Diario del Huila, Historia
Por: Hernán Guillermo Galindo M
La presidenta de la Junta de Acción Comunal del corregimiento de Aipecito de Neiva cuenta de su vida y de su trabajo con la comunidad de mujeres de la vereda La Primavera.
Celia Andrade Serrano es presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Primavera del corregimiento Aipecito, en la zona rural de Neiva. Está a siete horas del casco urbano de la capital del Huila por una vía en muy regular estado, relata.
Celia se considera campesina de pura cepa, nació en el campo, en Órganos, municipio de Aipe. Tiene 59 años y le gusta mucho trabajar por la comunidad y por eso es lideresa. “Soy presidenta de grupos asociativos para trabajar por el corregimiento y por la vereda con el propósito de salir adelante entre todos”, sostiene.
Los recuerdos de la niñez son los mejores, comenta, mientras le brillan los ojos y se le esboza una sonrisa que le ilumina la cara. “Mi papá, Arcadio Andrade, y mi madre, Celia Zambrano, eran campesinos. Ya no nos acompañan”, agrega con tristeza. A ellos le aprendimos las labores del campo y a ser trabajadores de sol a sol mis ocho hermanos y yo, cuenta.
En principio, en la finca familiar se dedicaban a labores de ganadería, pero una vez se trasladaron a Aipecito se volvieron caficultores. De los hermanos, dice, unos viven en Chapinero y los otros siguen en la tierrita.
“Aunque no estudié sino hasta quinto de primaria en la escuela de Órganos, que todavía existe, tengo los mejores recuerdos. Los profesores de ese entonces tenían vocación y le enseñaban a uno bien. Con lo poco que aprendimos nos podemos defender como campesinos en la vida”, asegura.
Liberales y conservadores
La vocación de liderazgo se la heredó a su papá que era de origen conservador y atendía los procesos electorales de la época por petición de su Partido y de las autoridades para dar garantía en el debate electoral.
Acto seguido, a manera de anécdota, refiere que era conservador y su mamá, liberal, y como ellos había muchos matrimonios en la época.
“Mi papá atendía los temas de las elecciones que, recuerdo, era con un solo voto y tenían que meter el dedo en tinta roja o azul, según el partido. Mi papá llegaba con el dedo marcado con tinta azul y mi mamá con tinta roja, pero nunca discutían o llegaron a pelear por asuntos políticos. La que a veces hablaba de política en la casa era mamá, pero papá nunca intervenía o le contestaba”, añade.
Desde ese tiempo le nació ser líder y atender los problemas de la comunidad. A Celia le gusta trabajar por la gente y con la gente del Corregimiento y de la vereda, y da ejemplos.
A manera de reflexión hace una comparación entre esas primeras elecciones a las que asistió con su papá, “que era más sencillo y menos complicado. Era marcar rojo o azul y se depositaba un solo voto”.
Ahora, dice, las elecciones son muy complicadas sobre todo para el campesino, con tanto tarjetón algunos se confunden, marcan mal y por eso se pierde mucho voto. Hay que hacer mucha pedagogía electoral, agrega.
Vida personal y de campo
Siempre ha vivido en el campo, reitera Celia Andrade, que es lideresa hace varios años, pero ya como presidenta de la Junta de Acción Comunal de su vereda y a la vez edilesa desde hace 6 años.
“Soy madre cabeza de familia y madre soltera, he tenido varios compañeros, pero no me he casado”, explica con picardía.
Tengo tres hijas, no he tenido varones. Ellas ya se independizaron y también se dedican a las labores del campo, señala.
“Actualmente vivo en una finca en la que cultivo café y caña. Combino mi trabajo en el campo con la labor comunitaria en la vereda y en el Corregimiento. Hemos creado un grupo asociativo de mujeres para visibilizarnos y sacar nuestros productos. Darlos a conocer y comercializarlos”, comenta.
La vereda La Primavera del corregimiento Aipecito es una zona muy alejada, está a siete horas en carro de Neiva, pero somos felices, vivimos tranquilos y nos gusta lo que hacemos y a quienes servimos.
“Solo pedimos a las administraciones que nos pongan un poco más de atención. El actual corregidor Rodrigo Zamudio se ha dado a la tarea de capacitarnos y conseguir que participemos como grupos asociativos en ferias comerciales para dar a conocer nuestros productos. Pedimos que las autoridades nos ayuden con la vía que está en muy mal estado”, dice.
Ahora que entra el invierno se pone peor la situación. En muchos casos toca dejar perder los productos porque sale más caro traerlos a los mercados que pensar en una eventual ganancia, sostiene.
Además, que recuerden que nosotros los ediles y presidentes de juntas no ganamos sueldo por el trabajo, “toca del bolsillo. A veces mis hijas y la familia me reprochan por eso. Pero a mí me gusta ayudar y sigo adelante”, indica.
Es el llamado de una mujer que decidió asumir el liderazgo en su región y que de haber podido estudiar una carrera profesional se habría inclinado por trabajadora social, cree en Dios, ya se hizo vacunar y sigue su labor social, desprendida, con optimismo.