DIARIO DEL HUILA, MEDIO AMBIENTE
El informe Marlene Quintanilla revela que el pulmón verde del planeta, tal y como lo conocemos hoy, no llegará al 2025. El diagnóstico diseña estrategias globales para proteger el 80 % de los bosques amazónicos, lo cual todavía es posible.
Los hallazgos de esta pesquisa, desarrollada por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg), fueron revelados este lunes durante la V Cumbre Amazónica de Pueblos Indígenas, que reúne en Lima a más de 500 pueblos originarios de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).
Por un lado, el informe alerta de que el bosque amazónico se encuentra inmerso en un punto de no retorno debido a las altas tasas de deforestación y degradación que, combinadas, llegan al 26 % de la región, donde cada día se extinguen 137 especies vivas.
«Los niveles de deforestación e incendios están mermando la extensión del bosque tropical, la disponibilidad hídrica que tiene la Amazonía y, lamentablemente, si no se toman medidas hasta el 2025, para el 2030 consideramos que los impactos van a ser más agudos», comenta Quintanilla.
La investigadora destaca que el 90 % de la deforestación y degradación combinadas se concentra en Brasil y Bolivia, donde la «sabanización» ya es un fenómeno real.
El estudio, por ejemplo, ha identificado que, en las últimas dos décadas, las lluvias anuales se han reducido en un 17 % en la región amazónica boliviana, donde la temperatura ha aumentado un grado en este lapso de tiempo.
Por otro lado, revela que el 66 % del territorio amazónico está sujeto a algún tipo de presión permanente, ya sea por amenazas legales o ilegales que incluyen los bloques petroleros, las centrales hidroeléctricas, las minas y las actividades agropecuarias, estas últimas responsables del 84 % de la deforestación.
Quintanilla sostiene que los marcos legales vigentes están «definiendo prácticamente el destino de la Amazonía», generando condiciones para que los Estados otorguen licencias en bosques intactos o en territorios indígenas sin el consentimiento previo e informado de las poblaciones nativas.
«Se mira el bosque como una tierra floja, se dice que, para generar desarrollo, hay que ampliar la actividad ganadera o agrícola y entonces se subestima el valor del bosque», apostilla la autora, quien insiste en la necesidad de que los gobiernos empiecen a ver el desarrollo forestal como «una estrategia para el desarrollo económico».
«Este informe demuestra, y no fue la intencionalidad, que el rol de los territorios indígenas es clave para la adaptación al cambio climático. El reconocimiento es el primer paso y la asignación de recursos es un paso importante», apostilla la autora tras señalar la «deuda» histórica de los estados hacia estos territorios relegados.
En conjunto, las áreas protegidas y los territorios indígenas cubren alrededor de la mitad (48 %) de la Amazonía, pero el 86 % de la deforestación ocurre en el 52 % restante del territorio.
Dentro de las acciones más urgentes, el estudio también sugiere limitar nuevas licencias y financiamiento para actividades extractivas, e insta a la comunidad internacional a adoptar políticas inmediatas que garanticen la afluencia permanente de recursos para lograr la conservación y fortalecer la gestión integral de los territorios indígenas.
Para cumplir con el pacto global adoptado en septiembre pasado en el Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el informe urge a las autoridades a adoptar medidas que salvaguarden las Áreas Prioritarias Clave Intactas (33 %), con baja degradación (41 %) y promuevan la restauración del 6 % de tierras con alta degradación.
Unos esfuerzos globales que deben adoptarse ahora que aún se está a tiempo de salvar el mayor bosque tropical del planeta y recuperar su capacidad reguladora ante la emergencia climática.