DIARIO DEL HUILA, REFLEXIONES
Por Mons. Libardo Ramírez Gómez*
“Una imagen vale más que mil palabras”, es diciente expresión. Credos religiosos, y empresas, buscan signo que con solo verlo lleve a pensar en ellos. En el Cristianismo la cruz es universal memoria de quien selló su misión en ella, pero a ese Mártir del Calvario traspasaron el corazón, y derramó, por amor a la humanidad, hasta la última gota de su sangre. Con el correr de los siglos, vino el Corazón a ser símbolo de su infinito amor.
Desde antes de Cristo, los griegos señalaban como centro de lo racional el cerebro y, como centro de lo emocional el corazón. De allí que, universalmente, esa cumbre emocional que es el amor venga a ser representada en el corazón. Los profanos, han tomado la memoria de joven mártir cristiano, S. Valentín, del Siglo III, quien murió por defender en los soldados el “derecho a amar”, con festividad el 14-02, y ha sido acogido como día “de los enamorados”, también, que la expresión del amor esté representada, en un corazón. Nada extraño, entonces, que cuanto rodea al Corazón de Jesús, y su devoción se abriera paso en todo el globo terráqueo.
En varios textos de la Biblia, hay expresiones que hacen pensar en el amor a Dios, y de su Hijo humanado, que reclaman un signo que hable a toda la humanidad de él, y es el Corazón del divino Crucificado. La mismo definición de Dios, dada por el Evangelista S. Juan (4,7), que “es amor”, y es el mismo el que habla del inmenso amor divino hacia la humanidad, al enviar a su Hijo a redimir al mundo (3,16), y de este Redentor que se queda entre nosotros, al instituir la Sagrada Eucaristía (13,1). Además, señal y distintivo del cristiano es el amor (17,34-35), siendo ese su testimonio “para que el mundo crea” (17,21-23).
Ante esos textos sagrados, nada de raro que buen número de santos, testigos de la fe, hayan sido devotos del Corazón de Jesucristo, como S. Alberto Magno, S. Buenaventura, Sto. Tomas, S, Francisco de Sales, S. Juan Eudes. Pero fue el 27-12-1673, cuando el mismo Jesucristo se apareció a la monja Margarita María, en Paray le Monial. Le muestra su Corazón traspasado por la lanza del soldado, “que tanto ha amado a los hombres y de los cuales es tan mal correspondido”, con reclamo de correspondencia y ofrecimiento de gracias especiales a sus devotos. Es el Papa Clemente XIII (1758-1769), quien consagró día de celebración litúrgica y difundió esa gran devoción (1765).
Viene, en pos de 12 especiales promesas del Sagrado Corazón en las apariciones a Santa Margarita María 27-12-1673, la amplísima devoción en el pueblo católico a esta tan cimérica figura, a la que dieron impulso las disposiciones de Clemente XIII. Después vino la encíclica “Annum Scracum” (25-05-1899), con la que el Papa León XIII le consagró el género humano y difundió letanías en su honor. A su vez Pio XI el 13-05-1920, canonizó a Santa Margarita María, con reconocimiento de sus virtudes y aceptación de la Iglesia de la verdad de las revelaciones del Corazón Sacratísimo. Siguen los Papas, a partir de Pio XI, hasta Francisco, con encíclicas, y otros documentos magisteriales sobre este impactante tema que reclama nueva reflexión. (Continuará).
“La ciencia es un gran recurso para construir la paz”: Papa Francisco
El Papa Francisco envió un mensaje a los participantes en el encuentro “La ciencia para la paz” que durante dos días se celebra en la sede de la Universidad de Estudios de Teramo promovido por la Diócesis de Teramo, Italia, con motivo del jubileo de San Gabriel.
En el mensaje, el Santo Padre hizo hincapié en que “la ciencia es un gran recurso para construir la paz” y señaló que “nunca como en este tiempo se advierte la necesidad de un relanzamiento de la investigación científica para hacer frente a los retos de la sociedad contemporánea”.
El Papa llamó a dar testimonio “de que no puede ni debe haber oposición entre fe y ciencia”. Explicó que “para que el deseo de conocimiento que se esconde en el corazón de cada hombre y de cada mujer, crezca y se desarrolle la investigación científica debe poner al servicio de todos sus conocimientos buscando siempre nuevas formas de colaboración, de intercambio de resultados y de construcción de redes”.
Sobre el particular contexto actual derivado de la pandemia de coronavirus, el Pontífice afirmó que “la experiencia de la emergencia sanitaria ha instado todavía más, y de alguna manera con más urgencia, al mundo de la ciencia a replantearse las perspectivas de la prevención, la terapia y la organización sanitaria, teniendo en cuenta las repercusiones antropológicas ligadas a la convivencia social y a la calidad de las relaciones entre los miembros de la familia y, sobre todo, entre las generaciones”.
En ese sentido, llamó a la colaboración entre disciplinas y saberes, pues “ningún saber científico debe caminar solo y sentirse autosuficiente”, más bien “hay que servirla con la pluralidad de los saberes”.
A los miembros de la comunidad científica, el Papa Francisco les recordó que se les ha confiado “la tarea de dar testimonio de que es posible construir un nuevo vínculo social, comprometiéndoos a hacer que la investigación científica esté cerca de toda la comunidad, desde la local hasta la internacional, y que juntos es posible superar cualquier conflicto. ¡La ciencia es un gran recurso para construir la paz!”.