Ya resulta endémica la percepción de inseguridad de los neivanos. No hay estrategia, anuncio, indicador o resultado que les cambie el imaginario de una ciudad en la que el robo, el atraco, el homicidio parecieran ser pan de cada día. Y ésto, aunque recientemente las autoridades dieron cuenta de avances significativos en reducción de varios delitos. Pero la realidad es otra. Durante el desarrollo de las festividades sampedrinas, la inseguridad ciudadana se disparó como nunca se había presentado durante el desarrollo de los desfiles y demás actos culturales que tenía previsto la programación de las fiestas. Asistir a dichos eventos, se convirtió en una odisea y en un temor generalizado por este flagelo que desbordó la capacidad de respuesta de la fuerza pública. Impresionante el robo de celulares, bolsos, carteras y otras pertenencias, a plena luz del día que bandas completas hacían gavilla alrededor de sus víctimas, so pena de ser lesionados con armas blancas y algunas veces con armas de fuego. Igual situación se presentó en los barrios de la ciudad.
A riesgo de volverse reiterativo, hay que insistir en que a la estrategia que vienen implementando la Alcaldía y, en particular, la Fuerza Pública, hay que meterle inteligencia para desarticular las empresas criminales que controlan el hurto de celulares, tráfico de drogas, robo de autopartes y demás. Solo golpeando sus finanzas podrá verse un resultado más contundente.
El gobierno no debe cejar en su empeño por generar infraestructura para la
retención o el encarcelamiento de los criminales. Ahora bien, la ciudadanía simplemente siente miedo a ser atracados en cualquier lugar de la ciudad. Y esa sensación es producto de experiencias propias o de personas cercanas o de las historias que a diario reflejan los medios. El asalto a mano armada en un restaurante, el atraco a los pasajeros de un bus o de un grupo de personas en una esquina cualquiera generan tal incertidumbre que simplemente da miedo estar en la calle. Para ello, las autoridades y los órganos de seguridad deben mostrar resultados en el corto y mediano plazo. Más policías, más vigilancia, más restricciones de las libertades individuales tienen que traducirse en una reducción del delito, en menos armas en manos de los delincuentes, menos riñas, menos hurtos y golpes contundentes al microtráfico. Al menos eso es lo que espera la ciudadanía, que es la que hace el sacrificio.
Añoramos esos tiempos cuando transitábamos en completa tranquilidad. Hay que reconocer el trabajo de la Policía Nacional que ha logrado desarticular algunas bandas delincuenciales, a través de la estructuración de un plan de seguridad en toda el área urbana durante las 24 horas. Se debe seguir implementando la ubicación estratégica de retenes móviles y la vigilancia en las comunas, con el fin de brindar una mayor confiabilidad para las comunidades.