El desespero del presidente Gustavo Petro, en la tarde del martes 14 de febrero pasado, para llenar la plaza de Bolívar en Bogotá, y ver como el escaso público acudía a su llamado, lo obligó a tomar la decisión de trasladar este acto a la plaza de armas de la Casa de Nariño, obligando a todas los ministros y funcionarios de todas las dependencias a asistir junto con los indígenas de las 150 chivas que fueron trasladadas del Cauca para esta marcha. No superaron las 4.000 personas a este acto, lo cual desilusionó al primer mandatario de los colombianos que buscaba un respaldo popular para su proyectadas e incoherentes reformas que va a tramitar en el Congreso de la República. Los principales expertos en la opinión pública se preguntan en qué momento ha perdido su capital político en menos de 7 meses que lleva su gestión.
Y ver que, al día siguiente, todas las plazas de las principales ciudades del país estaban atiborradas de personas inconformes con su gestión presidencial. Para algunos expertos afirman que la proporción de asistentes a favor del gobierno nacional y de la oposición fue de 1 a 10. Otros dicen que fue de 1 a 15. En la Plaza de Bolívar la cifra superó el millón de personas, inclusive más con las que no pudieron llegar por el lleno de inconformes que se apostaron en las vías aledañas. Este es un campanazo de alerta de lo que puede suceder en las próximas elecciones regionales. Cada vez se fortalece el club de arrepentidos. Las medidas adoptadas por el ejecutivo, no se compadecen con el proceso de empobrecimiento que están presentando las familias colombianas, así expresen lo contrario, algunos ilusos integrantes del equipo económico del alto gobierno. Cada vez la situación social, económica y política del país, es cada vez más difícil. Es muy fácil desde un escritorio en las dependencias oficiales en Bogotá, empezar a formular políticas públicas incoherentes y fantasiosas, frente a la realidad que tiene la sociedad colombiana.
Ahora el discurso de hora y media pronunciado por el primer mandatario de los colombianos, caracterizado por la arrogancia y la soberbia, porque las cosas no le salían bien, demuestran la improvisación y el afán populista de estructurar su accionar gubernamental izquierdista que ha querido imponer. Es un mal mensaje a los mercados. Un dólar que bordea los 5.000 pesos es resultado del efecto balcón como lo denominan, algunos expertos económicos. Estas tendencias se están traduciendo en caídas en la confianza de los consumidores y, en general, de los empresarios. Es decir, la percepción de estos actores de hacia dónde va la economía se está deteriorando. Un freno en seco de las actividades productivas en 2023 será inevitable, tras este 7,5 por ciento del año pasado.
