DIARIO DEL HUILA, REFLEXIONES
Por Mons. Libardo Ramírez Gómez
Avanzando en este accidentado año, en el cual di este título a mi columna de mis reflexiones mensuales, llego a la altura de la Madre de Dios. La presentación inicial de ella es de una sencilla doncella de Nazaret, de nombre María (Lc. 1,20), a quien el ángel Gabriel trae mensaje del Altísimo, en solicitud de aceptación para la Encarnación de su Hijo Eterno en sus virginales entrañas.
Así comienza la historia de quien solo se considera “la esclava del Señor”, quien, ante las explicaciones angélicas, acepta los planes divinos (Lc. 1,38). Es la misma doncella que recibe pronto inspirado saludo de su parienta Isabel, quien la aclama como “bendita entre todas las mujeres” (Lc. 1,42), y quien, alaba al Señor, y atribuye toda su “grandeza”, a que Él “ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava”. Reconoce su propia nada, y alaba el gran poder divino (Lc. 1, 48).
Abundan datos bíblicos sobre esta humilde excelsa mujer en los Evangelios, con múltiples en Lucas y Mateo, quienes dejaron constancia de detalles como en la Presentación del Niño al Templo, con la profecía de Simeón a María de sus dolores, (Lc. 2,22-38), la sufrida estadía en Egipto (Mt. 2,13-18), y regreso a Nazaret bajo la autoridad de ella y José (Lc. 2,41-52). Numerosas las del Eva. Juan, como la presencia de ella en las Bodas de Caná (2,1-11), estar al frente a Jesús en el Calvario (19,28-29), y no podía faltar su figura en su profético Apocalipsis (12).
Todavía en la Biblia, importante la alusión a ella en el inicio de la difusión de la Iglesia en Pentecostés (Hech. 1,14), S. Pablo no podía dejar sin alusión a su trascendental misión en la presencia salvadora del Divino Redentor (Gal.4, 4), y Gen. 3,15 hace referencia a la mujer que con su descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente infernal, siempre anotada como alusión a María Inmaculada.
Es de destacar el conjunto de definiciones Conciliares sobre María, como en Éfeso, prolongándose a lo largo de los siglos con definiciones Ex – Cátedra sobre los privilegios de la Inmaculada (1850) y su Asunción gloriosa al cielo (1950), con abundantes páginas sobre ella en los documentos del Vaticano II. Además, sobre su cimérica dignidad e intercesión ante el Altísimo, ha sido también exaltada por infinidad de santos y santas distinguidos por fervorosa devoción a ella, como S. Agustín de Hipona, S. Bernardo de Claraval, S. Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino, Santa Teresa de Jesús, S. Pio V, S. Alfonso María de Ligorio, S. Luis María de Montfort, Santa Teresita de Lisieux, S. Maximiliano Rolbe y S. Juan Pablo II, quien consagró su vivir y obra a la Reina del cielo.
El Calendario Litúrgico está colmado de festividades de María Santísima, en homenaje a sus privilegios y en respuesta a diversas apariciones en distintos lugares del mundo, en honor de su altísima santidad y gratitud por tantos favores recibidos y mensaje en sus imágenes como la de Guadalupe, con tan grande influjo en la Evangelización del Continente Americano. Muy diciente, y que coloca a María en cimérica alteza, lo expresado en Himno de la fiesta de la Anunciación, cuando dice: “Es que bajando a María, bajó Dios a mejor cielo”.
Papa llama a no seguir por el camino de la destrucción
El Papa Francisco hizo un llamado a actuar de forma urgente e inmediata para cambiar la relación del hombre con el medioambiente y frenar la degradación de la naturaleza; y advirtió que “continuar por el camino de explotación y destrucción, del ser humano y de la naturaleza, es injusto e imprudente”.
En un mensaje que pronunció este viernes 4 de junio con motivo del inicio de la Década de Restauración de los Ecosistemas convocado por las Naciones Unidas, el Pontífice destacó que “esta conmemoración anual nos anima a recordar que todo está interconectado”.
El Papa afirmó que esta iniciativa “nos invita a asumir compromisos para diez años destinados a cuidar nuestra casa común”.
En ese sentido, citó uno de los Salmos de la Biblia donde “podemos leer: ‘El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos; un día transmite al otro este mensaje y las noches se van dando la noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz’”.
“Formamos parte de este regalo de la creación. Formamos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella. Eso es lo que trata de decirnos la Biblia”, afirmó Francisco.
Explicó que “la actual situación medioambiental nos llama a la acción inmediata con urgencia para hacernos administradores de la creación más responsables y restaurar la naturaleza que estamos dañando y explotando desde hace demasiado tiempo”.
De lo contrario, “nos arriesgamos a destruir la misma base de la que dependemos. Nos arriesgamos a inundaciones, hambrunas, y otras serias consecuencias para nosotros y las generaciones futuras”.
“Necesitamos cuidarnos unos a otros y a los más débiles de entre nosotros. Continuar por este camino de la explotación y de la destrucción, del ser humano y de la naturaleza, es injusto e imprudente. Esto es lo que una conciencia responsable nos dice. Tenemos la responsabilidad de hacer un hogar común habitable para nuestros hijos y para las generaciones futuras”.
Sin embargo, “cuando miramos a nuestro alrededor, ¿qué es lo que vemos? Vemos una crisis que nos lleva a otra crisis. Vemos destrucción de la naturaleza, así como una pandemia mundial que ha provocado millones de muertes de personas. Vemos las consecuencias injustas de muchos aspectos de nuestros actuales sistemas económicos y numerosas crisis climáticas catastróficas que producen graves efectos en las sociedades humanas y especies en extinción”.
Por ello, pidió realizar “esfuerzos dirigidos a promover lo que podemos llamar una ‘ecología integral’, que es un concepto complejo y multidimensional que nos llama a tener una visión a largo plazo”. “Tiene como objetivo restaurar los diferentes niveles de equilibrio estableciendo dentro de nosotros una armonía con los demás, con la naturaleza y con los otros seres vivos”. “Nos hace conscientes de nuestra responsabilidad como seres humanos hacia nosotros mismos, hacia el prójimo, hacia la creación y hacia el Creador”.
Invitó también a repensar la economía porque “la degradación de los ecosistemas es una consecuencia clara de una disfunción económica”.
Finalmente, subrayó que “restaurar la naturaleza que hemos dañado significa, en primer lugar, restaurarnos a nosotros mismos”.