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Una mujer con mucha “berraquera”

May 11, 2023

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La de Sandra Narváez es una historia en la que la pasión, las ganas, el esfuerzo constante y la “berraquera” son ejemplo de que los objetivos de pueden lograr en medio de las circunstancias que se den.

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Por: Angélica Tatiana Andrade Quimbaya

Hablar con Sandra Narváez Medina genera una sensación motivacional que va más allá de la admiración para convertirse en inspiración, pues ella es un claro ejemplo de que las circunstancias se pueden superar para hacer que la vida continúe en armonía, resiliencia y pasión por la búsqueda de los objetivos.

Esta historia corresponde a la de una neivana de 45 años que en la actualidad incluye entre sus pasatiempos la danza artística y el levantamiento de pesas, actividad física que desarrolla desde el año 2008 cuando encontró la oportunidad de poder hacerlo independiente de su situación.

“En el 2008 dejé durante algún tiempo el deporte porque me mudé a Ibagué, pues conocí al papá de mi hijo, después de esto regresé a Neiva y empecé a entrenar rugby porque ya no existía el equipo de pesas, un deporte que me gustaba y hacía después de la amputación de mi pierna que me impedía hacer gimnasia, el deporte de mi juventud. Viajé a Manizales a eventos y campeonatos de rugby, pero este es un deporte más para personas cuadripléjicas y a mí solo me falta la pierna, de resto yo me muevo muy bien, entonces a mí me comentaron hace un año lo de danzas y este se convirtió en mi otro pasatiempo porque a mí desde joven me ha gustado bailar”, inicia Sandra con el tono enérgico que la caracteriza.

La deSandra Narváez Medina es, indudablemente, una historia en la que la berraquera ha sido un soporte fundamental

Diagnóstico

En cuanto a la situación de Sandra, es pertinente mencionar que todo inició con un accidente cuando ella tenía aproximadamente 17 años: “Me caí de un andén cargando un galón de agua, se me dobló la rodilla y de ahí sufrí un golpe en la rodilla que se me afectó, me tuvieron que atender clínicamente. Después de un tiempo el dolor continuaba, los médicos me revisaban, me hacían procedimientos, me enviaban terapias, pero nada que se definía y en esa situación estuve durante casi tres años, me hacían de todo y entre más pasaba el tiempo tenía más complicaciones para caminar, hasta que un día se me empezó a secar la pierna y ponerse morada, ahí fue cuando me dijeron que tenía un tumor cancerígeno en la rodilla”, describió Sandra.

Con el diagnóstico clínico, que arrojó la existencia de osteosarcoma, el tratamiento más recomendado para Sandra era la amputación de la pierna a cambio de conservar su vida, pues médicamente era la única posibilidad.

“En Bogotá me hicieron varios exámenes, me explicaron sobre el tumor canceroso y que era maligno, también me dijeron que me quedaban tres meses de vida, que si no me hacía operar rápido, podía perder la vida. Esto fue para mí un dolor muy grande porque era demasiado joven, iba a cumplir 20 años y me gustaba mucho bailar, las danzas, el deporte, yo hacía artes marciales, estaba en el grupo Chicas de Acero en el batallón de acá de Neiva, era muy activa, caminaba mucho, me encantaba trotar y pensar que iba a dejar de hacerlo fue un dolor muy grande para mí”, recuerda Sandra con nostalgia.

Desde hace aproximadamente un año, Sandra hace parte del grupo de danzas para la vida y la paz.

Tal situación que impediría, inicialmente, la realización de las actividades cotidianas le generó a Sandra la ejecución de tres intentos se suicidio y la prolongación en la toma de decisiones sobre hacerse el procedimiento quirúrgico, razón por la que su mamá fue llamada e integrada por el equipo médico tratante para que intercediera en la definición frente a continuar el tratamiento invasivo que se le ofrecía.

“Mi mamá fue la que me convenció de operarme, ella me decía que no me quería perder porque el médico le había dicho que si no me operaba, me iba a morir porque era posible que el cáncer ya hubiera invadido todo el cuerpo y así duré un año. Cuando me quitaron la pierna estuve encerrada en la habitación porque no quería vivir, esto fue muy feo y ya poco a poco mi familia, mi mamá, mi madrina siempre estuvieron conmigo tratando de motivarme para que saliera, cuando lo hice, empecé a beber licor, la tristeza por no tener mi pierna era infinita, yo pensaba que no me querían, que todos me hacían el chai por estar así, hasta que mi prima que es licenciada en educación física y hacía parte de un proyecto con personas con discapacidad en Inderhuila fue la que me llamó para hablarme acerca de continuar haciendo el deporte que me gustaba, que la falta de mi pierna no era un impedimento para seguir en el deporte y ahí fue cuando llegué a alzar pesas, me dediqué a eso, viajé por varias ciudades y gané medallas, hasta que conocí al papá de mi hijo”, narró Sandra.

La mujer de 45 años tiene un hijo a quien considera su motor de vida.  

Superación

Durante su etapa como deportista, tras haber superado la tristeza por la amputación de su extremidad, Sandra replanteó la posibilidad de tener un hijo, pese a que desde años anteriores le habían confirmado que no podía gestar. No obstante, en medio de la participación en diferentes escenarios deportivos, conoció al papá de quien es hoy su motor y razón de vida.

“Yo pensé que era estéril porque me dieron muchos medicamentos que me quemaron las hormonas, por lo tanto, no podía quedar en embarazo y de tanto pedirle a Dios de corazón que me diera un hijo, tuve la fortuna de tener a mi hijo, yo tenía programado un viaje a Buenaventura para participar en un evento de pesas y ahí fue que no pude porque estaba embarazada, ya no seguí más con pesas y cuando me separé de mi esposo seguí con rugby”, aseguró Sandra.

Otro de los episodios que han marcado la vida de Sandra fue el fallecimiento de su mamá, a quien consideraba su apoyo, amiga fiel y motivación: “Esto fue muy difícil porque mi mamá fue la razón por la que me hice operar, ella me decía que me iba a cuidar, que siempre iba a estar ahí para compartir y acompañarme, en esa época me dio parálisis facial, se me cayó el cabello y me dijeron que si seguía así podía darme parálisis cerebral, pero seguí adelante por mi hijo que es por quien hoy y siempre voy a estar, cuando el médico me notificó del embarazo, la emoción fue tremenda, lloré todo el día de la felicidad inmensa, esto fue un aspecto muy importante en mi vida y tenerlo es una experiencia maravillosa”, dijo Sandra.

En cuanto a la época de gestación, Sandra recuerda curiosas anécdotas relacionadas con la forma como la miraban y lo que le decían al verla embarazada, caminando con una pierna y la ayuda de muleta, toda vez que ha decidido no usar prótesis ni silla de ruedas.

“La gente me miraba con admiración, me decían ´Sandra, usted es una berraca, usted cómo puede cargar ese estómago´, en esa época yo trabajaba con mi exesposo en un club de canchas de tejo, así como estaba iba a ayudar, mi hijo se movía y saber que yo tenía un angelito ahí adentro fue algo muy bonita. Cuando mi hijo nació, yo lo cargaba en la espalda, iba al centro, lo llevaba con canguro y la gente se admiraba muchísimo porque veían en mí la fuerza, subirme en una buseta con el niño en la espalda y con muleta, cuando él empezó a dar pasitos, nosotros le enseñamos a caminar y a veces nos pedía que lo alzáramos hasta que iba entendiendo que no podíamos porque el papá y yo tenemos discapacidad, pero juntos pudimos, le enseñamos, al papá de mi hijo y a mí nos falta la misma pierna y pese a todo le fuimos inculcando sobre la situación, al principio el niño se hizo muchos chichotes en la cabeza hasta que aprendió”, dio a conocer Sandra entre risas.

Las artes marciales era el deporte que Sandra realizaba antes de su accidente.  

“Soy berraca”

Para culminar, Sandra se describe como una “berraca”, puesto que, a diferencia de otras personas, ha logrado superar cada prueba que el camino y la vida le han puesto.

“A diferencia de otras personas, yo no tengo trabajo porque piensan que uno se puede caer, que no sabe y eso no es así. Yo soy berraca porque a pesar de todo, aún sin pierna tuve a mi hijo, lo alcé, lo estoy criando, lo bañaba sin necesidad de otro apoyo para que me lo cuidara, excepto mi mamá que estuvo conmigo y mi exmarido. La gente se admiraba y todavía lo hacen, a pesar de todas las personas que rechazan a quienes tienen discapacidad, he seguido adelante. La relación con mi hijo es maravillosa, siempre ha estado conmigo, él entiende nuestra condición, nos apoya y llevamos una vida normal, él me cuenta sus cosas, sabe que soy una persona con discapacidad y me ayuda, él es un excelente hijo, es muy sentimental conmigo”, concluyó Sandra. 

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