Con el pasar del tiempo Belén Alarcón, se matriculó en la Universidad Surcolombiana e ingresó a estudiar enfermería y recuerda que en una de las clases prácticas, una de las docentes, le manifestó: “mire ese es su paciente”. Ella recuerda que lloró al verlo, porque era un campesino que estaba herido con arma de fuego, y en la mano izquierda tenía puestas las esposas y en la derecha le colocaban los medicamentos, entonces cuestionó a su profesora y le dijo: ¿porque ese señor está herido y lo tienen así? La hoy líder indica que ese cuestionamiento era lo que en el mundo, se llamaba Derecho Internacional Humanitario, pero ella no lo sabía en el momento.
Esta mujer, quien hoy tienen 65 años de edad, nació en el municipio de el Líbano, Tolima y vivió gran parte de su adolescencia en la calle 14 con carrera 3, centro de esta localidad.
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En un hogar conservador, salió la hija ‘rebelde’
En este sentido, la enfermera de profesión, señaló: “mira yo viví en un barrio estratégico, porque confluían las diversas condiciones de los seres humanos, yo veía pasar a los muchachos estudiantes, jóvenes rebeldes que bajaban protestando hacía el parque, pero también advertía la zona de prostitución que estaba muy cerca, donde las mujeres diariamente, salían heridas y había peleas constantes a machete, y otra zona donde vendían estupefacientes, asimismo cerca de ahí, residía gente con buenas condiciones económicas”.
La pequeña, no comprendía como en la época de Navidad, los niños pobres, lo seguían siendo, pues a ellos la Alcaldía de la localidad, les suministraba carros plásticos, que jalaban con una fibra, mientras los demás menores, de mejores condiciones, tenían helicópteros con pilas y trenes que alumbraban, era alucinante para los demás infantes.
“Ahí veía la pobreza, la violación a los Derechos Humanos. Estos hechos hicieron que me asombrara. Entonces, empezó mi rebeldía y me interrogué también con el concepto de Dios, el justo y el que mantenía siempre a la gente en condición de pobreza, esto hizo que naciera en mí, un espíritu crítico. Luego, empecé a leer revistas y libros que llegaban a la casa y recuerdo un texto del escritor ecuatoriano, Jorge Icaza, quien denunciaba la situación indígena”, indicó la mujer.
“Mi espíritu libertario es visceral”
Para entender un poco la época en la que se crio esta mujer. La historia de Colombia en los últimos sesenta años ha estado marcada por el conflicto armado. En sus inicios, la desigual repartición de la tierra y la falta de espacios para participación política dieron cabida al uso de la violencia y la lucha armada. Un método que en los años siguientes se fue reforzando con la irrupción del narcotráfico, el narcoterrorismo, la presencia de nuevos actores políticos y armados en un contexto de lucha revolucionaria, Guerra Fría y guerra contra el terrorismo que han ido transformando el conflicto en su razón de ser y métodos de subsistencia.
Y al preguntarle de quién heredó ese espíritu libertario, ella indica que a pesar de todo, cree que tuvo gran influencia de su progenitor, Leovigildo Alarcón, quien era un militante conservador, admiraba a Simón Bolívar, gran orador y buen lector.
“Estas situaciones me generaron problemas con él, porque era moderado y la primera hija que era yo, le salió la rebelde, porque tuvo un primer hogar, donde tuvo seis hijos. A mí me correspondió abrirnos los caminos”, recuerda Belén.
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Rejas vs rebeldía femenina
La líder, recuerda que el maestro Emiro Garzón, realizó una escultura en su honor, denominada, ‘saltando ventanas, para abrir puertas’. “Y expresa un poco, lo que es mí espíritu, es decir la época donde a las mujeres nos tenían vedada la salida a la calle, y sucede algo muy particular, porque las rejas en las ventanas, nacen para contener la rebeldía nuestra”.
En ese periodo de tiempo a las femeninas, solo se les permitía asomarse a la ventana, cuando llegaban los novios a llevarles serenata, pero las chicas, solo podían escucharla desde sus habitaciones.
“Entonces los padres, colocaron rejas en las ventanas, para evitar que las hijas saltaran y se fueran de fiesta. Siempre he dicho que ese ‘saltar ventanas’, nos significó abrir puertas. Esto ha significado un camino, porque tuvimos hacer cosas no santas, las que hacíamos eso, nos califican de ‘cuatro en conducta’ o prostitutas. No merecíamos ser reconocidas”, agregó la líder de Derechos Humanos.
El Alma mater la esperaba
La mujer recuerda que siendo de ‘espíritu rebelde’, se presentaron con su hermana a la Universidad de Caldas, y ella pasó para estudiar Medicina, pero la allegada no logró hacerlo, por ende don Leovigildo, le dijo que no podía irse sola a estudiar.
“Era una persona sumamente responsable e inteligente (el padre). Lo que quiero decir es que realmente el mundo ha cambiado, pero para que estemos en este momento, es porque ha habido hombres y mujeres, que se han atrevido a transcender en el momento que les ha correspondido, y a quebrantar las normas, yo soy ‘desobediente’ (normas), lo he sido y quiero que me recuerden como una transgresora y revolucionaria”, puntualizó, Belén Alarcón.
“Siempre hay que revolucionar lo establecido, para pensar en una sociedad inclusiva, respetuosa de los Derechos Humanos, asimismo con la protección de la naturaleza y esto no ha sido bien visto en una sociedad mojigata, porque hay una fuerzas que chocan, los unos por mantener el ‘statu quo’ y los otros por modernizarlo”, dijo la líder social.
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Sin saberlo peleaba por el (DIH)
La mujer entró a estudiar enfermería en la Universidad Surcolombiana, y se quejó porque la carrera no tiene el reconocimiento merecido y fue un poco desilusionante para mi madre, Aminta Alarcón, quien hoy tiene 91 años y siempre apoyo que sus hijos pudieran estudiar.
Posteriormente, se involucró con los movimientos estudiantiles y a ver buen cine y a hacer una acción política.
La mujer cuenta una anécdota, que configuró lo que iba a elegir en la vida, ya que en unas clases prácticas, le dieron a cargo un paciente que era un campesino de 25 años de edad, quien había caído herido en combates en el Caquetá, tenía heridas en la cabeza, recuerda que la mano izquierda la tenía esposada a la cama y en la derecha, le suministrábamos la dextrosa”.
“Apenas lo vi, me puse a llorar y le dije a la profesora que no le recibía el paciente y expresarlo era prácticamente renunciar a la carrera, porque se tiene la idea de que uno no sirve para la profesión. Le exprese, no ve que es un ser humano, no puede estar en esa situación de humillación, ella ni los médicos, era consciente d eso, les parecía que era normal, y más prestando un servicio de salud, luego al chico le sueltan la mano y hacen que el militar, saliera de la habitación y esperara en la parte de afuera, además porque siempre le apuntaba con el fusil. Sin saberlo estaba inaugurando el Derecho Internacional Humanitario y a él no le estaban respetando sus derechos”, relató Belén.
Desde el momento, no volvieron a tener en el Hospital Universitario Hernando Moncaleano, a una persona en esas circunstancias. “Para mí ha sido un aporte importante, al mejor vivir de una sociedad y apostarle que camine hacia la paz, respeto y a terminar la guerra que ha sido tan dura”, finalizó la líder.