Iniciamos en el mundo entero una tercera Semana Santa en medio de la pandemia. Y en el panorama sigue habiendo algo de la celebración de los últimos tiempos, pues muchos pueden tomársela como una suma de días para las vacaciones, pero, gracias a los llamados urgentes a seguirse cuidando del virus, los llamados a seguir acatando los protocolos de bioseguridad que en días santos suenan a recogimiento, aunque también hay algo del viejo rito de los padres: aquella silenciosa y grave oportunidad para reflexionar, en medio de la conmemoración de la pasión de Cristo, sobre una vida vivida en procura de la paz de todos.
Más allá de si se asume la Semana Santa como un momento para la religiosidad, más allá de si se experimenta como una evocación del periplo de Cristo desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, y en medio se revisan la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis y la crucifixión, se trata sin duda de un paréntesis: un puñado de días que sirven al propósito de aclarar lo que se ha estado viviendo. De vacaciones en cualquier paraje turístico, o en la casa, con más tiempo entre las manos, es una ocasión para el repaso de la vida que vivimos y la vida que queremos.
En este día, se utilizan bellos arreglos construidos a base de la palma de cera, los cuales son colgados detrás de las puertas, como sinónimo de la buena fe cristiana durante todo el año. Hoy en día las autoridades ambientales recomiendan y prohíben que se utilice este vegetal y sea reemplazado por matas, cogollos de otros vegetales o en su defecto pañuelos blancos, para evitar la extinción del hábitat del loro orejiamarillo. Esta palma está en riesgo de extinción por el accionar humano, entre las que se encuentra el uso de su cera para hacer velas, hasta la introducción de la electricidad. Su madera es muy codiciada para la industria maderera. Los frutos se utilizan para alimentar el ganado y sus hojas se usan intensamente en las celebraciones católicas del Domingo de Ramos.
Tradicionalmente las familias participaban solamente en actos litúrgicos y se ceñían estrictamente a la programación que adoptaban las parroquias para celebrar dichas ceremonias. Pero hoy en día, este periodo es aprovechado para salir de vacaciones a los principales sitios turísticos que tienen el país y el mundo, donde sin pena, participan en actividades carnestoléndicas. Las Tics han permeado mucho la mentalidad de las nuevas generaciones, que han contribuido a generar transformaciones en sus estilos de comportamientos, que los han alejado de las tradiciones religiosas y de la fe cristiana, dando como resultado la pérdida de valores, cambios en su personalidad y el irrespeto por las normas establecidas en el ordenamiento jurídico de la Nación.
