DIARIO DEL HUILA, COMUNIDAD
Por: Hernán Galindo
Fotos: Tatiana Ramírez
Después de casi 20 días del Paro Nacional las comunidades rural y urbana están siendo las más damnificadas por las protestas, los bloqueos y el desabastecimiento, además, y lo más grave, por el vandalismo y violencia que se han tomado las calles.
Esa lamentable situación, de agresión y saqueos, con enfrentamiento de manifestantes, especialmente de encapuchados con la fuerza pública, la han tenido que sufrir en carne propia los vecinos de Santa Inés, uno de los más tradicionales, situado en el norte de la ciudad.
“Santa Inés se fundó como extensión del urbanismo de la ciudad. Para ampliar la oferta de residencias y viviendas para nuevos neivanos, pero de a poco fue creciendo, dando oportunidades al comercio, en algunos sectores, especialmente con la construcción de la Universidad Surcolombiana”, hace memoria Jairo Peñuela, habitante desde hace casi 50 años.
Vandalización frente a las casas
Hace una semana, en una noche de horror para los vecinos, un grupo de encapuchados trató de incinerar el CAI en la carrera primera con calle 39, con la fortuna que fue controlada por autoridades que acudieron al llamado de la gente.
“Unos sujetos disfrazados lanzaron una bomba incendiaria y lo bombardearon de piedras y ladrillos que solamente afectó una parte de la estación. Hubo personas que se acercaron y rechazaron lo que sucedía y casi que hicieron un lazo humanitario para que no acabaran el CAI que presta seguridad y vigilancia para beneficio de todos”, cuenta Zoilo Tole, que pide no le tomemos fotos, por temor.
Y el lunes en la noche, en una nueva jornada de vandalismo, los pobladores de Santa Inés y Cándido Leguizamo debieron soportar que un grupo de encapuchados finalmente lograra quemar la estructura del CAI, ocasionaran daños en el Colegio San Miguel Arcángel, plantel educativo de Bienestar Social de la Policía, y hurtaron elementos del Parque Club del Norte, a pocas cuadras, sembrando terror y rabia en la comunidad.
“En la institución, que atienda a muchos niños y jóvenes, de estratos populares, fueron destruidos varios salones, daños en la biblioteca, en la portería, en los elementos educativos, y en la fachada que fue pintada y parcialmente incinerada”, señaló Porfirio Home, que descalificó lo sucedido porque la única que pierde es la comunidad, las familias.
“Hacemos nuevamente un llamado a quienes protestan pacífica y legítimamente a que condenen estos actos bárbaros”, comentó Edna, mientras barre el frente de la casa, cerca al lugar del caos.
“El CAI aumenta la presencia de la Policía en el barrio y su reacción inmediata; el colegio es para formar a los niños; el Parque del Norte es para la diversión y el deporte. Qué culpa tienen de los reclamos al Gobierno, que son justos”, destacó un vecino que no quiso identificarse.
Otros se quejaron de que ya no se trata de una legítima protesta porque se sale de los lineamientos y ya debe pasar a que estas acciones abusivas deban ser castigadas por la justicia.
“Estamos preocupados porque en este momento ni tenemos CAI ni policías, y sí podemos tener más inseguridad”, dijeron.
Encierros y vandalismo
Santa Inés y Cándido están situados en La Comuna 1 o noroccidental, que alberga otros grandes barrios siendo adyacentes Las Mercedes, Ciudadela Comfamiliar y Chicalá. Están al costado izquierdo de norte a sur del aeropuerto Benito Salas.
En la zona funcionan además los colegios Inem, Claretiano, Liceo Santa Librada, Promoción Social y las Instituciones de Educación Superior como la Usco, la Cun y la Universidad del Tolima.
“Increíblemente son muchachos, unos pocos inadaptados, con la cara tapada, los que están causando los estragos. El cierre de los centros educativos y de formación es un perjuicio general para todos. Está bien los reclamos, pero no afectando a la mayoría ni a los jóvenes y niños que quieren y necesitan estudiar”, afirmó Rolando Silva.
Y es que el epicentro de las concentraciones del paro en Neiva está debajo del puente El Tizón, salida a Bogotá, a pocas cuadras de Santa Inés y Cándido.
“Desde ahí parten las manifestaciones culturales, musicales, en tranquilidad, con alegría y arengas, pero, tal vez, ha facilitado que infiltrados hagan después de las suyas. Son actos que rechazamos y no compartimos”, cuenta Claudio Sánchez (nombre ficticio) estudiante de la Surcolombiana.
Carlos Charry, habitante de Villa Constanza, situado en la salida a Bogotá, tal vez el barrio más afectado por las refriegas y el bloqueo de la vía nacional.
“La situación ya es crítica. Estamos casi sitiados. No podemos casi ni salir de la casa a ninguna diligencia porque el taponamiento está frente al barrio en la salida nacional”, dijo.
Señaló que en principio se consiguió el retiro de camioneros, pero el bloqueo sigue periódicamente en los puentes Santander, nuevo y antiguo de lata, “es incierto salir porque no se sabe si será posible regresar por el cierre o los desórdenes”.
El comercio es otro damnificado, principalmente en la carrera primera entre Santa Inés y Cándido, que contempla bares, almacenes de ropa, panaderías, restaurantes, arriendos, papelerías, café internet, salas de belleza y hasta el Centro Comercial Único.
“Nos hemos visto afectados gravemente. Hay mucha preocupación y miedo de los propietarios de abrir los negocios y de la gente salir a la calle a comprar porque no saben qué pueda pasar. Ya no sabe uno qué hacer”, responde Rosendo Toledo, de un puesto de juegos.
El daño ha sido principalmente para los comerciantes que cierran cuando hay protestas por miedo al vandalismo. La pelea dura varias horas, hasta la noche, y entonces todos nos guardamos ante cualquier tragedia, coinciden otros entrevistados que prefieren el anonimato.
También hay consecuencias para el transporte público y la movilización de los vecinos que han reducido los viajes o los cancelan cada que se anuncia una nueva jornada de parálisis, pues ya se sabe de la quema de una buseta.
“Algunas suspenden las rutas señalando que no cuentan con las garantías por parte de las autoridades para prestar este servicio en medio de la protesta ciudadana que se toma las calles”, asegura Fermín Lozano, conductor.
Ante este escenario de incertidumbre, líderes y dirigentes locales y solicitan la presencia de Personería y Defensoría del Pueblo para que realicen acciones de mediación y evitar afectación a la comunidad por los marchantes violentos.
“Que ayuden con las autoridades y la Alcaldía a cuidar a la comunidad, los bienes públicos, al barrio, al comercio y a los residentes del accionar de estos grupos violentos, claro, garantizando la protesta en paz”, piden en masa.