Buscando mejorar el bienestar emocional y el comportamiento de las personas privadas de la libertad (PPL), el Establecimiento Penitenciario de Puerto Berrío ha implementado una iniciativa: la terapia asistida con perritos.
Esta estrategia, que ha demostrado ser altamente efectiva, se centra en actividades terapéuticas dirigidas a los grupos de enfoque diferencial dentro de la población carcelaria.
Las actividades terapéuticas con perros en las cárceles aprovechan los múltiples beneficios que estas interacciones pueden ofrecer. Se ha observado que estas sesiones pueden contribuir significativamente a reducir la ansiedad, el estrés y la depresión entre los reclusos. Además, el cuidado de los perros les brinda a los participantes la oportunidad de desarrollar habilidades de responsabilidad, paciencia y autocontrol, aspectos fundamentales en sus procesos de resocialización.
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La presencia de estos «peluditos» en las cárceles no solo proporciona un apoyo emocional y afectivo a los internos, sino que también puede mejorar su autoestima y perspectiva de la vida. La interacción con los perros crea un ambiente de calma y afecto que contribuye positivamente a la salud mental y emocional de los reclusos, promoviendo así un entorno carcelario más humano y compasivo.
En el Establecimiento Penitenciario de Puerto Berrío, esta iniciativa ha sido llevada a cabo gracias al compromiso de los dragoneantes Carlos Amaya, Rocío Lara y Alejandra Salazar, quienes han liderado estas actividades terapéuticas con entusiasmo y profesionalismo. Sin embargo, los verdaderos protagonistas de este programa son los «peluditos» Lulu y Suzi, cuya presencia y afecto han traído un rayo de esperanza y alegría a las vidas de quienes se encuentran privados de su libertad.
En un contexto donde la reinserción social y la rehabilitación son aspectos clave para el sistema penitenciario, iniciativas como la terapia asistida con perros representan un paso importante hacia la humanización de las cárceles y la transformación positiva de la vida de los reclusos.
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