Nunca se había presentado bastante expectativa con la posesión por primera vez, de un presidente de la izquierda, quien llegará a la Casa de Nariño, en medio de la más gran polarización política que ha caracterizado la democracia colombiana durante las últimas tres décadas. El nuevo primer mandatario de los colombianos, Gustavo Petro Urrego, tendrá grandes desafíos para reorientar la política económica del país y deberá abordar todas las problemáticas estructurales que presenta la sociedad colombiana en el campo social, económico, político, infraestructura, ambiental, entre otros, para encauzar el verdadero desarrollo que necesita esta Nación. Una tarea inmediata, que se debe fijar, es seguir fortaleciendo consensos entre todos los actores políticos, para encontrar puntos de acuerdo, con el fin de evitar el desgaste institucional que han tenido los anteriores Jefes de Estado, por la forma errónea como manejaron la implementación de sus políticas públicas.
La sociedad colombiana, aspira que a partir del lunes próximo, se terminen de una vez, todas las grandes movilizaciones sociales, paros armados, asesinatos de policías, miembros del ejército, lideres sociales, quemas de buses del servicio público, enfrentamientos con la policía, narcotráfico y daños a la infraestructura productiva del país, entre otros factores de desestabilización del orden público, que han sido el común denominador de los últimos lustros y que han afectado la dinámica productiva y al bienestar de las familias colombianas. La política de lograr la paz total aspira que se logre esta meta, con los diálogos que se iniciarán con dichas organizaciones delincuenciales. Atrás deben quedar, las confrontaciones y la guerra sucia en los medios de comunicación y redes sociales. Todas inquietan a la opinión.
No necesitamos expertos, para percibir los vientos cruzados que pueden seguir sacudiendo la economía colombiana. Es evidente la ansiedad que marca un contexto que combina alentadoras cifras de crecimiento económico con la dosis de incertidumbre inevitable, resultado, entre otros, de no haber pasado aún del todo la página del Covid, la guerra en Ucrania y su impacto en la economía global, el aumento de la inflación, devaluación y, con ella, el costo de vida para millones de hogares, además de la compleja situación de orden público que se vive en algunas zonas del país. Estamos viviendo momentos de reflexiones profundas.
La coyuntura política debe pasar de la resaca electoral a la dura realidad económica a la que se enfrentará el país durante el próximo cuatrienio. El presidente Petro, debe tener en su agenda económica un enorme listado de temas dorsales para el país, todos muy importantes, pero unos más sensibles que otros: inflación, crecimiento, desempleo, equilibrio de las finanzas públicas nacionales, grado de inversión y relaciones con Venezuela, que seguro están en la lista de comprobación del mandatario y de su equipo económico.
