DIARIO DEL HUILA, HOMENAJE
Por: Gerardo Meneses Claros
Don Jesús Meneses Tovar; pionero de la producción y comercialización de café en el Sur del departamento; eje y motor de una numerosa y tradicional familia, falleció la mañana de este lunes en su casa de habitación del barrio Aguablanca de Pitalito. Don Jesús será recordado entre los laboyanos como ejemplo de vida, honestidad y generosidad.
A la edad de 101 años dejó de existir la mañana de este lunes 20 de septiembre el señor Jesús María Meneses Tovar, cabeza de una distinguida familia del municipio de Pitalito, donde vivió toda su vida siendo pionero de la producción y el comercio de café hasta las finales del siglo XX.
Don Jesús nació el 16 de octubre de 1920, se casó muy joven con doña Martha Elena Claros, con quien formó su familia, muchos de ellos dedicados al arte, entre ellos el escritor Gerardo Meneses Claros, el menor de sus 12 hijos quien convivió con él en Casagrande, donde residió desde 1960. vida
Este patriarca laboyano fue testigo de la transformación de Pitalito, especialmente del comercio y la producción del café, del cual, junto con otros pioneros, fue impulsor y baluarte para el posicionamiento que hoy tiene este territorio en ese campo de la producción agrícola
Fue el segundo de una familia tan numerosa como la que él luego formó, y de la cual siempre se sentía orgulloso y a la cual siempre le inculcó la bondad, la generosidad y la honestidad como los principios fundamentales de la vida.
Los últimos años de su vida los pasó rodeado de su hijo Gerardo y su nieta Carolina quienes le prodigaron todas las atenciones y cuidados, compartiendo las historias y anécdotas referidas a su vida como joven campesino y agricultor, como músico junto a su hermano Luis, como comerciante de café y del Pitalito de los años 50, cuando solo era un pequeño poblado.
Su gusto por la música permaneció intacto hasta hace muy poco, al igual que el de la lectura hasta cuando la vista se lo permitió, le gustaba leer los periódicos y escuchar radio para mantenerse actualizado del desempeño del gobierno, la cotización del café en Nueva York y las noticias regionales y locales del día.
“Y papá oyó radio toda la vida. Ya no lo hace, pero en su época tenía sobre el escritorio un radio de transistores que solo sintonizaba Radio Sur. Lo que dijeran ahí, así era” escribió Gerardo Meneses a propósito de los cien años del natalicio de don Jesús.
Su velación se cumple en la sala número 1 de Funerales Los Olivos y sus exequias se realizarán este martes con ceremonia en el templo de San Antonio de Padua.
Cien años de vida de don Jesús Meneses en Pitalito
El señor Jesús Meneses Tovar falleció el día de ayer y, como tributo, publicamos el artículo que, con ocasión de su centenario, su hijo Gerardo Meneses escribió para este medio de comunicación hace un año.
Nacido en Pitalito, el 16 de octubre de 1920, don Jesús Meneses Tovar cumplió hace un año, cien años de edad. Fue el último sobreviviente de esa generación de comerciantes cafeteros que le dio a Pitalito el impulso para llegar al lugar que hoy ocupa a nivel nacional. Testigo y artífice de una época.
El otro día le pregunté a mi padre si para él el tiempo anterior fue mejor que este. “Fue distinto –me dijo- era más tranquilo, pero todo era muy difícil; el campo era muy pobre, había muchas enfermedades, carreteras no había, luz eléctrica tampoco. Era distinto, más tranquilo, pero más duro para todo”. Así comenzó esta charla con él, con este laboyano que hoy viernes 16 de octubre del 2020, llega a los 100 años de edad con la memoria completamente lúcida, con la salud intacta y con el ánimo de quien se siente satisfecho luego de un siglo de existencia. ¡Un siglo!
Al cumplir los setenta y cinco años dejó la empresa, su depósito y sus secaderos de café. A los ochenta y cinco enviudó. Hoy vive bajo el cuidado de sus hijos y ve pasar la vida tranquilo, con calma, siempre pendiente de todos, siempre preguntando por todos. Varios de sus nietos y bisnietos viven fuera del país y se acuerda de cada uno, disfruta sus triunfos y se ríe con ellos a través de esta tecnología moderna.
Papá nació y se crió en Chillurco. De allá son sus orígenes. Tenía una conexión impresionante con mi mamá Carmen, como llamábamos siempre a la abue. Eran dos seres tan parecidos, tan estrechamente unidos que, a pesar de los catorce hijos que ella tuvo, papá siempre fue su niño chiquito. Al abuelo yo no lo conocí, mis hermanos mayores sí, pero debió ser un señor de una gran bondad y de una inmensa generosidad porque así es papá. Y así también era mi mamá Carmen. De Chillurco se vino al pueblo, acá nacimos los últimos de sus hijos. Mamá nos contaba del colegio de La Presentación, papá de la escuelita de la vereda. Con eso tuvo para llegar a ser el que es.
Pioneros de la comercialización del café
Pitalito ostenta hoy con orgullo uno de los títulos que más reconocimiento le ha dado a nivel nacional: primer productor de café especial en el país. Y uno de los municipios con más producción nacional. Esa es la historia reciente, la que las nuevas generaciones han conocido en los últimos cinco o diez años; la otra, la de los comienzos, es la que hizo papá y un grupo de cafeteros emprendedores por allá comenzando los años sesentas.
No pasaban de cinco. Y él los recuerda así: “Yo trabajaba con don Zoilo Barrera, luego abrió Salomón Sierra, Fructuoso y Antonio Figueroa, después Jesús Tovar; ya todos murieron, solo quedo yo. Esas eran las bodegas y los depósitos. No éramos más. Claro que Pitalito era chiquito, la gente no sabía de cultivar café. Nosotros les fuimos enseñando. Yo les prestaba plata sin cobrarles nada. Tenía un cuadernito viejo y allí íbamos anotando a quien y cuánta plata le habíamos prestado a cada uno. La gente era muy buena, sobretodo honesta; cuando salía la cosecha, nos vendían el café y nos pagaban. Era como un banco para ayudar a los campesinos. Que yo me acuerde, nunca nadie se robó un peso o se fue sin pagar”.
Era otro tiempo, no hay duda. Y en la memoria de mi papá permanecen intactos esos recuerdos que dan cuenta de los inicios de lo que, décadas después, habría de convertir a Pitalito en el emporio cafetero que es hoy.
Cafés especiales, escuela del café, modernización
Todo tiene un origen, un comienzo. Cuando hoy vemos las hermosas plantaciones cafeteras del Valle de Laboyos es bueno recordar cómo surgieron, quiénes tuvieron la osadía de emprender un proyecto apenas experimentando, quizá equivocándose, pero con la firmeza y la convicción de saber que la tierra, el clima y la voluntad de la gente podría llegar a hacerlo realidad. Es un orgullo ver la cantidad de fincas que producen café de excelente calidad, no solo para el consumo externo, como ocurría hace unos años, sino también para el consumo local y regional. Y saber que eso es el resultado de unos primeros hombres y mujeres que apostaron por un proyecto en su tierra natal.
Desde su casa en su Pitalito natal papá sonríe satisfecho recordando su vida. Hasta hace unos años se levantaba cada mañana como en sus años de juventud a veces a desyerbar, a ver crecer los árboles o a cortar las flores que adornarán los zaguanes y las estancias; hoy sale al solar, recorre la casa, toma café y recibe las visitas de la gente que aún lo recuerda y que tiene en él al único sobreviviente de esos pioneros de la industria cafetera del Valle de Laboyos. Una historia de vida que comenzó un 16 de octubre.