Nuevamente la oposición al gobierno nacional ha convocado hoy a marchar contra todos los exabruptos que viene cometiendo el presidente Petro, que ha perdido la gobernabilidad y que, junto con las propuestas lunáticas y descontextualizadas, no han logrado con su equipo de gobierno cumplir con su propuesta de cambio para mejorar el bienestar de las familias colombianas. Por el contrario, este país, está patas arriba. La violencia y la criminalidad está desbordada en la mayoría de los territorios del país. Las Fuerzas Armadas, se encuentran inermes ante el fortalecimiento de las organizaciones narcoterroristas, por su progresivo debilitamiento a que han sido sometidas. Inclusive ya son desalojados de sus puestos de control en los municipios con la anuencia del ejecutivo nacional. Igualmente el empobrecimiento progresivo de los sectores poblacionales y el detrimento de la calidad de vida de sus habitantes, producto de la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica, buscando siempre la destrucción del sector productivo del país, que es el mayor generador de riqueza y de empleo (80%) y que con sus ideas cósmicas y del universo, busca tergiversar el cumplimiento de sus metas propuestas en el Plan Nacional de Desarrollo, que se encuentra desfinanciado y que muy difícilmente puede reorientar para satisfacer las demandas sociales, que cada vez son más apremiantes.
Por este motivo, la oposición ha convocado a marchar por las calles en las principales ciudades del país para protestar contra este accionar gubernamental del presidente Petro. Pero es inevitable que el contexto de las marchas de hoy le dé resonancia a este inconformismo social y por el clima de anarquía que está actualmente padeciendo la sociedad colombiana. Existe una incredulidad y una desesperanza en las familias colombianas, ante un gobierno que solo ha demostrado a través de sus retóricas baratas, que no hay posibilidad de transformar las costumbres políticas que han venido en crisis desde otrora, pero que con su actuar gubernamental, las está empeorando. Sigue fortaleciéndose la corrupción, el clientelismo político y siguen apareciendo los carteles del agua, compras con sobrecostos, derroche de los recursos públicos, aumento desmesurado de la fronda burocrática. Y como si fuera poco, los activistas de la primera línea que fueron los encargados de destruir al país ahora son nombrados en altos cargos del Estado, sin tener la preparación académica suficiente para dirigir los destinos de estas carteras ministeriales. Absurdo. Nunca se había visto en la historia de la República.
Desafortunadamente la polarización que está presentando la sociedad colombiana ha vuelto a recrudecerse ante la incapacidad gubernamental de mantener una armonía con todos los demás sectores políticos, por la forma arrogante y soberbia de presentar las diferentes reformas a la institucionalidad colombiana. Estamos de acuerdo que hay que realizar cambios estructurales en algunas áreas del Estado. Pero no como lo está planteando su equipo ministerial.
