tiene mayor precio que un litro de leche, cuando cientos de lecheros la botaron, por que valía más el trasporte que producirla, cuando los paperos y fruticultores pasaron por tiempos desafortunados y salieron a mendigar la compra de su producto antes que se pudrieran en sus parcelas, cuando cientos de productores de pollos y cerdos aparte de los efectos de la pandemia, se vieron afectados por los altos precios de los concentrados, precio del dólar, la falta de comida e insumos que  como consecuencia y efecto de aquel paro que originaron muchos con razón y otros tantos especialistas en producir odio, caos y destrucción; mucho de esos que creen que la leche, las frutas, las verduras y la carne salen por efecto mágico de la nevera y quienes quieren una vida llena de subsidios, de paternalismo y asistencialismo estatal; casa, carro, beca, y baby shower por cuenta del estado,  esos que nunca emprenden, ni jamás aportan nada y hablan de arte acabando con esculturas, pinturas anteponiendo sus grotescos grafitis con tintes diabólicos y sin ningún mensaje distinto al odio. Esos que tampoco valoraron los héroes que en pandemia producían el alimento desde los campos y veredas del país.

Un capítulo especial para los arroceros que trabajaron a perdida, en el primer semestre con precios irrisorios, que no compensaron ni siquiera la inversión y en el segundo semestre, aunque mejoro el precio, no se mejoró su condición, pues el alza de los insumos como consecuencia de la tasa de cambio y de la mafia que maneja la importaciones de insumos, no permitieron siquiera un equilibrio a su favor; el sector cafetero, vivió una falsa bonanza, el incremento en el valor de la carga no se compadece con el alto costo de producción que suman los agroquímicos, la mano de obra y los fletes que deben de pagar para poner el producto en el mercado, sumado a la extorción que un persiste, a los costos financieros que ya bordean los embargos de tantos caficultores que cargan con los altos intereses desde hace años y que se sostienen de restructuración en restructuración convirtiendo incluso intereses en un capital impagable.

Esperamos que este nuevo año 2022 llegue no solo con expectativas, sino también con realidades económicas, sociales y hasta políticas, que llenen de esperanza y realidad a los que amamos nuestro país; va a hacer un año donde las equivocaciones tendrán un costo muy alto y que pueden poner en el limbo el futuro de Colombia; que la paja quede en el nicho del pesebre y las decisiones sean para quienes por sus luchas, acciones y obras se han hecho conocer y merecen la confianza del pueblo.

 

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