DIARIO DEL HUILA, CONTEXTO
Por: Daniela Gutiérrez
Fotografías: José Montalvo
Por más de 10 años, Martha ha tratado de cumplir su sueño de ser mamá a través de varios métodos y tratamientos de fertilidad sin tener éxito. Ahora su mayor anhelo es poder adoptar uno de los tantos niños que permanecen en el ICBF. La cifra de niños, niñas y adolescentes que están disponibles para ser adoptados en el Huila asciende a 87.
“Hay personas que juegan con mi anhelo de ser mamá, hace unos años pasé por una experiencia muy dura, una chica que, aparentemente no quería tener a su bebé me aseguró que me lo iba a dar e íbamos a iniciar un proceso legal. Cuando llegó la hora me dijo que, si realmente lo quería, debía darle 3 millones de dólares para pagar el tratamiento de su madre enferma en el exterior e irse con ella del país”, recordó Martha.
Martha es el nombre que se utilizó para nombrar a una mujer que prefiere dejar en el anonimato su verdadera identidad, advirtiendo que, por trámites legales, debe así hacerlo. Lleva cerca de 10 años en la búsqueda de ser madre de forma biológica pero su hipotiroidismo más la deficiencia de vitamina D y B se lo han impedido.
Tiene 39 años, es Licenciada en Pedagogía Infantil, Especialista en Infancia y Adolescencia y está a la espera del título de Magíster en Educación. Vive en la ciudad de Bogotá donde nació y lleva la mayor parte de su vida.
Siempre supo que quería ser madre, lo que nunca imaginó es que el hecho de hacerlo realidad sería en lo que dividiría su vida en dos. Ha logrado a partir de diferentes tratamientos médicos y de fertilidad quedar en embarazo, pero los resultados no han sido positivos.
“Los últimos 10 años he pasado por muchos tratamientos de fertilidad en la ciudad de Ibagué, que oscilan en los $ 12 millones cada uno, ya que no cuento con reserva ovárica y tengo varios problemas que me impiden quedar en embarazo. Lastimosamente he perdido 3 bebés en todo este proceso y por ese motivo tomé como alternativa la adopción”, relató la mujer.
Hasta hace algunos meses, Martha se desempeñó como docente en un Colegio de la Capital, sin embargo, tomó la decisión de retirarse de su vida laborar para dedicarse cien por ciento a buscar su felicidad, ser mamá.
“Retirarme fue una decisión propia ya que mis tratamientos los llevo a cabo en la ciudad de Ibagué a donde tengo que viajar constantemente a hacerme exámenes y citas médicas. Trabajando en el colegio me quedaba muy complicado cumplir con mis dos sueños y elegí el de ser madre, además porque un colegio o entidad no funciona con una empleada que esté pidiendo permisos todo el tiempo”, expresó.
“Por el ICBF es casi imposible”
Al ver que sus tratamientos de fertilidad tampoco arrojaban resultados positivos, empezó a buscar otras alternativas y se dirigió al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en la ciudad de Bogotá, ya que actualmente es la ciudad donde reside. “En Bogotá no logré nada, así que pensé en viajar a Neiva con la esperanza de que al ser una ciudad pequeña podría ser un poco más fácil”, contó Martha.
Ella asegura que al llegar a la sede zonal del ICFB de Neiva, encontró un proceso complicado ya que todo se hacía a través de páginas web las cuales no tenían usabilidad para el usuario, no eran claras y los reprocesos hacían que no se encontrara clara la información que debía diligenciar en forma de cuestionario que fue lo que primero le solicitaron.
“Aunque la atención allí fue muy buena, los procesos son muy demorados, todo se hace vía electrónica o por WhatsApp y eso no me permitió tener claridad sobre muchas cosas”, dice Martha. Asegura que ella leyó todo lo relacionado con los trámites, los requisitos y demás y que la única respuesta que encontró fue que en 9 meses aproximadamente le daban una cita para poder encontrarse con un encargado del ICBF para explicar lo que ya había en las plataformas virtuales y que por ende no siguió adelante con el proceso.
“Soy una mujer sola con ganas de ser mamá, profesional y con ganas de construir una familia, pero tristemente el ICBF no solo se demora, sino que también los trámites son terriblemente complejos, lo que hace más distante el poder adoptar. Definitivamente adoptar un niño es perder el tiempo en el Bienestar”, recalcó.
Seguirá intentando ser mamá
Martha cuenta con mucho dolor en su corazón y no le cabe en la cabeza cómo mamás, que tienen la oportunidad de concebir un bebé, “a veces no los quieran, aborten o atenten contra sus vidas. Si ellas supieran lo que daría yo, o cualquier mujer que pase por mí misma situación, por tener un hijo, no lo harían”, resaltó.
“Yo no seguí con los trámites en el Bienestar Familiar porque no me parece justo esperar casi dos años que me dicen que puede durar el proceso. Yo entiendo que ellos deben velar por que las familias que se queden con los bebés sean las más idóneas, pero para eso no se necesitan dos años. Yo soy una mujer profesional, que ahora está desempleada porque así lo decidí, pero tengo cómo demostrar solvencia económica para poder hacerme cargo de un hijo, sé que es una gran responsabilidad”, añadió la mujer.
En su intento desesperado por ser madre, ha pasado por situaciones desagradables y desalentadoras. La han tratado de estafar mujeres en embarazo haciéndole creer que cuando sus bebés nazcan se lo van a dar en adopción y lo único que ha conseguido es caer en tristezas muy profundas porque al final no es así y sólo quieren conseguir algunos pesos.
Martha asegura estar dispuesta a buscar otros métodos que la lleven a cumplir sus sueños y entre esos, está el poder viajar al exterior y poder adoptar en países donde las situaciones económicas y legales no sean tan complicadas como en Colombia.
Cifras del ICBF
Luz Elena Gutiérrez Uribe, directora del Instituto de Bienestar Familiar Regional Huila, aclaró que, “mensualmente hacemos una charla legal para informar a las familias sobre el proceso de adopción de la cual participan entre seis a diez familias, sin embargo, pues no todas radican la documentación para los inicios del trámite de adopción”.
Indicó que entre los requisitos que tiene el Instituto para que una familia pueda adoptar un bebé conforme a Ley de Infancia y Adolescencia en su artículo 68, puede adoptar quien siendo capaz haya cumplido 25 años, que tenga al menos 15 años más que el adoptable, quien garantice idoneidad física, mental, moral y social que sea suficiente para suministrar una familia adecuada al niño, niña o adolescente.
Según explicó la Directora, pueden adoptar personas solteras, los cónyuges conjuntamente, compañeros permanentes que demuestren convivencia por más de dos años, el guardador al pupilo o expupilo y el cónyuge o compañero (a) permanente puede adoptar al hijo (a) del cónyuge siempre y cuando demuestre una convivencia no inferior a dos años.
Expresó que el trámite dura aproximadamente nueve meses dependiendo de las características propias de la familia y la dinámica de la Defensoría de Familia, y que el tiempo puede ser menor o en ocasiones puede durar un poco más.
En busca del “bebé Johnson”
En la regional Huila del ICBF aproximadamente hay 87 niños declarados en adoptabilidad que están esperando una familia. “Muchos de ellos son de difícil adopción por algunas características especiales que tienen, y otros son ya más grandecitos. Cuando una familia quiere adoptar en el mayoría de los casos buscan un bebé recién nacido o no mayor de dos años y eso complica el proceso”, explicó Gutiérrez Uribe”. Esta aseveración, concuerda con lo comentado por Martha.
Se conoció que en el Huila complica los trámites de adopción el hecho de que las familias cuando llegan a adoptar tienen muchos requerimientos que han venido construyendo a partir de un imaginario de bebé soñado que no es el prototipo de niños que llegan a estos Institutos. Lo cual hace que muchos niños, niñas y adolescentes tengan que criarse con madres sustitutas hasta que cumplen su mayoría de edad.
En lo corrido del año 2022, no ha habido sentencias de adopción en el ICBF seccional Huila. En el 2020 hubo 7 familias colombianas y 5 extranjeras que lograron adoptar, y en el 2021, 13 familias colombianas y 2 extranjeras le dieron un hogar y una familia a uno de los niños que están en el ICBF en condición de ser adoptados.