Existe temor ante un posible desastre ecológico en las aguas del río Óder y ambos países han iniciado una investigación conjunta.
Miles de peces flotan inertes en el Óder, despertando el temor a un «desastre» ecológico en este río que transcurre entre Alemania y Polonia, cuyas autoridades pidieron a la población mantenerse alejada de sus aguas.
Los bancos de peces surcando panza arriba cerca del pueblo de Schwedt, en el este de Alemania, probablemente fueron arrastrados por la corriente desde Polonia, donde vecinos y pescadores detectaron los primeros casos el 28 de julio.
Los responsables alemanes, sorprendidos por la llegada en masa de estos animales, reprocharon a las autoridades polacas por no haber avisado. La ministra alemana de Medio Ambiente, Steffi Lemke, exigió una investigación exhaustiva para determinar las causas de este «desastre medioambiental».
En Polonia, el gobierno populista de derecha recibió críticas por no haber actuado antes. El primer ministro Mateusz Morawiecki aseguró que tuvo conocimiento del incidente «el 9 o 10 de agosto», «es evidente que lo supe muy tarde». La víspera, intentó justificarse diciendo que «al principio, todo el mundo pensó que no era más que un problema local».
«La magnitud de la contaminación es muy grande, lo suficiente para decir que el Óder necesitará años para volver a su estado natural», reconoció, ya que se vertieron «cantidades enormes de residuos químicos, con total consciencia del riesgo y las consecuencias», opinó.
De pie a orillas del río, Michel Tautenhahn, jefe adjunto del parque nacional del valle del Bajo Óder, mira consternado en dirección al curso de agua que marca la frontera germano-polaca. «Estamos en el lado alemán. Tenemos peces muertos por todos lados», dice a AFP.
«Estoy profundamente conmocionado. Tengo la impresión de ver décadas de trabajo arruinadas (…) El agua es nuestra vida», lamenta. No solo han muerto peces, también muchos otros animales acuáticos como los mejillones. Los peces son «solo la parte visible del iceberg», asegura.
El Óder es un río considerado relativamente limpio desde hace numerosos años y que alberga una cuarentena de especies de peces. Muchos ahora flotan sin vida en sus aguas, algunos de apenas unos centímetros, otros de casi dos palmos. A veces, se ve algún ejemplar que trata de voltearse para intentar nadar.
Las autoridades estiman que los animales fueron probablemente envenenados. Su muerte es «atípica», explica Axel Vogel, ministro de Medio Ambiente del estado alemán de Brandeburgo, asegurando que «toneladas» de peces ya han fallecido.
La muerte de los peces a menudo está provocada por la distorsión de los niveles de oxígeno cuando el nivel del agua es demasiado bajo, explica. «Pero hemos detectado un aumento del nivel de oxígeno desde hace días, lo que indica que se ha introducido una sustancia externa y ha provocado todo esto», afirma.
Hay análisis en marcha en Alemania para establecer la naturaleza de esta sustancia. Las autoridades ya han informado de indicios de niveles extremadamente altos de mercurio, algo que la investigación deberá confirmar. En Polonia, la policía ofreció una recompensa de 215.000 dólares para encontrar al culpable de los vertidos.