Diario del Huila, Historia
Por: Hernán Guillermo Galindo
Pese a la tecnología digital, de celulares con cámara, continúan con su trabajo de años. Es el caso de Calixto Rojas quien contó su historia a Diario del Huila.
Desde tiempos pasados, cuando casi que la vida era en blanco y negro, los fotógrafos de postales o instantáneas se han apostado en el Parque Santander de Neiva para registrar la historia de la ciudad y las personas.
Estos fotógrafos acostumbraban acompañarse de un caballito de madera donde subían a los niños para hacerles las fotos; a las parejas de enamorados las hacían sentar en una banca para luego retocar las fotos que les sacaban.
Con la llegada de la tecnología y los celulares con cámara se pensó que era un oficio en vía de desaparecer, pero no ha sido así. Se aferran con amor al trabajo tradicional, como es el caso de Calixto Rojas, de 68 años de edad, que ha dedicado 50 ellos al oficio, que empezó cuando la moda era la foto agüita.
Hace memoria en sus recueros para decir que la infancia la dedicó a cargar leña y agua en un burro para vender y así colaborar con la economía familiar, que era humilde. Vivían en Belén de los Andaquíes, Caquetá.
“Fuimos13 hermanos, cinco murieron y los otros 8 todavía están por ahí y por allá”, relata, con nostalgia.
El papá se llamaba Daniel y solo pudo darles estudio hasta primero de primaria. Con María, la mamá, eran muy pobres, por eso les tocó ponerse a trabajar desde muy niños.
Oportunidad en Neiva
Con 18 años, ante la falta de oportunidades en la región, pero con muchas ganas de salir adelante llegó a Neiva. Trabajó en construcción hasta que alguien le comentó de la fotografía, de la que poco conocía, pero le llamó la atención.
“Mi primera cámara fue una análoga, una Olympus, luego una Réflex y así fui evolucionando. A medida que ganaba, invertía y me modernizaba”, cuenta, sin disimulado orgullo.
Y da gracias a Dios porque con este arte ha tenido el medio de sustento y de salir adelante en la vida “para mis hijos y para una casita que tengo”.
Destaca que cuando llegó a trabajar al Parque Santander era muy diferente al que conocemos hoy. “Había un encierro con caimanes y tortugas. A un costado se estacionaban las berlinas, automóviles grandes y bonitos, frente a la Gobernación, que era el palacio de las 70 ventanas”,
señala.
Se casó en la ciudad con Ruth Quiroga, oriunda de Aipe, Vivieron juntos 43 años porque hace 8 falleció. Tuvieron 8 hijos de los que sobreviven 4
“Al principio lo de la fotografía era muy bueno, uno llegaba a las ocho y a las diez ya tenía 50.000 o 70-000 pesos. Pero eso es cosa del pasado. Ahora, a duras penas, se hace en el día lo de la comidita y en otros se regresa a casa sin un peso. Pero toca persistir ya que a esta edad nadie le da a uno trabajo”, comenta con resignación.
En una oportunidad intentaron asociarse para mejorar el negocio, que no funcionó porque con el tiempo cada una buscó otras maneras de vivir y no se volvió a pensar en el trabajo conjunto.
Cuenta con admiración que conoció al papá de los fotógrafos del Parque, Abel Caviedes, de la famosa foto agüita. “Él era como el padrino de todos nosotros. También recuerdo a Mario Agudelo, de la misma época”.
Otra manera de ganarse la vida fue viajando a los pueblos, de feria en feria, con la foto telescopio, “eso era muy bueno. Algo similar pasó con la Polaroid que entregaba la foto al instante”.
Se podía vivir de la fotografía, responde, pues ganaba mensual entre 500 y 700 mil pesos, que hace 40 años era mucha plata.
“Se hacía lo de comer bien, para pagar las deudas y hasta para uno que otro gustico”, dice, sonriendo.
De inmediato se pone serio para analizar el presente de la vida y del oficio: “Está muy dura la situación por las nuevas máquinas y además apareció la pandemia, que encerró a la gente por lo que nos dejó pelados y arruinados”.
Alcanzó a afiliarse al subsidio de la tercera edad, “nos daban 160 mil pesos y nos lo bajaron a 80 mil, que no alcanzan para nada. Se paga un servicio y se acabó”, se queja con tristeza evidente en los ojos.
Arreglo del Parque Santander
Como manera de mejorar las ventas y la oferta, Calixto Rojas pide a las autoridades que rehabiliten, pongan a funcionar la fuente de agua del Parque.
“La pileta es un atractivo para quienes vienen a Neiva y ahí se puede tomar una que otra foto, con un bonito escenario. El problema es la competencia con los celulares, ya es poca la gente que lo busca a uno para la imagen del recuerdo”, explica.
Y se despide diciendo que “ojalá la gente entienda que la fotografía antigua es la crónica perfecta para revivir recuerdos. Tienen sus tristezas y tienen sus alegrías. Viven para siempre porque no queman los tiempos”.