DIARIO DEL HUILA, MEDIO AMBIENTE
Una nueva investigación publicada la semana pasada en Science traza por primera vez un mapa de cómo los animales se desplazan entre las áreas protegidas terrestres del planeta y presenta un nuevo índice que mide el grado de conexión entre cada una de las áreas protegidas (APs) del mundo, llamado Índice de Aislamiento de Áreas Protegidas (IAAP).
La conectividad de la naturaleza, conocida como conectividad ecológica, es fundamental para el desplazamiento de los animales entre hábitats. Los hábitats conectados permiten que las especies se desplacen a través de los paisajes en busca de alimento y agua, se apareen eficazmente para mantener la diversidad genética y la salud de las poblaciones silvestres, y se adapten a los impactos del cambio climático.
“Hemos identificado las áreas más vitales del mundo para la conectividad. Ahora pueden incorporarse a los planes de conservación globales para capturar una dimensión de la biodiversidad que no había sido suficientemente tomada en cuenta”, señaló Angela Brennan, científica de la conservación de la Universidad de Columbia Británica (UBC), becaria de WWF y autora principal del estudio.
A pesar de que las políticas mundiales exigen que los sistemas de áreas protegidas estén bien conectados, la conectividad funcional de las áreas protegidas terrestres a nivel mundial sigue siendo en gran medida desconocida. Lo que sí se sabe es que el aislamiento de las poblaciones de animales interrumpe el flujo de genes y otros procesos ecológicos vitales, poniendo en grave riesgo a las especies, los hábitats y los beneficios que proporcionan a los seres humanos.
Esta investigación, primera en su clase, realizada por científicos de la UBC, WWF y la Universidad de Colorado, identifica las zonas más importantes para el movimiento de los animales fuera de las áreas protegidas y se basa en investigaciones anteriores que demuestran que los animales son capaces de desplazarse más lejos a través de los hábitats que presentan una modificación humana menor. Además, alrededor del 70% de las zonas no protegidas más importantes para el desplazamiento de los animales también se superponen con zonas cuya conservación es prioritaria en los marcos mundiales debido a su enorme diversidad de especies vegetales y animales.
Con este conocimiento, los gobiernos, el sector privado, los conservacionistas y otras partes interesadas pueden priorizar mejor las acciones de conservación para las AP y los corredores ecológicos terrestres necesarios para los desplazamientos de animales a gran escala, frenando en última instancia la rápida pérdida de naturaleza que se observa en todo el mundo.
Esta investigación presenta el Índice de Aislamiento de Áreas Protegidas (IAAP), una estimación del aislamiento de un AP basada en dos factores principales: la proximidad de las AP entre sí y una síntesis de cómo se mueven docenas de especies de mamíferos a través de paisajes con diferentes grados de modificación humana. Nunca antes había existido un indicador científico que pudiera utilizarse a nivel mundial para medir el grado de aislamiento de las AP del mundo desde el punto de vista de los animales que se desplazan y, además, a diferencia de otros índices de conectividad global, que tomara en cuenta los datos publicados acerca del desplazamiento de los animales en respuesta a los paisajes intactos y los modificados por el hombre.
El IAAP puede desempeñar un papel clave en la próxima década de esfuerzos internacionales de conservación. 196 gobiernos del mundo son parte del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que actualmente está estableciendo la agenda para los próximos diez años en su Marco Global de Biodiversidad, y la conectividad está incluida provisionalmente en varios de los objetivos. Con el desarrollo de este método científico establecido para evaluar la conectividad funcional a escala mundial, será mucho más viable el seguimiento del progreso.
El IAAP también ayudará a acelerar los esfuerzos para asegurar la conectividad en tierra, ofreciendo una metodología fácilmente utilizable para medir el cambio de la conectividad a lo largo del tiempo, lo que permitirá comprender mejor qué intervenciones están funcionando y cuáles no.