No es justo que la sociedad colombiana vuelva a vivir los tristes episodios vividos en años anteriores por los bloqueos de las vías que alteraron la tranquilidad, el bienestar de las familias colombianas y afectaron la dinámica productiva del país, por culpa de una polarización política absurda para lograr el triunfo de las elecciones presidenciales. Desafortunadamente la falta de autoridad y de la voluntad política para estructurar vías de dialogo que condujeran a encontrar el sendero para atender eficazmente las demandas ciudadanas, se convirtieron en el principal detonante por no encontrar salidas a esta problemática social y económica. Con la llegada del presidente Gustavo Petro, dichos actores impulsadores de estas inconformidades sociales, han empezado a desilusionarse porque las primeras medidas gubernamentales adoptadas, no le están generando un panorama optimista para solucionar sus carencias sociales. Inclusive, ya en otras regiones del país, siguen bloqueando los corredores viales y cada día se incrementa el descontento social. Inclusive se están conformando agrupaciones y grupos de arrepentidos, lo cual es risible, porque apenas el primer mandatario de los colombianos cumple los primeros 120 días el próximo 6 de noviembre y es injusto que se logren los resultados esperados para atender las necesidades de estos hogares.
Todos sabemos que está administrando la olla raspada que le dejó su antecesor. Apenas el primero de enero empiezan a ejecutarse recursos frescos del nuevo presupuesto nacional. Inclusive se está estructurando el nuevo Plan Nacional de Desarrollo que va a ser presentado en febrero para su discusión y aprobación del Congreso de la República. Desafortunadamente la polarización política que siempre ha existido no cesa. Se ha intensificado. Y esto es supremamente peligroso para la salud de la democracia en Colombia. Hay que seguir persistiendo en la unidad y dialogo nacional, con todos los sectores del país. Por este motivo no es saludable, que se empiecen a gestar bloqueos de las vías en nuestro departamento por parte de las comunidades indígenas, solo por el hecho que el primer mandatario de los huilenses no los pudo atender. Es absurdo. Todos sabemos las dificultades financieras que nos dejó la pandemia del Covid y los 25 bloqueos que padeció el territorio huilense durante más de dos meses. La agenda de un presidente y de un gobernador, es bastante compleja, por los compromisos permanentes que tienen en su actuar administrativo.
Si es cierto que se firmaron algunos compromisos en años anteriores. Desafortunadamente no se contaba con estos fenómenos estabilizadores que son ajenos a la gobernabilidad y además los problemas estructurales que posee la población, datan de la época de la colonia. No se van a solucionar de la noche a la mañana. Es importante que también acudan a las instancias nacionales para buscar apoyos coyunturales en el mejoramiento de la calidad de vida en sus resguardos.