DIARIO DEL HUILA, HOMENAJE
Por: Daniela Gutiérrez
Visibilizar el poder de las mujeres colombianas es el objetivo que tiene el Premio Cafam a la mujer al que fue nominada Martha Cecilia Calderón Calderón. Una garzoneña de 66 años que durante toda su vida soñó con poder hacer parte de una iniciativa social y ayudar a todas las personas con diversas necesidades.
Esta mujer es enfermera de profesión graduada de la Universidad Nacional, que luego de regresar a Garzón después de llevar 40 años por fuera de su municipio y 15 del país llegó con la idea de trabajar en una obra social que le permitiera beneficiar la población donde nació.
“Yo llego de nuevo a Garzón y me encuentro con la Fundación Hermana Berta Serna la cual tiene 28 años y está coordinada por la Hna. Bertha Serna Jiménez, quien es el alma de la obra; por su carisma y entrega ha logrado que esta institución se sostenga”, relató Calderón.
Martha recuerda que llegó a esta fundación debido a que vio en su padre pensionado desde los 55 años la alegría que irradiaba en su vida poder compartir y hacer parte de un grupo de pensionados donde “iban dos veces a la semana y en esos días ellos iban a paseo, salían, bailaban, gozaban, sembraban huertas y esos fueron los días más felices que tuvo mi papá en su vejez y desde ahí supe que yo quería hacer algo por la población del adulto mayor”, señaló.
Son 120 adultos mayores los beneficiados de esta iniciativa que desde hace tres años dirige Martha Cecilia “al principio me vinculé de manera parcial con la fundación, iba y jugaba con ellos, me encargaba de la parte lúdica, les ayudaba en la alimentación y me encargaba de sus cuidados, luego por una renovación en la junta directiva, quedé como directora y desde entonces trabajo todos los días de tiempo completo para ellos”, contó.
Mujer Huila Cafam
“Una vez llegaron dos personas que conocen mi proceso con la fundación a comprar unos bonos solidarios funerarios y vieron todo lo que hacíamos con los abuelitos y quedaron sorprendidos, hablan con el coordinador de esos premios Cafam; Carlos Eduardo Muñoz y empecé el proceso de postulación”, manifestó la garzoneña.
Aún se le entre corta la voz recordando el momento en el que le notificaron que “era la representante del Huila para los premios Cafam por esa obra social. Eso me impactó grandemente, lloré porque es un honor tan grande, es una compensación a un trabajo que se hacho con todo el corazón y al cual sigo poniéndole todo lo que yo pueda mientras esté a mi alcance”, reveló Calderón.
El 3 de febrero lo recuerda como uno de los días más especiales del proceso ya que fue el inicio del proceso de preselección en la ciudad de Bogotá para el cual tuvo que pasar varios filtros donde cada vez socializaba todo lo que realizaba en la fundación y la forma como ayudaba esta población tan vulnerable y desprotegida.
Inicialmente escogieron 180 mujeres que cada una representaba una visión, un proceso, una ayuda al desarrollo del país con las diferentes historias de vida y posteriormente quedaron 29 quienes pasaron a una entrevista con el jurado calificador que finalmente el día 7 de marzo de 2022 dieron el veredicto.
Martha Cecilia se siente ganadora por el hecho mismo de haber llevado su proyecto de vida a que lo conociera en todo el país y a mostrar el lado humano de las personas que la rodean y que hacen que su vida esté completa. Trabajar con “esta población tan olvidada” completa su propósito de vida y le da fuerzas para seguir construyéndoles un futuro mejor.
“Ser feminista es mi proyecto de vida”
Erika Marcela Tinoco Rivera es una mujer que ha decidido vivir su feminidad reivindicando la dignidad humana haciendo parte del movimiento feminista el cual la identifica y ha hecho de este su proyecto de vida. Por medio de este ha ayudado y acompañado a muchas mujeres en todo el Departamento del Huila.
Luchar por la dignificación de lo humano ha sido desde hace 20 años su propósito de vida a través de la organización Casa de la Memoria Quipu Huasi, constituida por un grupo de profesionales comprometidos con las realidades sociales especialmente del sur colombiano, desde donde apoya diferentes procesos.
Es comunicadora social y periodista de la Universidad Surcolombiana y Mg. en Cartografía Social y Política Amazonía con énfasis en Antropología, que a partir de sus realidades, decide emprender este camino, “a mí la vida me hizo feminista, mis experiencias me constituyen en una mujer feminista, las mujeres que me rodean que no tienen la etiqueta o el título de feminista me convierten en lo que hoy soy, hacen lo soy”, relató Tinoco Rivera.
Su experiencia de vida la hicieron transformar lo que “no nos ha parecido, lo que nos ha dolido, las violencias que hemos vivido; porque muchas las hemos sentido, la historia de muchas mujeres que acompañamos es un poco nuestra historia o representa lo que vivieron nuestras madres”, reveló.
Partir de la empatía le ha permitido trabajar con muchas mujeres a las cuales ha ayudado a salir adelante tras haber sido víctimas de alguna de las formas de violencia que existe y que cada vez más engrosan la lista de aquellas que han muerto por no poder tener la oportunidad de recibir este tipo de ayuda y de “un Estado que no funciona”, mencionó Erika.
“Nosotros no pretendemos salvar a las mujeres porque cada una tenemos una fuerza, somos poder y la sociedad no lo ha negado, ha hecho que invisibilicemos ese poder y lo que intentamos es acompañar procesos emancipatorios en donde las mujeres desde su propia fuerza asuman el poder que tienen”, dijo.
“Lo que hacemos o lo que queremos es juntarnos colectivamente para trasformar la sociedad”, defiende su posición feminista no sólo desde una óptica sino desde múltiples formas de verlo, partiendo del hecho que “el feminismo no es el lado opuesto del machismo” esta, es una de las barreras que Erika busca romper.
Así mismo ella busca “aportar a la eliminación progresiva de todos los tipos de violencia contra las mujeres asumiendo que las violencias están determinadas también por una territorialidad, es decir, las expresiones de violencia física, sexual, psicológica, patrimonial etc, no se expresan de la misma manera en entornos rurales, en indígenas, en aquellas que han sobrevivido a la guerra, en habitantes de barrios populares”, explicó Tinoco Rivera
“El machismo también afecta a los hombres”
Dentro de sus luchas, también está el poder visibilizar que eso que llaman machismo, en donde se antepone al hombre por encima de la mujer también ha causado un daño en el género masculino ya que “no les ha permitido paternar completamente, de poder disfrutar la crianza, no se les da la posibilidad de decir estoy cansado, quiero estar en mi casa y si mi esposa tiene condiciones laborales y está feliz en su desarrollo laboral pues yo me puedo involucrar más con la crianza de mis hijos mientras mi compañera se dedica a lo público o laboral”.
Lograr tener una equidad en la distribución de las tareas y hacer que las leyes que están estipuladas la corte se cumplan y no se quede en letras muertas, entre otros aspectos, es por lo que Erika trabaja incansablemente todos los días.
“Mi madre me enseñó que no hay una sola manera de ser mujer, sino múltiples maneras y cuando yo me enfrento a otros entornos donde hay tanta violencia empiezo a rechazarlo y a saber que eso era lo que no quería para mi vida, haber sido criada por mujeres mis primeros años de vida marcó la diferencia”, relató
Pan y rosas
Según relata Erika Marcela, el 8 de marzo debe ser un día donde se reafirma la lucha de las mujeres que quieren equidad de género, que le sean respetados sus derechos, pero también la oportunidad de recordar el trabajo que hicieron esas mujeres que hoy en día ya están pero que abrieron la brecha y mostraron el camino para construir un mundo más equitativo.
“El sistema capitalista nos ha vendido como las grandes consumidoras y eso ha vuelto este día, un día comercial desmitificando una lucha histórica. Desvían la atención hacia el consumo y se nos va borrando la historia olvidando el movimiento pan y rosas”, refirió Erika.
Dicho movimiento lo que pretendía era mostrar que como mujeres merecían unas jornadas dignas, condiciones equitativas en lo laboral y buenos salarios; a esto se referían con el pan y las rosas hacía referencia al tiempo de descanso y de ocio, al tiempo para el cuidado propio y de los hijos, sin olvidar el derecho al buen trato, el amor y la ternura.
“Hoy muchas reivindicamos ese movimiento y el derecho que tenemos también de no ser fuertes en todo tiempo porque a pesar de que somos fuertes, tenemos momentos en los que no lo somos tanto y eso no está mal” concluyó.
