DIARIO DEL HUILA, REFLEXIONES
Por Mons. Libardo Ramírez Gómez
Obispo Emérito de Garzón
monlibardoramirez@hotmail.com
Es el momento de advertirle al oído del Presidente, y a todos los gobernantes, que un caminar prudente es el que reclama al menos la mitad de sus electores, y gran número de sus opositores, con cambios que realmente necesite el País, con diálogo prudente y patriótico, y no con simple equilibrismo para dar contentillo a los diversos sectores de opinión.
El nuevo Presidente de Colombia, que en su campaña presidencial, y, en especial por sus antecedentes de actuaciones de extrema izquierda, con lucha subversiva, llega al poder pregonando ánimo de realizar exitosa labor en bien del País, ha anunciado y dado pasos aplaudidos de prudencia, pero con no disimulado disgusto de sus conmilitones de años precedentes.
Es el momento de advertirle al oído del Presidente, y a todos los gobernantes, que un caminar prudente es el que reclama al menos la mitad de sus electores, y gran número de sus opositores, con cambios que realmente necesite el País, con diálogo prudente y patriótico, y no con simple equilibrismo para dar contentillo a los diversos sectores de opinión.
Pensar en todos los colombianos, acoger iniciativas de amigos y de adversarios, pensar en Colombia y no en solo grupo de admiradores, es algo que engrandece y da ejemplo de superación de odios y empequeñedores encerramientos. Mirar hacia gobiernos anteriores, y aprovechar las buenas realizaciones y proyectos, y no mirar todo ello con ánimo crítico y con desdén, es la actitud cuerda y patriótica.
Hacia todas las regiones del País ha de encauzarse una benéfica labor gubernamental, y hacia todos los frentes que reclaman cuidado y efectiva acción. Puntos básicos la familia y la persona humana, que han de ser lo central, y base real y auténtico progreso.
Es preciso atender ciudades y poblados, en donde no existan “barrios marginados”; urgen buenos servicios públicos defendidos de destrucciones en demenciales protestas de anarquistas apátridas, labor agrícola debidamente estimulada como riqueza nacional con debido respeto de definida utilización de la tierra, con obras en vías públicas, tecnificación y medios educacionales de superación de todo el campesinado. Todos esos frentes, rectamente atendidos, lo mismo que todo lo relacionado con la salud de niños y mayores, con las facilidades de acceso a la educación para todos, procurando lo mejor y más sano para una juventud, que, encauzada a lo positivo y no al odio y destrucción, está llamada a aportar tanto al bien general.
Es preciso que haya rigurosa exigencia a todo servidor público, con efectivo rechazo de toda manifestación de corrupción. Debe sentirse que de verdad se la abomina y que se castigan, con rigor, hechos corruptos, en lo privado y en lo público. Para esto es preciso que haya real rechazo, combate y castigo, también, al narcotráfico, y a todo negocio ilícito. Es preciso crear conciencia, por el debido apoyo gubernamental, que el mejor negocio es el trabajo honesto y no cuanto envenena lo nacional, y lo internacional, ni la violencia armada que tanto mal ha hecho en Colombia.
Todo lo anterior es apenas algo introductorio a mucho más que reclama un avance gubernamental que dé pasos prudentes y no simple equilibrismo en busca de pasajeros aplausos. Ojalá se tome esta vez en Colombia el propósito de dejar huella estable en periodo de gobierno, como sí hemos tenido a lo largo de nuestra historia, no debidamente apreciados por duras rivalidades políticas, y lamentables enfrentamientos bélicos, que despuntaron en destructoras guerrillas, que estamos tratando de superar con nuevos acuerdos nacionales. (Continuará)