«La formación sacerdotal es una obra en la que todos están llamados a dedicarse a través de la verdad, para permitir que Dios construya su obra a lo largo de los años». Palabras del Papa Francisco a los seminaristas de Nápoles.
DIARIO DEL HUILA, REFLEXIONES
El Papa Francisco recibió en audiencia esta mañana, en la Sala Clementina del Vaticano, a los obispos, superiores, formadores y seminaristas del Seminario arzobispal de Nápoles «Alessio Ascalesi», con motivo del 90 aniversario de su inauguración.
Al saludar a los presentes, el Santo Padre agradeció también al equipo de colaboradores que trabaja en el seminario, especialmente a los matrimonios, «cuya presencia es un signo importante», y recordó la importancia de la complementariedad entre el orden sagrado y el sacramento del matrimonio: «En la formación sacerdotal, necesitamos la contribución de quienes han elegido el camino del matrimonio. Gracias por lo que hacen», subrayó el Pontífice en el discurso que les entregó.
Formación permanente
A continuación, Francisco se dirigió directamente a los seminaristas, expresándoles su gratitud «por haber respondido a la llamada del Señor y por su disponibilidad para servir a su Iglesia»:
«Los animo a cultivar la belleza de la fidelidad cada día, con entusiasmo y dedicación, entregando sus vidas a la obra continua del Espíritu Santo, que los ayuda a asumir la forma de Cristo. Recuerden esto: La formación no termina nunca, dura toda la vida, y si se interrumpe, no nos quedamos donde estábamos, sino que retrocedemos”.
Seminario: una obra en construcción
«Pensando precisamente en este continuo trabajo interior que es la formación sacerdotal y en el aniversario de su seminario», continuó diciendo el Papa, «me viene a la mente la imagen de una obra en construcción».
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«La Iglesia es, ante todo, una obra en construcción siempre abierta. Está en constante movimiento, abierta a la novedad del Espíritu, superando la tentación de preservarse a sí misma y a sus propios intereses”.
Según el Papa, ésta es la misma dinámica del camino sinodal: «Escuchar al Espíritu y a los hombres de nuestro tiempo» y, de este modo, los ministros sacerdotales de hoy son ante todo servidores «que saben adoptar un estilo de discernimiento pastoral en cada situación, sabiendo que todos, clérigos y laicos, caminan hacia la plenitud y son obreros de la misma obra».
«No podemos ofrecer respuestas rígidas y prefabricadas a la compleja realidad actual, pero debemos invertir nuestras energías en proclamar lo esencial, que es la misericordia de Dios, y manifestarla a través de la cercanía, la paternidad, la mansedumbre, afinando el arte del discernimiento».
Una vida al estilo de Jesús
En el camino de formación para el sacerdocio, el Pontífice subrayó a los seminaristas que deben estar atentos para no cometer el error de sentirse superiores y de considerarse preparados para afrontar los desafíos:
«La formación sacerdotal es una obra en la que cada uno de ustedes está llamado a dedicarse a través de la verdad, a dejar que Dios construya su obra a lo largo de los años», añadió Francisco. «Así que no tengan miedo de dejar que el Señor actúe en sus vidas, el Espíritu vendrá primero a demoler aquellos aspectos, aquellas convicciones, aquel estilo e incluso aquellas ideas incoherentes sobre la fe y el ministerio que impiden su crecimiento según el Evangelio, luego el mismo Espíritu, después de limpiar las falsedades interiores, les dará un corazón nuevo, construirá sus vidas al estilo de Jesús, hará que se conviertan en criaturas nuevas y discípulos misioneros».
Madurez afectiva y humana
El Papa recordó que la verdadera madurez es la que pasa a través de la cruz, «como lo fue para los Apóstoles», y pidió a los que se están formando que no la teman: «Ciertamente puede ser un trabajo duro, pero si permanecen dóciles y verdaderos, disponibles a la acción del Espíritu sin anquilosarse ni defenderse, descubrirán la ternura del Señor dentro de sus debilidades y en la pura alegría del servicio».
Un verdadero camino formativo pasa por la sinceridad, «cultivando la vida interior, meditando la Palabra, profundizando en los temas de nuestro tiempo y en las cuestiones teológicas y pastorales». Y permíteme que les recomiende una cosa: Trabajen la madurez afectiva y humana. Sin esto, no llegarán a ninguna parte», exhortó Francisco.
Sobriedad y fraternidad
Para concluir, el Pontífice subrayó que los itinerarios formativos están experimentando muchas transformaciones, y valoró positivamente estas novedades. Recordando el período de Cuaresma, Francisco dijo que es un «tiempo para pequeñas y grandes opciones a contracorriente y para repensar los estilos de vida».
La invitación final del Papa a los seminaristas fue a recorrer el camino de la conversión y la renovación en su comunidad:
«Déjense conquistar por Dios con renovado asombro, fundamento de una vocación que se acoge y se redescubre sobre todo en la adoración y en el contacto con la Palabra; vivan con alegría la opción por la sobriedad, y aprendan un estilo de vida que les permita ser sacerdotes capaces de entregarse a los demás y de estar atentos a los más pobres; no se dejen engañar por el culto a la imagen y a la apariencia, sino cuiden su vida interior, viviendo en paz y concordia, superando las divisiones y aprendiendo a vivir en fraternidad y con humildad. Y la fraternidad es, sobre todo hoy, uno de los mayores testimonios que podemos ofrecer al mundo».
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