La pandemia del Covid, desnudó otra realidad en la salud pública de los colombianos. Los reiterados confinamientos que padecieron las familias colombianas, producto del accionar gubernamental para contener el avance exponencial de este mortal virus, además de las pérdidas de cientos de trabajos, de empresas y de pérdidas humanas, provocaron graves secuelas en la salud mental en algunas personas. La difícil situación social y económica transformaron su rutina y cotidianidad y permearon negativamente el estado emocional, alterando en muchos casos su normal comportamiento. Esta problemática ya se había reflejado antes de la pandemia y con ella, su panorama generó alertas en el Sistema Nacional de Salud en el país. Se estiman que, de cada cien adultos, doce adolescentes presentaron signos de esta patología.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Salud, Colombia es uno de los países que más pérdidas de años saludables tienen por trastornos mentales. Cincuenta y nueve por ciento de los años de vida que se pierden por discapacidad, los cuales están dados por enfermedades no transmisibles, y de esa cifra, 19 por ciento corresponde a trastornos mentales de algún tipo. El 35,4 por ciento de los años de vida perdidos por discapacidad en el país corresponden a alteraciones mentales. A este cuadro tan preocupante hay que añadir que solo uno de cada diez pacientes recibe atención adecuada. Muchos factores confluyen para producir tan alarmantes cifras. Pero hay uno especialmente crítico: las enfermedades mentales siguen siendo un tabú. Por desgracia, tener un trastorno mental es aún un estigma. No solo en el plano social, también en el laboral y el familiar. Quien ha sido diagnosticado de una de estas enfermedades, según el imaginario popular, no tiene cómo desenvolverse en sociedad. Y nada más errado.
Hay que reconocerle al anterior gobernador del Huila, y al actual, los grandes aportes para fortalecer la infraestructura física y de equipos especializados del hospital universitario. A pesar de lo anterior, el crecimiento de estas enfermedades mentales está generando una seria preocupación para atender con eficiencia a los pacientes que acuden a este centro hospitalario. La ocupación de camas para los pacientes psiquiátricos está desbordando la demanda creciente que se está presentando en el territorio surcolombiano. Para tal efecto, se busca comprometer a las administradoras de planes de beneficio (EPS), para que se utilicen las redes alternas para la ubicación de pacientes mediante el sistema de referencia y contra referencia.
La salud mental de los colombianos debe ser una prioridad de las políticas sanitarias. Eliminar el estigma y las descalificaciones que enfrentan quienes padecen trastornos psiquiátricos debe ser prioridad no solo de la política sanitaria específica en este campo, sino de la comunidad en general si se quiere avanzar de manera segura hacia el objetivo de atenuar el problema de salud pública en el que se ha convertido la enfermedad mental en el país.
