Los contertulios e invitados de la Fundación Jorge Villamil Cordovez, muy expectantes, la noche del 21 de marzo hacia las 7 p.m., tuvieron a bien cumplir la orden del conductor y dueño de la chiva “Expreso Vorágine”, Marcelino Triana, y con agua en mano, le siguieron para conocer y saber de viva voz, cómo nació esta obra de arte que fluyó por su amor a la gran novela y algunas circunstancias históricas que guarda el texto de nuestro ingente novelista, José Eustasio Rivera.
DIARIO DEL HUILA, EL BOTALON
Por: Martha Cecilia Andrade Calderón
Contertulia
Fueron las manos de Cecilia Vargas Muñoz que le entregaron el 25 de junio de 2021, la chiva: “Expreso Vorágine”, elaborada por encargo hacía algunos años, y para lo cual, le suministró la grabación de los cinco capítulos de “Sangre Blanca” (2018), el documental sobre los lugares, personajes y denuncias que hace la obra riveriana.
Comenta el exmagistrado, que Cecilia integró en “Expreso Vorágine” todos y cada uno de los personajes, los detalles, el colorido y ambientación del universo de la explotación cauchera a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y que él acuciosamente le compuso una canción, entre otras estrofas que dice: … En la chiva milenaria/ cual recuerdos de Chorrera/ discurre a través del tiempo/ la novela de Rivera… El mandón de Casa Arana/ trepa todo el personal/y van todos muy cargados/ con el caucho en el morral.
Los videos testimoniales
Estos referentes audiovisuales fueron la segunda parada de nuestra chiva. Cada uno de los veinte minutos que los contenían, fueron recibidos ávidamente por los pasajeros del auditorio que atentos seguían la narrativa. En ellos se registraban las huellas y vestigios que han quedado como testimonio de la crueldad que desde la “Casa Arana” ubicada en la Chorrera, Amazonas se hacían. Los indígenas fueron exterminados bajo la regencia del empresario peruano Julio César Arana, “Varón del caucho”,quien durante 30 años (1879-1919) dirigió la industria cauchera, Peruvian Amazon Company en ese lugar.
Desde allí, se esclavizaron a los pueblos originarios de esta región, sobre todo colombianos, hasta diezmarlos. Se cree que de 100.000 o 50.000 habitantes que existían, hoy sólo sobreviven menos de 3.000. Fue un genocidio de los pueblos Uitoto, Bora, Okaina, Muinane, Andoque, Nonuya, Miraña, Yukuna y Matapí, quienes fueron esclavizados, secuestrados, torturados, explotados, masacrados, desangrados, mutilados; castigados a latigazos y hasta asesinados por no cumplir con la cuota heredada del oro blanco que sacaban de los siringales sus familiares.
De todo esto da cuenta los muros que todavía en pie sostienen la construcción de la Casa Arana, hoy patrimonio arquitectónico. Así se acrecentaron los bolsillos de quienes organizaban la explotación del caucho peruano y los ingleses que movían los barcos para llevarlo y traer mercancías -cachivaches- para la venta. Extensión de la conquista.
Esta fiebre del caucho trajo una atención comercial en la ciudad de Iquitos y ella se convirtió en un centro de explotación del caucho en la Amazonía peruana, y junto a Manaos, fueron los dos principales centros caucheros. Varios peruanos de otros puntos del país y extranjeros, especialmente europeos, llegaron a la ciudad de Iquitos para conseguir fortuna rápida a costa de la explotación y abuso de los nativos amazónicos.
En este período se construyó la arquitectura de Iquitos y hacia el 9 de noviembre de 1897 fue declarada capital de Loreto, se le instala el alumbrado eléctrico y funciona el ferrocarril urbano; servicios que llegaron primero que a la capital peruana. Hoy se registran fastuosos edificios al estilo europeo con lozas y decorados a la mejor ultranza; todos hechos con sangre de nuestros indígenas. ¡La chiva se zarandea!
Puede leer: Juntas de Acción Comunal en el Huila, no tendrían garantías de seguridad
Los pasajeros hablan estremecidos
Con la misma polifonía con que está hecha la novela en donde sus cuatro narradores principales entrecruzan sus discursos, los viajeros contertulios motivados por el conductor de la noche, Marcelino Triana y los audiovisuales que recorrieron los vestigios de la Casa Arana, precisaron ideas fundamentales:
“Con mucha tristeza pido hasta perdón por tanta ignominia; la ambición por el poder económico, la violencia y maltrato hombre por el hombre y el hombre contra la selva solo es un fiel retrato de lo que han sido las masacres en el país, la obra es tan vigente y contemporánea que avergüenza a la humanidad; bajo otros matices y recursos esto ha permanecido en la patria desde épocas del saqueo del oro, la plata, los recursos naturales como la quina, las plumas de garzas, el caucho, luego el petróleo; la bonanza marimbera y cocalera que dejan ya cerca de 50.000 muertos. Y hoy hacia el futuro las nuevas generaciones tendrán que denunciar la explotación de otro problema como lo es la minería ilegal en Colombia, que arroja miles de muertos y está acabando la selva en el Amazonas, Putumayo, y Chocó; seguramente se recogerán estos hechos para ser denunciados, quizás de otra manera”.
La Vorágine es una novela que ficciona la historia real de un pasado que sigue siendo presente, pues todavía siguen habiendo Aranas y Funes -autor de la matanza del 8 de mayo de 1913 en San Fernando de Atabapo, Venezuela-, capataces de cuello blanco que exterminan de otra manera. Los hechos, la barbarie que hubo, Rivera solo los podría presentar como ficción para ver sí así, lo entendían, porque sus denuncias administrativas no hicieron eco en un país que todavía la lee como un souvenir del Cantor de la selva, el trópico, cuando en ella hay tanto por encontrar y sobre todo, mucho por descubrir. Esta centenaria obra inaugura la narrativa de la violencia en Colombia, no hay duda, y está en el podio mayor de la literatura hispanoamericana y universal.
Es así como se frena esta chiva “Expreso Vorágine” con dos indicaciones claves que reitera su dueño y orientador de estas dos horas de marcha. Primero, el Dr. Triana hace gala de la palabra de Rivera para denunciar públicamente la falta de cumplimiento que ha tenido el Fondo de Autores Huilenses, que según convocatoria del año 2023 publicaría en septiembre pasado, ocho libros seleccionados previo concurso, uno de ellos de su autoría “Carta de José Eustasio Rivera al laboyano Simón Arboleda- Contexto Social y político”. Cuenta que desde enero ha estado pendiente de dicha gestión, pero que ni la Secretaria de Cultura y Turismo Departamental ni la Biblioteca da razón de la edición. Estos serían llevados a la FILBO en Bogotá que inicia el próximo 17 de abril. Y de no hacerlo se perdería una excelente oportunidad para hacer presencia en el año del centenario en esta vitrina internacional del libro, dedicada al Centenario de la publicación de La Vorágine. Hasta el momento no se da razón de este cometido.
De igual manera, en su segunda intervención habló de la alegría que siente porque la próxima Revista de la Fundación Jorge Villamil Cordovez estará dedicada en un 95% a Rivera con artículos inéditos e interesantes como “Rivera y Villamil: afinidades y coincidencias de Vicente Silva Vargas. “Los Hermanos Calderón de Pitalito y La Casa Arana” de Gabriel Calderón Molina. “José Eustasio Rivera Salas y Antonio Gómez Restrepo” por Marcelino Triana Perdomo y “José Eustasio Rivera ¿Romántico?” del estudioso del tema, Isaías Peña Gutiérrez.
Así que con la satisfacción y el placer que dan los buenos viajes, éste imaginario, nos despedimos con las ganas de continuar dirimiendo del tema. Ojalá que usted lector también hago caso de la última estrofa del sanjuanero de Triana y se suba a su chiva, para leer su obra, comprenderla y sobre todo querer a un visionario huilense que nos legó nuestra tierra de promisión!
Puede leer: Fondo de Estabilización de Precios del Café: Un respiro para los caficultores