DIARIO DEL HUILA, ESPECIAL
Por: Hernán Galindo
¡Soy capaz, soy fuerte, soy invencible, soy mujer!, podría ser la mejor frase para describir a Blanca Lilia Uribe , quien, lejos de disminuirse por las dificultades que le ha puesto la vida, le pone más empeño para superarse y salir adelante con la familia.
Desde hace muchos años, aprovecha los días especiales del calendario, Día de Amor y Amistad, de la Secretaria, Madres, y, en esta oportunidad, de la Mujer para ganar recursos adicionales que le sirvan para el hogar, una casa en Puerta del Sol, barrio popular en el sur de la ciudad, que comparte con sus dos hijos y un nieto.
Como, esta emprendedora neivana, cerca del 60 por ciento de las mujeres de la ciudad, trabajan en la economía informal, ganan menos, ahorran menos y corren un mayor riesgo de caer en la pobreza. Muchas, viven con ingresos que no superan los 406.248 pesos mensuales, según informe del Dane.
En el rebusque
“El trabajo es vida y alegría”, asegura esta mujer cabeza de hogar, quien le ha tocado responder de la pesada carga familiar tras una reciente separación y perder en la pandemia el trabajo que tenía. Por eso, con una obligación mayor por el desempleo, Diario del Huila la encontró el pasado sábado instalada en el semáforo de la calle séptima con avenida 15, límites de los barrios Calixto Leyva y Altico, de amplia circulación de carros y personas, junto a la antigua Estación del Ferrocarril
Su oficio no es nuevo ni le es extraño. Es ofertar arreglos florales para que los clientes “expresen a sus abuelitas, esposas, madres, hijas o hasta amigas todo lo que las quieren y les importan. Eso sí, deben dárselos llenos de amor y aprecio, así como yo los alisto”, cuenta.
En Colombia, las mujeres han sido más afectadas que los hombres en la emergencia sanitaria del Covid-19, pues se quedaron sin trabajo con el cierre del comercio, turismo y restaurantes y las tasas de violencia incrementaron.
Blanca Lilia, se preparó con días de anticipación a la celebración. Compró ella misma los elementos necesarios para los detalles. Cada uno de las flores y espigas las escogió con cuidado, con cariño, casi que pensando cómo le gustaría que le regalaran. Pero en esta oportunidad le sumó una mayor propuesta comercial. No vende solamente arreglos, sino que les incluye o vende separados muñecos de felpa, “los ositos son los más pedidos”, y dulces, como chocolates.
¿Le preocupa que no sea buena la venta y se quede con parte del inventario?, le preguntamos con preocupación por la situación de necesidad que pasa, con unos hijos esperando en casa los mejores resultados.
“Todo se vende. No queda nunca nada. Ni quedará esta vez. Dios y la gente me ayudarán a que todo salga bien. Estoy muy optimista”, afirma, y de prisa se mueve a atender una pareja que se detiene al lado para iniciar una compra, con la vigilancia detrás de una estatua de una mujer con un niño en brazos. Curiosa escena de la realidad de Blanca Lilia Uribe.
“Me gustan las flores. Regalar y que me regalen. Y con la compra entiendo que estoy ayudando a una persona, a una mujer que busca salir honradamente”, afirma Josefina Chicangana, mientras paga, con una mirada de aprecio.
“No es fácil la tarea de estar todo el día al sol y al agua. También he estado desempleada y sé lo difícil y triste que es esa amarga situación. Le llevaré a mi mamá”, señala Gertrudis López.
Fátima casi no quiere opinar. Solamente destaca que “las flores naturales son más bonitas, especiales. Pero las artificiales duran más tiempo, no se dañan y también gustan”, comenta, mientras toma un ramillete.
También se vive de ilusiones
La apasionan muchas cosas, pero entiende que lo primero es el trabajo. Por eso, pide a las administraciones o entidades que puedan ayudar a que promuevan “con verraquera y generosidad” la inclusión de las mujeres en los diferentes ejercicios laborales del municipio. “Sin tantas exigencias, con verdaderas oportunidades, en los campos donde nos desempeñamos mejor”, dice esta mujer luchadora, que recién laboraba en un restaurante.
¿Qué otra ilusión tiene? Que se incentive cambios en la casa. “Que los hombres también tengan responsabilidades y tareas. Que el trabajo de hombres y mujeres se valore por igual. Que nos paguen igual. Que no nos discriminen por ser madres divorciadas ni se aprovechen de nosotras”, dice con una risa mientras corre a atender a una niña que asoma por una ventana preguntando por un emoticón.
Destacado
Dios y la gente me ayudarán a que todo salga bien. Estoy muy optimista”, afirma, y de prisa se mueve a atender una pareja que se detiene al lado para iniciar una compra, con la vigilancia detrás de una estatua de una mujer con un niño en brazos. Curiosa escena de la realidad de Blanca Lilia Uribe.